Capítulo 21: La dama que sonríe

343 55 13
                                    

-¿Qué has dicho?-

-Lo olvidé.-

La escena de esta noche muy por el contrario de nuestro mundo transcurría temprano en la mañana. La reciente pareja tomaba el té en un invernadero decorado para la ocasión, Sebastian había pensado incluso en su primera mañana juntos, romántico tal vez.

Perspectiva de Ciel:

"No pasó mucho y pasó todo". Vaya si se me permitiera ser un filósofo seguramente me tacharían de plagiador carente de creatividad. Sin embargo mi entender no encuentra otra palabra para describir lo que fue mi ser la noche anterior. Mi ser... deberíamos comenzar con eso, ¿hablo específicamente de mi ser de carne y hueso o de la encarnación de mi espíritu? ¿Tengo espíritu? Podría decir que el lado instintivo de mi carne se dejó llevar, pero sería contradictorio de alguna forma a mis creencias. Aún así me considero a mí mismo la encarnación de mi esencia en este cuerpo. ¿Divago demasiado? Es natural del ser humano. Aunque seguramente me estaba planteando todo esto con el único propósito de justificar el hecho de que me había quebrado en un momento de debilidad emocional. No fue tan malo.

-¿Disfrutas de la ambientación que elegí para el desayuno de hoy?- Preguntaba el que ahora era mi compañero de vida, suponía que estaba bien llamarlo así. Incluso podría utilizar la palabra enamorado, sin embargo sería poco caballeroso decirle mi enamorado sin yo ser el suyo.

-Compañero de vida está bien...- Hablaba en voz alta, demasiados pensamientos en mi cabeza como para mantenerme callado, que buena primera impresión en la vida familiar Ciel.

-¿Qué has dicho?- Al parecer se disponía a cuestionar nuevamente, mi error, debía corregirlo. En verdad no lograba descifrar sus reacciones, podía saber que se encontraba tenso, pero su rostro no denotaba nada. Esos ojos borgoña que la anoche destellaban en lujuria no hacían más que enfocarse en un periódico del día, las notas grises contrastaban con las flores de tonalidades claras que nos rodeaban.

-Sí, la disfruto.- Respondía sincero absteniéndome de preguntar alguna otra tontería. Desviaba mi atención a los alimentos servidos frente a nosotros, siendo dos en una mesa para cuatro personas y tomando en cuenta la cantidad desmesurada de actividad física realizada tenía altas expectativas para esa comida. Me disponía a tomar un panecillo o algún aperitivo, por educación esperaba a que el alfa se dispusiera a comer también, pero lo único que hacía era observar la puerta del invernadero mirándome de reojo de vez en cuando por supuesto. Pasaron unos cuantos minutos hasta que comenzaron a escucharse pasos rápidos y constantes por parte de alguien, una mujer o un omega si no me equivocaba.

-Es tradición en esta casa tomar el desayuno en compañía de todos los residentes. Mi madre insistió en que tomáramos el desayuno juntos.-
Me informaba Sebastian, una reunión de negocios por supuesto, a todo esto se hacía presente la mencionada dama, quien según Sebastian había pasado la noche en otra locación. Una mujer hermosa sin duda, lucía extrañamente joven por lo que pude deducir rápido que era una omega, dominante casi en su totalidad.

La dama sonreía, sus ojos almendrados se enfocaban en su primogénito y con paso lento que hacía resonar sus tacones en el piso de mármol se acercaba a nosotros. Avanzaba con gracia a pesar de ejecutar una simple caminata, los rizos de su cabello se movían a la par que la tela de encaje de la parte inferior de su vestido. Sus ojos carmín, parecían molestos, sin embargo sus labios se curveaban y se mostraba muy educada.

-Bienvenido sea usted a nuestra casa, joven Phantomhive, a partir del día de hoy tanto usted como mi hijo son el soporte crucial de la mayor alianza política, social y económica de Inglaterra. Felicidades, considérese a sí mismo parte de la familia.- Comenzaba la mujer, oh entonces quería llevar ese tipo de conversación.

Perspectiva Sebastian:

Nerviosismo... no es una cualidad digna de un alfa, sin embargo consideraba que la situación me lo permitía, amaba a mi madre, antes podría decir que la amaba más que a nada en el mundo, ahora tanto la moral como mi corazón me hacen decir que ya no es así. Algo un poco curioso si lo miras desde una perspectiva de tiempo, tomó años para que mi madre se colocase por encima de mi padre y otras personas en mi pequeña lista de importancia, y ahora Ciel se había colado en mi vida en cuestión de unos cuantos meses. De igual modo tendríamos el resto de nuestras vidas para conocernos, únicamente me preocupaba el hecho de que mi progenitora y mi esposo nunca habían interactuado, fue mi deber como cabeza de la familia arreglar el matrimonio y realizar todos los intercambios. Por lo que recuerdo ella llegó a tomar el té directamente con los padres de Ciel para comprobar que no me hubieran estafado. En los libros se habla de que los omegas son muy atentos y amables entre ellos, mi madre puede serlo, pero dudo que mi lindo amante esté de acuerdo con las peculiares tradiciones de esta casa. Al parecer mientras mi mente divagaba ellos ya habían iniciado con una conversación cordial, menos mal.

-Le agradezco señora Michaelis, es un orgullo para alguien como yo poder ser representante de una alianza de tal magnitud. Sin embargo preferiría pensar que mi matrimonio, como el de cualquiera claro ha sido concebido bajo la única premisa del amor.- Decía tierno mi omega, por supuesto que sabía que estaba mintiendo, pero algo en mi interior sabía que debía haber alguna verdad en ese comentario sarcástico.

-Oh, yo lo sé perfectamente querido, los poemas románticos de mi hijo siempre han cautivado hasta a la más fría de las doncellas, o caballeros en este caso. Pero es obvio que tenemos temas más importantes los cuales discutir, puedo percibir perfectamente que cumplieron con los deberes maritales como se tenía previsto por lo que no tendremos problemas con... oh, Ciel, ¿te ha mordido en la parte baja del cuello? Sé que puede resultar vergonzoso y que tal vez prefieras cubrirlo con la ropa, pero es uno de los puntos más dolorosos para hacerlo, Sebastian querido, ¿no lo sabían? ¿Duele mucho?

-No se preocupe, Sebastian no me ha...- Intentaba responder el idiota, ¿acaso creía que podía decirlo así? Tenía órdenes directas de marcarlo en el primer encuentro, e incluso dejarlo en cinta si era posible, probablemente si no desviaba pronto la conversación se desviaría a esa índole y me vería obligado o a volver a tomarlo y marcarlo como es debido, o a desobedecer la ancestral tradición y dejarlo libre.

-No lo he lastimado, madre. Esta mañana lo desperté y tomamos un baño juntos, por lo que en ese momento me encargué de lavar todas las posibles heridas incluyendo la mordida. Su amiga Sieglinde Sullivan se ha encargado de enviarnos analgésicos especiales y los ha tomado a primera hora del día.-

-Hablas más como su padre que como su esposo...- Declaraba entre una risa encantadora la dama de la sonrisa. -En ese caso me gustaría tener una reunión personal con mi nuevo yerno, no te importará tomar el desayuno junto a tu padre, lleva días solicitando una charla contigo y en este caso es imprescindible que te comunique sus últimas voluntades. Es la situación perfecta, ¿no crees?- Terminaba de hablar, sabía que lo que había dicho era una orden indirecta, pero no sonaba tan mal escuchar a mi moribundo progenitor y próximamente antecesor, Ciel también podría con eso, después de todo. ¿Qué sería del matrimonio Michaelis Phantomhive si no pudiera lidiar con unas simples amenazas familiares?




Estamos de vuelta.

Gracias otra vez a todos los que leen y comentan los llevo en mi kokoro :)

Esperen pronto la actualización.

Rojo y AzulWhere stories live. Discover now