Ha vuelto a ocurrir.
El destino de Kurt parece estar sentenciado a enamorarse de chicos que simplemente no pueden corresponder sus sentimientos.
Ha pasado de nuevo.
Se a fijado, otra vez, no solo en el novio de su amiga Quinn Fabrey, sino tambien d...
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Kurt Hummel caminaba por los pasillos de Mckinley sin miedo por primera vez en el día, no es que siempre tuviera miedo, ni mucho menos, pero se un chico abiertamente gay perteneciente a los clubs con peor estatus social en toda la escuela parecía ser una súplica para ser molestado. Era un blanco fácil, y Kurt lo sabía.
Era común que fuera arrojado al cubo de basura del estacionamiento al menos una vez al mes, metido dentro de un casillero algo así como cada 15 días y al menos por semana tenía garantizado una de esas sodas retacadas de hielo en la cara, por no decir que la palabra "marica" estaba a la orden del día. Ciertamente a Kurt habían dejado de afectarle los insultos, tomando los como repetitivos, claro que se sentiría mejor si la agresión física y verbal desapareciera por completo de sus días escolares, pero no podía hacer mas.
Era agradable caminar por los pasillos de la escuela sin temor a algo de esto, cuando se encontraba en cualquier lugar de la escuela que no fuera el auditorio o el salón del coro Kurt siempre adoptaba una posición de alerta, como la de una gacela lista para correr. Sabía que huir no era muy valiente ni inspirador para otros chicos gay, pero cuando te rodean de tres a seis neandertales jugadores de fútbol que parecen desayunar esteroides, ¿Que más se puede hacer?
Quedarte no sería ser valiente, sería ser tarado. O esa era su opinión.
Había pasado una media hora después del toque de salida, así que no era de extrañar que la escuela estuviera vacía. Esa era la hora en la que el señor Schuester había llamado a los aspirantes a gleek's para sus "audiciones". Aunque no tenía intención de rechazar a un solo estudiante. Más bien la idea era ver sus potenciales, y ningún chico quería perderse los números de sus nuevos compañeros.
"Medir a la futura competencia interna" lo llamaba Rachel.
Cuando atravesó las puertas del auditorio escucho las notas finales de la canción en el piano y los aplausos que lo acompañaron. Era el último en llegar, y no le extrañaba, Kurt había pensado que se había salvado ese día cuando una soda voló a su rostro. Había Sido Dave que tras arrugar el vaso plástico entre su puño se lo lanzó a la cabeza para llamarlo "homo explosión", debía de reconocer que al menos era creativo. Así que había pasado bastante tiempo tallando el rojo número seis de su rostro, había llegado cinco minutos tarde. Diviso al grupo de estudiantes sentados en los taburetes del centro del recinto, delante del profesor, quien tenía una libreta con notas, Kurt se acercaba rápido al grupo mientras veía como una chica de cabello castaño y ropa glamurosa en tonos rosas salía del escenario lanzando un beso con estilo. De solo verla le agrado.
Vio a los chicos con caras estupefactas mientras se acercaba. Mercedes le lanzó una sonrisa en cuanto lo vio y señaló un asiento a su lado, entre ella y Mike. Él se acercó rápidamente y tomo el lugar cruzando las piernas.
Susurro un "¿De que me perdí?" Mientras el señor Shcuster llamaba a otro estudiante. - Fue algo terrible, Kurt. - Empezó a relatar la chica. Empezó a explicarle, mientras un chico más o menos bajo de cabello peinado con kilos industriales de gel comenzaba a cantar sobre el escenario una canción a la que no le puso demasiada atención, que la chica que acababa de salir del escenario tan feliz era Suggar Mota, hija de All Mota, un empresario importante, dueño de una serie de supermercados y Boutique's, y que ella no solo no había cantado bien, sino que los había puesto en una situación incómoda con la regla de aceptar a todo el que lo quiera en el club.
