Capitulo diecinueve [EDITADO]

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Narrado por Tessa:


Mientras Kyle mantenía su mirada fija en la carretera frente a él, yo aprovechaba la oscuridad dentro del coche para mirar por el espejo retrovisor los numerosos pares de luces que iban detrás de nosotros. No era posible ignorar la seguridad que Kyle había montado para aquella salida, no podía ignorar el coche frente a nosotros, y los tres detrás.

No podía ignorar la cantidad de hombres armados que había dejado cuidando la casa.

Aunque era incómodo saber que toda esa gente estaba recibiendo un salario por protegernos de lo que hiciera falta, más incómodo era para mi imaginar a un pequeño Stevenson con todos esos hombres a su alrededor.

La infancia de Kyle no había transcurrido como la de otras personas, ni siquiera debía de compartir alguna similitud con los chicos que conformaban su actual familia. Tal vez Michael, Cody, Brad, cualquiera de ellos, había tenido la posibilidad de ser un niño normal, tal vez divertirse jugando a la pelota con otros niños, montando en bicicleta, jugando a las escondidas por toda la casa. Pero cuando intentaba imaginar la infancia de Kyle nada de eso llegaba a mi mente. Veía a un niño solo, sin alegría o diversión, rodeado de personas que darían su vida para protegerlo aunque, siendo realista, lo hacían por los dólares acumulados dentro de sus carteras.

Tal vez Maverick Stevenson no había sido un buen hombre, estaba segura que había arruinado el corazón del hombre que comenzaba a querer sin razón, pero lo había mantenido con vida y eso ya me hacía deberle demasiado.

—Kyle. —Aún en penumbras, pude ver sus ojos marrones observándome—. ¿Cómo fue tu infancia?

—¿Realmente quieres escuchar eso en este momento? —preguntó—. No tuve una infancia como la tuya, es seguro.

Sabía que no, porque aunque nunca había sido completamente normal, mis padres se habían esforzado por ocultar aquel mundo, mi mundo, hasta que pudiera lidiar con el. Tal vez jamás había sentido que encajaba, como si fuera parte de un gran grupo de personas, pero había creído que era una niña normal: con amigos, sueños, secretos, amores platónicos en el otro extremo del mundo.

Hasta que cumplí catorce años, claro está.

—Siempre voy a querer escuchar más de ti, sin importar el momento.

—Mi infancia fue una mierda, nena. Un gran montón de mierda. —Cuando estiró su mano a la guantera del coche y sacó un cigarrillo, supe que aquella reacción decía más de lo esperado—. No tuve amigos en ningún momento, no tenía permitido acercarme a niños normales, ni ingresar a una escuela, o irme a algún campamento de verano. Estudiaba en casa con profesores que tenían las referencias que mi padre consideraba correctas, y si algo no me quedaba claro, lo atribuía a que era un idiota, eso siempre me quitaba beneficios.

—¿Beneficios?

—Ir a un partido de Fútbol con el padre de Bruce, o mirar televisión pasadas las diez de la noche —contestó—. Cuando mi padre murió fue cuando conocí el mundo cotidiano, aquel que no parece un infierno. Dejé de aprender directamente de la calle o de los libros que él seleccionaba, conseguí matricularme en una secundaria gracias a mi padrino y terminé mis estudios rodeado de personas que parecían...buenas.

Imaginar al padre de Kyle, era imaginarme al diablo encarnado en un hombre. No entendía cómo, con que fin, le había hecho tanto daño a una persona que llevaba su sangre, sus idénticos rasgos, su selectiva frialdad. Había sido un niño, su hijo, la única persona en el mundo que jamás lo abandonaría, y pareció haberse colocado como meta personal que lo odiara al punto de preferir una vida sin él.

The boy in my dreams [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora