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Tras la ceremonia de reconocimiento al mérito por la labor patriótica de Yoongi y muchas palabras extrañas que escuchó durante el acto, por fin habían pasado casi cuarenta y ocho horas.
¿Porqué el mes de abril se sentía tan extrañamente frío? No lo sabía, pero era en lo único que podía pensar mientras un hombre llamado Si-Hyuk o algo parecido, le estaba interrogando. El sujeto había mencionado algo sobre ser un psiquiatra que estaría revisando su estado cada cierto tiempo, pero Yoongi no puso mucha atención. Sólo quería irse y con mucha suerte, dejar de tener a Song como su perro guardián aunque fuera por un día, aunque eso no parecía que fuera a suceder pronto. Por otra parte, debía admitir que la presencia del que alguna vez fue su general al mando, le reconfortaba sólo un poco. De alguna forma, la idea de permanecer en soledad le causaba pánico, ya que era cuando tenía más tiempo para pensar en esos recuerdos que no querían irse de su cabeza.
Alguno de los sujetos que estrechó su mano le había obsequiado un libro. Yoongi se encontraba tendido sobre su cama, vistiendo la pijama a rayas azul celeste y blanco que Song le había proporcionado y se cuestionó por el momento en el que él mismo podría ir a comprar su propia ropa, así como volver a su hogar. Después de perderse por unos segundos contando las líneas verticales del pantalón de tal pijama, sacudió su cabeza tratando de no pensar aún en Daegu, en su vida pasada, en la guerra o en Jimin; pensar sobre todo en el último, le haría entrar en desesperación por irle a buscar y sabía que no podía abandonar Seúl hasta que alguien lo ordenara.

Song entraba a la habitación con camas compartidas de aquel elegante hotel que brillaba en el primer cuadro de Seúl. Aunque era de día, Yoongi mantenía todas las cortinas bajas, privando a la luz del día colarse en el lugar que era únicamente iluminado por la tenue luz de esa lámpara que se hallaba en la mesa de noche a un lado de la cama.

-Yoongi- llamó Song, haciendo que el nombrado dejara en automático el libro sin preocuparse por separar la página de lectura, lo cual hacía obvio que no estaba del todo leyendo.

-Dígame, general.

-¿Recuerdas la insignia que el presidente te otorgó junto con la medalla?

Yoongi asintió con la cabeza para acto seguido levantarse de la cama. Abrió el cajón de la mesa de noche y sacó aquella especie de cartera (como mejor lo describía Yoongi) que no rebasaba los doce centímetros de altura y diez de ancho. En su interior, había una especie de escudo que le recordó un poco a las estrellas de sheriff estadounidense; con la excepción de que bajo la regordeta estrella le decoraban un par de figuras con forma de pequeñas hojas, Song le había dicho que representaban plantas de olivo.

-Lo que tienes en tus manos no es cualquier cosa, Yoongi- Song se sentó sobre la cama e invitó al menor hacer lo mismo-. Lo que te entregó el presidente es una insignia de alto nivel dentro del ejército, te vuelve un soldado de primera categoría.

-Se la devuelvo. No quiero ser un soldado nunca más... Por favor, déjenme ir- Yoongi comenzó a sentir la puerta de escape cada vez más lejos.

-No se trata de eso, guarda la calma. La insignia regularmente se coloca en el uniforme; pero lo que tú ahora portas, te brinda muchos privilegios dentro de éste país. Necesitas aprender a usarlos con sabiduría y calma.

Song continuó explicando sólo algunos de los beneficios que tal emblema concebía. Entrar a cualquier discoteca o centro de entretenimiento totalmente gratis, atención médica para él y su futura familia en los mejores hospitales de todo Corea del Sur y también la oportunidad de desarrollar cualquier carrera universitaria en la universidad que él quisiera sin pagar un solo peso. Song explicó sólo lo que era necesario para un joven de su edad. Omitió hablar sobre la venta de armas y otras cosas que, debido al estado en el que Yoongi se encontraba, implicaban responsabilidades que él no debía tomar.

-Al menos podré comer gratis- Yoongi se encogió de hombros-. Ni siquiera sé lo que voy a hacer cuando me dejen ir... Es decir, según lo que entendí ayer, soy rico.

Apenas un día antes, Yoongi había sido visitado por muchas personas de cuerpos y rostros diferentes pero a sus ojos sólo se veían como formas grises rodeándole y diciendo palabras al azar. Entre lo que pudo entender, era que su difunta abuela había dejado una enorme herencia a su nombre y también la casa que habitaron juntos en Daegu por toda su vida. Alguna otra persona mencionó algo sobre encontrar a sus padres desaparecidos pero eso fue lo único que Yoongi pudo responder, negándose de inmediato. Así que, ya contaban con el seguro de su abuela, la indemnización por el daño contra su persona en la guerra y la manutención que el presidente había prometido. Tenía más dinero del que podría gastar.

-Pronto podrás volver a Daegu, Yoongi. Recibirás tus terapias allá, incluso el psiquiatra va a instalarse en tu ciudad para no perderte de vista. Así que, también sería un buen momento para que entres a la universidad, te servirá para hacer amigos y...

-Nunca aprendí a hacer amigos, general- interrumpió-. Y ya no necesito hacer una carrera universitaria. Ya no tengo que preocuparme por hacer dinero.

-No todo es sobre el dinero, Yoongi.

-Hay gente que mata a otros por dinero, ya lo he hecho... Ya no sé qué más hacer.

Las últimas palabras del menor petrificaron Song. Sabía muy bien que Min Yoongi estaba afrontando una fuerte depresión, trastorno de ansiedad y también estrés postraumático, habiendo tenido un episodio apenas la noche anterior, cuando despertó entre lágrimas gritando códigos utilizados en la guerra y aunque no fuera la primera vez, Yoongi nunca parecía recordar nada a la mañana siguiente. Song se había ofrecido voluntariamente como cuidador de quien en la guerra fuera un soldado bajo su mando, y éste no lo sabía, el mayor había se había jurado a sí mismo resguardardarle, como una manera de redimirse por sus actos.

-Ahora que lo mencionas, ¿recuerdas a ese amigo que me pediste buscar? El de Ilsan...- Song cambió el tema, quería evitar que los recuerdos atacaran la mente de Yoongi.

-¿Lo pudo encontrar?

-No lo sé, aún. Mis hombres hallaron a alguien con ese mismo nombre y características físicas pero está aquí en Seúl, de hecho trabaja en un bar a sólo diez minutos de este hotel.

-No, no puede ser Namjoon. Él estaba por estudiar en Ilsan.

-Bueno, tal vez podríamos visitarlo pasado mañana. Hoy debo reunirme con algunos mandos y...

-Por favor, le ruego me permita hacer esto solo. Si es él, quisiera charlar sin interrupciones.

-Yoongi, es difícil acceder- Song suspiró de forma pesada-. Sabes que hay cosas que no puedes revelar ante simples civiles.

-Hasta donde tengo conocimiento, no se me tiene cautivo ni he sido arrestado, ¿no es así? Por favor, puedo hacer esto sólo. Debo hacerlo.

-Creo que no voy a ganarte con tales argumentos, Min Yoongi. Sólo no olvides llevar tu emblema e identificación... Por favor, dime que no voy a arrepentirme de esto.

-Volveré antes de las doce, lo prometo. Y si no es el Namjoon que busco, entonces estaré aquí antes.

La venganza del inocente. » YoonMinWhere stories live. Discover now