Almas puras

612 116 19
                                    

Daegu, 20 de diciembre del 1997.

Querida alma gemela:

El día había amanecido gris y frío, terriblemente frío, cuando decidiste abandonar tu cama para contestar el teléfono móvil que tenías tirado en la alfombrilla. La noche anterior te quedaste horas esperando una llamada con el aparato entre tus manos hasta que te dormiste y con el ajetreo de tus sueños terminaste tirándolo al piso.

Dormiste más de seis horas, lo cual es común en ti y no me quejo porque me da muchísimo tiempo para releer mi cuento infantil. A veces me pregunto qué otra historia fascinante habrá escrita en la edición de estos libros, me mata la curiosidad.

- ¿Hola? – contestaste con voz ronca. Tu cabello alborotado le hacía juego a tus ojos adormilados. Tenías cierta chispa de ilusión en tus ojos oscuros, sin embargo se desvaneció como el humo del cigarrillo que sueles fumar por las noches – Entiendo, gracias.

Soltaste un bufido pesado antes de maldecir al banco de Daegu. Fue ahí cuando sentí una sensación entraña en mi pecho. Fue desagradable.

- Necesito encontrar trabajo lo más pronto posible...

A eso de las tres volvimos a salir de casa. Caminabas envuelto en tu bufanda con ambas manos metidas en los bolsillos de tu chaqueta y la misma carpeta del día de ayer escondida bajo el brazo. Decidiste no coger el autobús a pesar de que la tarde estaba helada, sin embargo para mí hacía un día estupendo.

- Dios...

Di un brinco en mi lugar al oír el nombre de Papá ¿acaso intentabas delatarme?

- Mierda, no sé qué estoy haciendo.

Frenaste en medio del puente que estábamos cruzando para mirar hacia abajo y perderte en las aguas furiosas que recorrían la ciudad.

Te observé un momento. Tu rostro y tu alma gritaban ayuda, soledad y desesperación.

- No quiero vivir más de esta forma... – susurraste para ti – No tiene sentido. Nada tiene sentido. Si consigo el trabajo en la empresa seguiré siendo infeliz.

- Pero si odias tanto ese trabajo ¿por qué no consigues otro? Eres feliz cuando tocas el piano – te respondí como si pudieras oírme.

No dijiste nada. Te quedaste allí mirando hacia abajo un par de minutos antes de echar a andar nuevamente.

- ¿Yoongi? ¿Min Yoongi?

La voz de una mujer a nuestras espaldas hizo que ambos nos volteáramos.

- ¿Señora Jeon?

La mujer era de piel canela, ojos claros y cabello lacio, largo como una manta espesa de lluvia.

- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, ¿cómo has estado? Saluda, Jungkook.

No lo había notado antes, pero un pequeño niño de ojos curiosos me observaba escondido tras su madre.

- Hola – se acercó hacia mí con una reverencia – Me gustan tus alas.

- ¿Qué?

De pronto era como si todos pudieran verme. El niño me miraba con inocencia fijamente y tanto tú como la mujer miraban a mis costados buscando a alguien o algo.

- Mi hijo es un poco imaginativo – comentó la pelinegra – Le gusta crear amigos imaginarios, pero bueno, ¿qué tal va todo? No he sabido de ti desde el funeral de tu madre.

El pequeño niño estaba muy divertido tocando mis alas, pero la mujer tiró de él regalándole una mirada acusadora y lo volvió a ubicar a su costado.

QUERIDA ALMA GEMELA | YOONMINWhere stories live. Discover now