CAPITULO 11 La guerra de los Sin Almas

801 47 5
                                    

Rose

Dicen que cuando mueres no sientes nada, que vez una luz y solo debes seguirla para estar en el “Paraíso”, pues déjenme decirle algo, son unos mentirosos que nunca han estado muertos y si es cierto que se lo digan a mi trasero.

Les explicaré porque, no sé donde estoy cuando no estoy con Zoran pero cuando aparezco  no es en medio de una nube de humo o de la tierra, solo aparezco…

Hoy no fue así, fui lanzada abruptamente de algún lugar de una sola patada, entré en un remolino negro lleno de imágenes de muchos lugares y personas, primero subiendo para luego caer atravesando techos y finalmente  caer de culo en un duro suelo. Cerré mis ojos al sentir el agudo  dolor y me levante sobándome la parte más noble de todo ser humano.

Inspeccioné el lugar solo cuando me puse en pie con un dolor más o menos soportable, me encontraba en una biblioteca repleta de libros, con seguridad sabía que era la de Zoran pero ahora unas cuatro mesas cubrían el espacio con muchos libros y pergamino, la chimenea estaba encendida y dos pares de ojos viéndome con mucha atención, el primer par que vi fueron unos café que reconocí como los del desconocido del otro día y los segundos, ni una eternidad perdida en el abismo podrían hacerme olvidar de Zoran.

Me gire para ver a mi espalda y descifrar que veian con cara de idiotas pero al no haber nada supuse que era a mí.

-       Creo que los sombra definitivamente les pisotearon el cerebro

-       Rose? -  pregunto Zoran acercándose como si no creyera lo que veía

-       Si, acaso conoces a otro fantasma? – pregunte con  una sonrisa

Por un maravilloso momento pensé que me iba a abrazar e incluso besarme pero solo se acerco lo suficiente a mi para perderme en el abismo de sus ojos. Estuvimos en esa posición durante algunos segundos hasta que un carraspeo de garganta nos saco de nuestros pensamiento.

-       Disculpa Rose – dijo Zoran siendo el primero en reaccionar – él es Damián … mi maestro

El tal Damián realizo una reverencia medio anticuada pero muy galante en forma de saludo, me acerque a él para observarle mejor, sus ojos eran de un color café claro, su piel al contrario de Zoran era de un tono moreno pálido y su cabello negro atado detrás de su nuca con varios mechones rebeldes cayéndole por su frente. Su cuerpo era musculado incluso mas que el de Zoran y se notaba a leguas gracias a la fina camisa de seda negra que le cubría el torso. Otro carraspeo, ahora de Zoran el que me interrumpió para que dejara de dar vueltas alrededor de su maestro.

-       Mucho gusto – dije cuando me detuve al frente de él

-       Así que tu eres el misterioso fantasma de Zoran, es una pena que estés muerta. – me dijo sin un ápice de sarcasmo en su profunda voz. No supe que decir, solo le sonreí sin saber si sentirme alagada o insultada. -  vaya aterrizaje el que hiciste, gracias a Dios que no tienes peso – “tan bien que habíamos empezado” pensé fulminándolo con la mirada

-       Que es todo esto? – pregunté devolviéndole mi atención a las mesas

-       Estamos buscando el relicario que buscaban los rastreadores -  dijo Zoran acercándose a mi

Todos los recuerdos me dieron en la cara, la persecución, los sombras y mi viaje al inframundo, pero no lograba recordar nada mas que lo que había vivido en este lugar.

-       Creemos que tu tienes que ver algo con el relicario -  me dijo  Damián sacándome de mis pensamientos.

-       Porque lo creen? – dije viendo a ambos no muertos

Durmiendo con la muerte, Libro 1Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu