CAPÍTULO 38

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Mi cuerpo tiembla sin yo poder controlarlo, mi piel se mantiene erizada por el frío que hace y mi pelo está pegado a mi cara y a mi nuca. Mis ojos están llenos de lágrimas que no han caído hacia mi mentón, debido a que no tengo el suficientemente valor como para volver a llorar delante de una persona.

Mi mano y pie izquierdos están atados con una esposa que se mantiene pegada a la pared, y que me impide moverme más de lo que yo quiero.

No tengo ganas de levantarme, y solamente respiro y parpadeo. Lo demás, es imposible para mí hacerlo.

La habitación es bastante fría, y es totalmente blanca. No hay ventanas, pero sí que hay un gran armario justo enfrente de mí. Además, hay dos puertas. Una de ellas se mantiene abierta, y la otra está totalmente cerrada.

Tengo frío, y miro mi vestido totalmente intacto. Los tacones han sido retirados de mis pies, pero mi vestido sigue igual de intacto que antes.

¿Dónde estoy?

¿Qué ha pasado?

Lo único que recuerdo es la conversación que había mantenido con Evan. Bebí de su vaso, y en unos pocos minutos comencé a sentirme mal, hasta el punto de desmayarme.

Antes de desmayarme, pude sentir una mano en mi rostro que sé que no es de Evan. Él había acariciado mi mano, mientras repetía miles de veces que lo sentía.

Miro mi mano vendada, que es la que se encuentra sin esposar, y gruño del dolor cuando intento moverla.

Quiero salir de aquí.

—¡SACADME DE AQUÍ! ¡AYUDA!—grito, con las pocas fuerzas que me quedan, y luego apoyo mi cuerpo en la pared fría. Mi respiración se siente pesada, y mi garganta escuece. Siento que no puedo volver a hablar en una temporada, y solamente quiero salir de allí y abrazar a cualquier persona conocida.

Ya ni siquiera sé en quién confiar.

La puerta que se mantiene más cerca de mí se escucha abrirse, haciendo un ruido que rebota en toda la habitación, y yo centro toda mi atención en la puerta. Cuando ésta se abre, puedo ver un cuerpo muy conocido. Justo detrás de él, hay un gran pasillo y nada más se puede ver.

Es Abraham.

Él se ha cambiado de ropa, y ya no lleva el mismo traje de antes. Tiene un chándal de color negro, y su capucha descansa en su nuca y su pelo se encuentra mojado.

Sus ojos me miran con una mirada divertida, y las comisuras de sus labios se levantan ligeramente.

—Abraham. Sácame de aquí. Por favor—le pido, pero solo consigo que él ría de una manera más ruidosa. Todo mi cuerpo se estremece, y tengo que tiritar durante unos segundos para dejar de sentirme intimidada por su actitud.

Es como si, el antiguo Abraham, hubiera desaparecido. Ha cambiado su actitud de una manera impresionante, como si hubiera sido otra persona todo el tiempo y ahora se hubiese renovado. Pero a peor. Porque este no es el Abraham del que yo me he enamorado.

—¿Sabes que los psicópatas es capaz de establecer una relación sentimental pero manipula totalmente a la otra persona? ¿Sabes que los psicópatas tienen un encanto superficial que hace que la víctima se enamore mucho más rápido y fácilmente que de una persona totalmente normal, y que tienen una inteligencia mucho más alta que cualquier otra persona? ¿Sabes que los psicópatas carecen de empatía, sinceridad, remordimiento, vergüenza, fiabilidad, nerviosismo o sensibilidad? ¿Sabes que los psicópatas tienen conductas extravagantes, tienen una conducta antisocial y egocentrismo patológico?—pregunta al aire, mientras juega con sus dedos, y no me miraba en ningún momento. Luego, se gira hacia mí, y junta su frente con la mía—¿Lo sabías, Celeste?

SOL [Diferente #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora