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12 de abril, 2019.


Bajé rápidamente de mi camioneta y corrí a la entrada del horrible jardín infantil. Tuve que pedirle a uno de los cuidadores que me dejara entrar. Miré mi reloj. Mierda, había llegado una hora y media tarde.

Recorrí los pequeños pasillos en busca de una pequeña cabecera rubia. Sentí un poco de asco cuando vi decenas de dibujos con millones de colores en las diferentes paredes del lugar, temblé de solo pensar la cantidad de niños que asistían a este jardín.

Una señora que limpiaba el lugar me indicó que probablemente podría estar en el patio. A penas llegué, pude distinguir a lo lejos a Finn, quien jugaba alegre con una chica castaña. A penas me vio, el pequeño rubio corrió a mis piernas y me abrazó fuerte. Me puse de rodillas y lo abracé de vuelta, pidiéndole mil y un disculpas.

—Disculpa el retraso, tenía una junta importante. — mentí, dirigiéndome a ambos.

Miré a la chica quién me miraba sus brazos cruzados y con una cara de querer matarme. La vi rodar sus ojos, lo que por instinto me hizo rodar los ojos a mi también.

—Bueno, vamos enano. — tomé su pequeña mochila y la puse en mis hombros, mientras le daba un empujoncito en su espalda para que se dirigiera a la salida.

Sin darme cuenta, la castaña me detuvo tomándome del brazo.

— ¿No te parece irrespetuoso no haber notificado que llegarías tarde? Esto es un jardín infantil, no una guardería. Los padres firman acuerdos de responsabilidad cada año y es insólito que no seas capaz de respetarlo. El compromiso es importante, es un trabajo en conjunto entre la familia y nosotros. Es la primera vez que ocurre esto pero dios, fueron casi dos horas, y entiendo que tu junta haya sido importante, pero tu hijo también lo es. Tendré que ponerte una advertencia, a la tercera lo notifico y tendrán que cambiar a Finn de jardín. — me regañó.

La mire atónito ¿Qué se creía esta? Como si fuera mi elección estar acá.

—Mira, te paras un momento ¿Quién te crees que eres? No he firmado ningún acuerdo de mierda porque él no es mi hijo, soy su tío, le estoy haciendo un puto favor a sus padres. Así que te me devuelves tres hectáreas de hostias que te has pasado, no tengo porque estar dándote explicaciones. — dije repulsivo.

La chica sólo rodo sus ojos.

—Me creo la maestra de este jardín y la persona que cuida y educa a Finn cada día. Ya decía yo que Celeste no podía haberse buscado un chico tan idiota e irrespetuoso como tú. La notificación irá igual, le enviaremos un mail a Celeste y espero que esto no se vuelva a repetir.— dijo despectiva.

La castaña se acercó a Finn, quien me esperaba algunos metros lejos de mi. Se puso de rodillas y le susurró algo al oído al pequeño rubio que lo hizo reír y que sólo logro que yo frunciera mis cejas. El pequeño la abrazó emocionado y le besó la mejilla. La chica ni me miró y se fue.

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