CAPÍTULO 22

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Celeste.

Mi cuerpo sigue temblando, a pesar de que ya han pasado unas cuantas horas desde que hemos salido de la cita con Paul. No se prolongó mucho más, porque comencé a sentirme mal y necesitaba tomar un poco de aire.

Abraham tuvo que pelearse con la chica de recepción con tal de que me dejara salir unos minutos fuera, solamente para respirar el aire frío. La chica de recepción le aseguró que ya teníamos el día fuera para ir de compras, y que no podía hacer tantas excepciones.

Él la amenazó con mentirle a su madre sobre ella, y su trabajo sería inexistente en unas horas. Al final ella accedió y Abraham me acompañó fuera. Él se mantuvo en silencio, y dejó que yo cogiera su mano.

Ahora era yo quién cogía su mano. Ahora era yo quién quería estar a su lado

Ahora era yo quién lo necesitaba.

Paul me aseguró que no necesitaba pastillas para calmarme, y que buscaríamos otra forma totalmente distinta para hacer que yo me calmara.

Bruno me había estado ayudando, sin él mismo saberlo.

Escribir en mi diario hizo que por las noches consiguiera calmarme. Ahora debía de escribir más allí. Mis pensamientos, mis emociones, o incluso dibujos sobre lo que hay en mi cabeza. Todo eso me iba a calmar un poco más.

También servía escuchar un poco de música, así que Abraham me prometió que me iba a dejar sus auriculares y su MP3 para que pudiera escuchar música.

Las dos últimas opciones era hacer un poco de ejercicio, por lo que Abraham insistió que los partidos de baloncesto no iban a cesar jamás. Por último, estaba la opción de hablar de mis sentimientos con alguien. Alguien distinto a Paul.

—Sabes que puedes hablar conmigo lo que tú quieras. Me tienes aquí para todo—me susurra Abraham, y yo asiento agradecida.

Me siento una completa basura cuando me doy cuenta de que, en todo este tiempo, he echado la culpa a Abraham y a sus amigos de todo lo que ha pasado. Pero la culpa absoluta es de mis padres.

Ellos me han hecho pensar que necesito esas pastillas por una cuestión de una enfermedad. O me las tomo, o me muero. Así que yo me las tomaba cada día, y se me olvidaron la existencia de ellas cuando todo pasó.

La despedida de Bruno, la muerte de mis padres, Emily, la llegada aquí. Todo ha hecho que olvide lo que me ha acompañado durante todos mis años de vida. Mis pastillas.

Me tenían drogada todo el tiempo, y yo jamás me di cuenta. No hasta que dejé de tomarlas.

No me molesta en absoluto saber que mi personalidad ha cambiado, que todo mi interior es distinto. Ya no soy tan fría, pero sí que soy más agresiva. No me callo cuando pienso algo, y siempre estoy en alguna pelea con alguno de los chicos. Necesito descargar mi ira siempre con alguien, o con algo. Y eso he hecho durante los últimos días.

Y me siento bien.

Me siento yo, y no la Celeste de antes. Porque esa Celeste es una tapadera a la verdadera yo.

Abraham me ha ofrecido todo su apoyo, y ahora ambos nos encontramos en la sala donde vimos la película la última vez. Ambos no hemos ido a comer, porque yo no tenía hambre y él prefirió estar conmigo.

Pensar en comida me hace tener ganas de vomitar.

No me encuentro bien.

Me siento engañada.

Yo misma le he pedido el favor de que él me proteja por unos minutos, y que me deje tocarlo. Él asiente, y ahora ambos nos encontramos pegados el uno al otro. Yo mantengo mi cabeza apoyada en su pecho, y él tiene sus dos brazos pasados por mi cadera, haciendo que todo mi cuerpo esté atraído a él.

SOL [Diferente #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora