vingt-trois

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Harry la está pasando realmente bien.

Ha iniciado su trabajo en la floristería desde hace ya una semana y le gusta, de verdad que sí. Ha aprendido algunas cuantas cosas, como que las amapolas y las camelias no se ven bien juntas, o que mientras más simpático sea con los clientes más propina le dejan aún cuando no es necesario porque Harry recibe un buen pago.

Lo agradece, infinitamente, y le da parte del crédito a Margo, que se ha encargado de darle esos pequeños consejos que han hecho de su estadía en aquel bonito lugar algo realmente placentero.

Las cosas con Louis también van de maravilla, el otro día ha conseguido un nuevo trabajo, solo que en una casa más pequeña y un chiquillo de trece años al que cuidar. Dice que le gusta mucho, que el alfa es gracioso y listillo para cuando se le da la gana y que su madre lo adora a toda costa.

Todo parece ir estupendo, excepto por esos días en los que últimamente Louis llega irritado y estresado a casa de Harry. Alega que no sucede nada malo, que todo está en orden y que no tiene nada que ver con su trabajo, pero no quiere contarle a Harry que realmente le sucede, y él, bueno, nunca ha sido tan curioso como para presionarle a decir sus problemas.

Louis lo aprecia, que respete su silencio es bastante bueno, pero entonces un jueves llega a casa de Harry con el rostro sonrojado, las lágrimas brotando de sus ojos, el cuerpo descubierto y repleto de nieve que últimamente ha estado agresiva.

Harry deja todos los utensilios de cocina que tenía en las manos y en dos largas zancadas estuvo frente a él.

Se miran, Louis intenta calmarse, no soltar los pequeños hipidos que amenazan con salir de su boca y le hacen rebotar ligeramente en su sitio, y puede que a Harry se le rompa el alma tan solo un poco al ver el brillo de tristeza en sus ojos.

—Omega— Le llama para aquel entonces.

No duda, es más, se regaña a sí mismo de manera anticipada si llega a dudar al tomarlo en brazos y sentarlo en su regazo. Se muerde el interior de las mejillas cuando Louis esconde el rostro en su cuello, acurrucándose en la fuente de su aroma, y con un pequeño titubeo le acaricia la espalda.

—¿Qué sucede?— Le pregunta.

—No es nada. Estrés.

—Louis.

—Es Zayn— Admite, se endereza y Harry lo mira. —Él ha estado insoportable, y dice cosas que no debería.

—¿Cosas sobre qué?

—Sobre nosotros dos, sobre ti. Él no lo entiende.

Harry frunce los labios entonces, y prefiere no seguir preguntando más nada porque sabe que no está listo para escuchar nada de nadie.

Y prefiere no pensar en eso, y no lo ha hecho. Dos días después de aquel inconveniente está sentado en el suelo del almacén de la floristería, arreglando unas cuantas ramas sueltas que Rosa, la abuela de Margo, le ha encargado con mucha amabilidad, y no piensa en nada de eso.

Tararea alguna canción mientras hace su trabajo, y piensa en ordenar comida para la cena y guardarle un poco a Louis, aunque recuerda que no sabe cuál será su horario de salida de aquel día y ya no sabe qué opciones tiene.

—Harry.

Margo aparece de repente, su cabeza echada a un lado mientras se sostiene de la esquina de la puerta. Tiene el cabello lleno de polvillo que Harry supone que son de los dientes de león y las mejillas pecosas enrojecidas.

—¿Sí?

—Ya vamos a cerrar, la jefa nos ha dejado las vacaciones de Navidad hasta el 26. Así que, ya puedes irte.

Cruel World ✦ omegaverse [ls] | ✓Where stories live. Discover now