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Le atrajeron muchas cosas de YukHei en un inicio. Era extremadamente guapo y atento. Demasiado atento para su bien, a pesar del aura oscura que lo rodeaba. Claramente habían un par de rumores encima de él, cosas de las que escapó en HongKong, nada de qué preocuparse lo suficiente, al menos eso creía Doyoung. Sabía que había enceguecido de amor y no se molestó en disimularlo.

Por eso no dudó en salir con él en primer lugar.

Sus amistades daban miedo, pero era algo que no daba importancia. Él no estaría con sus amigos, sólo estaría con YukHei, o Lucas como le gustaba ser llamado. Decía que era un nombre nuevo, para una vida nueva.

Quizás debió ir uniendo las piezas, el por qué de pronto hacía lo que él decía. Para no perderle, para no hacerle enojar. Desde usar cierto tipo de ropa, hasta dejar de ver a ciertos amigos con los que Lucas no estaba de acuerdo. Cada amistad debía ser aprobada por él, y estrictamente vigilada. De pronto ya no tuvo más su teléfono porque YukHei lo guardaba y respondía mensajes y llamadas.

Debió estar jodidamente enamorado para olvidar su propia libertad, ya que al lado de Lucas, nada más importaba. Estaba siendo querido por fin, luego de una vida sin haber sentido algo similar. Sin YukHei no era nada, al menos eso le hizo creer él.

Su amor le hizo ver en diferentes colores, la mayoría de las veces era rosa. Luego fue rojo, rojo sangre. Y azul, en su piel. Todo fue subiendo tan gradualmente que no supo cómo llegó a tal punto en donde su amor agresivo no pudo detenerse, incluso al momento de hacer el amor. Yukhei le diría a sus cercanos que Doyoung se había golpeado contra una puerta, que se había caído haciendo bicicleta, hasta que todas las situaciones se hubieran agotado. Doyoung estaba adormecido, nadie le explicó que el amor era así de doloroso.

Comenzó a romper las reglas, sin darse cuenta. No sabía qué buscaba al hablar con sus antiguos amigos, mostrarles los moretones, las cortadas, incluso confesar que le costaba respirar porque tenía un par de huesos rotos. Quizás quería ayuda, porque no podía admitirlo solo. Se dio cuenta luego de que Lucas no planeaba dejarlo sin un castigo, aunque ese lo rompiera en vida.

Doyoung jamás le perdonó que dejara que sus amigos le lastimaran en niveles que ni siquiera se atrevía a confesar en voz alta. Nunca le perdonó que lo expusiera y que grabaran lo que le hicieron, para retenerlo, para amenazarlo. Para que no se atreviera a desobedecer nunca más.

Mientras está en la cama, luego de que el último de los siete amigos de Yukhei acabase con él, piensa en que su vida no puede terminar de esa manera. No así. Aunque lo desea con todas sus fuerzas, porque sin duda, había sido asesinado esa noche. Pero no lo admitió, ni siquiera cuando YukHei entró a la habitación para curar sus heridas y explicarle que todo lo que hizo fue por el bien de ambos.

Ya nada estaba bien, y Doyoung podía verlo con claridad, por primera vez en su vida. Pero era tarde, tan tarde. Lucas no lo dejaría ir nunca.

Las heridas sanaron, hasta volverse lejanas cicatrices. Pero Doyoung seguía teniendo heridas internas que no sanarían a no ser que hiciera algo. Tal vez podría tomar un tren y escapar, a cualquier lugar. Podría empezar de nuevo, sin decirle a nadie. Tal vez cambiar el color de su cabello.

Sus opciones se fueron reduciendo al ir destapando poco a poco el pasado de YukHei. Si, aquellos rumores que nunca se molestó en escuchar, porque estaba ocupado escuchando su ronca voz.

Yuqi, era su nombre. Una tierna chica, que al parecer había sido novia de YukHei, en HongKong. La chica que encontraron muerta en su habitación, luego de haber tomado una dosis de tranquilizantes lo suficientemente fuertes para llevarla al sueño eterno. La mayoría de la información seguía en Chino, pero Doyoung se las arregló para entender. Yuqi había sido empujada a tomar esa decisión luego de que su ex pareja la amenazara reiteradas veces con asesinarla luego de terminar la relación.

Ese era el color alrededor de Lucas, si Doyoung se hubiera concentrado mejor en analizarlo con calma, habría notado que si bien Yuqi no le siguió, todo lo malo que le hizo seguía con él. Y ahora estaba repitiendo la misma historia, exactamente igual. Mientras más leía sobre las protestas, los padres llorando frente a la prensa mencionando lo abusada que había sido su hija por YukHei, más acababa convenciéndose de que terminaría muerto sin importar lo que decidiera, porque no había forma de escapar de Lucas.

Le pondría fin, porque si iba a morir, al menos tendría el poder de decidir cómo quería hacerlo. Justo esa noche, cuando cumplían tres años de relación, una relación que YukHei había mantenido celosamente oculta, pero que era importante a la hora de golpearlo por tomar decisiones incorrectas. La noche en donde Doyoung cocinaría el estofado favorito de Lucas, y en donde celebrarían con cinismo todo el amor que se tenían, olvidando los golpes, y los malos ratos, porque toda la culpa siempre era de Doyoung.

No existía vuelta atrás.

—Se terminó.

—... ¿Qué?

—Me escuchaste, Lucas. Ya no más, esto termina aquí. 

Play dead // JohnDo ⁿᶜᵗ¹²⁷Where stories live. Discover now