CAPÍTULO 47

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Un nuevo día comienza, y es el último día en el que voy a estar aquí. Mañana, solo tendrán que pasar unos minutos para cargar mi ira y frustración contra Matías y empezar la acción.

Estoy muy nerviosa, porque no sé cómo va a resultar todo. No estaba segura de si alguien iba a resultar herido, o incluso asesinado. De si yo misma iba a causar una muerte, o si iba a ser la persona a la que el corazón se le parara debido a que había recibido un disparo.

No quería que les pasara nada a Evan y a Isaac, que habían sido los únicos que se habían comprometido a ayudarme desde un primer momento. Pero iba a hacer todo lo posible porque todos pudiéramos salir de aquí, y porque llegáramos hacia nuestro principal objetivo y destino. Hacia Los Soles.

Matías apareció con mi desayuno, como todos los días, y me lo dejó en el suelo. Luego, desposó mi muñeca y me la miró antes de dejar que yo la moviera con total tranquilidad.

—Te estás haciendo bastantes rozaduras en la muñeca, preciosa—contestó. Miró mi comida, y luego me miró a mí, dándome a entender que comiera cuanto antes. Yo le hice caso, y él asintió cuando vio que había empezado a desayunar—. Te podríamos poner alguna crema, pero no serviría de nada porque vas a seguir esposada. Se te va a poner peor la muñeca. Así que, supongo que tendrás que soportar tener la muñeca así.

—Es soportable, me duele más la otra muñeca—dije, mirando mi muñeca vendada.

Él río, y después se volvió a acercar a mí. Nuestras frentes estaban casi juntas, y solamente podía ver su silueta cuando quería mirar hacia el frente. Su olor a vainilla se hizo presente.

Dejé de comer, y lo miré a los ojos. Él tomó con sus manos mi muñeca vendada, y la tocó un poco esperando a que me quejara del dolor. Tuve que gritar cuando me tocó en un lugar que me dolía, debido a que casi había visto las estrellas de tal dolor que había tenido que soportar.

—Bien. Te voy a quitar la venda, y te la voy a dejar un poco reposar sin la venda. No es bueno que tengas siempre la muñeca vendada—me dice.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Le he hecho daño a mucha gente. Sé perfectamente los puntos débiles, cuáles son los que más hacen sufrir a la otra persona, cuáles son los puntos en los que mueres más rápidamente, te desangras más, o te desangras menos, e incluso sé cómo parar una posible muerte. He tenido que aprender eso, porque si algún me pasa algo a mí nadie va a venir a curarme. O lo hago yo, o muero—dice, y mira a mis ojos por unos segundos—. Todo es cuestión de supervivencia, preciosa, y tu muñeca va a dejar de recibir sangre si sigue así.

—Entonces, quita la venda—le digo, y él asiente.

Matías comienza a quitar mi venda con cuidado, intentando hacer el mínimo movimiento posible para que mi muñeca no tenga que moverse demasiado. Además, su respiración se encuentra irregular y relame sus labios cada cinco segundos. Está nervioso.

Suspira cuando quita la venda de mi muñeca, y yo la miro con impresión. Mi muñeca está totalmente hinchada, y está de color morada. Ni siquiera se puede distinguir los huesos de la muñeca, y jamás la he visto de esa manera. Yo miro a Matías, esperando a que diga algo. Él se limita a guardar la venda en su bolsillo y a dejarme espacio para que siga desayunando.

—¿Vas a decir algo de cómo está la muñeca?—pregunto, y luego como un poco de fruta.

—Está rota—dice, y luego me mira—. Necesitas una escayola, pero no disponemos de eso.

—Así no la puedo mover. Con la venda me cuesta mucho menos—le comento, y él asiente como si supiera lo que estuviera diciendo.

—Claro, es que la venda te inmoviliza mucho—me dice, y luego coge mi bandeja ya vacía—. Te la pondré a la hora de la cena, cuando venga. Hablaré con todos para que no te toquen esa muñeca. Está bastante mal.

SOL [Diferente #1]✔️Where stories live. Discover now