38.-Decepcionante

349 51 7
                                    

—Me es difícil —te disculpaste— justamente de eso quería hablarles anteriormente. Yo mismo ignoro cómo hacerlo, viene y va como una migraña.

—No sé qué pensar, T/N —el parásito se rascó la cabeza con la punta de la cola— nunca había escuchado de algo similar en tantos años. ¿Siempre has hecho eso?

—Sólo desde hace un día. Ya que insisten en verlo intentaré hacerlo.

su anfitriona no paraba de examinarte con atención. ¿Habría notado la sangre seca en tu nariz? Eso era seguro. Cerraste los ojos y repetiste mentalmente "Niego cualquier sentimiento que tenga hacia Squigly".

¡Y dio resultado! Estabas en medio de una inmensa negrura, suspendido en algo similar al espacio, vacío, alejado del todo. Sólo podías distinguir dos puntos luminosos.

Sentías el peligro de perderte en medio de aquella nada, arrastrado hacia alguna dirección, si cabía hablar de direcciones sin la referencia de aquellos puntos. ¡Imprudente! Por hacer una demostración estabas atrapado en un limbo del que no podías salir, a menos que hicieras lo posible por acercarte a los débiles destellos.

Una angustiosa voluntad se impuso. Sin entender el cómo, te proyectaste, incontenible, hacia tu meta. Todo tenía sentido nuevamente: arriba, abajo, izquierda y derecha. Ancho, altura y profundidad. Podías rodear a Squigly de proponértelo.

Y así fue: ahora estabas justo detrás de ella. ¡No había duda! Efectivamente, te habías desplazado a través del espacio, teletransportado en pocas palabras. Casi podías celebrarlo de no ser por el acceso repentino de tos, sorprendiendo a la jovencita, quien se volteó en seguida.

—¡Disculpen! Creo que debí haberme atragantado con un insecto —ocultaste la verdad: podías sentir una cantidad de sangre espesa en tu boca. Rápidamente dedujiste que hacer gala de tan bizarra habilidad ejercía profundo desgaste físico.

—¡Increíble! —exclamó Sienna— yo tampoco sabía del todo sobre ello... pero hay algo familiar.

—Así lo creo, mi señora. —puntualizó Leviathan— yo recuerdo a alguien capaz de hacer algo parecido. No, espera. No es necesario mencionarlo. Ya no está entre nosotros y además sería imposible, no habría ser humano capaz de pasar por ello.

Te observó a los ojos. Dejó salir un suspiro acompañado de una gran bocanada de humo. Y bajó la cabeza, meditabundo. Al fin, regresó a su compostura y agregó:

—Si fueras anfitrión de alguien más sabría de quien. Pero no es el caso, sólo una conjetura indemostrable. Lo que sea que puedas hacer sin duda debe ser por otras fuentes. Debo disculparme contigo, muchacho, te juzgué injustamente cuando nos conocimos.

—¿De quién se trataba? —interrogaste, un tanto inquieto.

—No, nadie. —Negó rotudamente Squigly— sólo creí por un momento que habrías tenido algo de lo que describían en los libros. Pero veo que no tienes un parásito. Me gustaría saber el porqué de tu habilidad. ¡Ya habrá otro tiempo!

—Lo que me gustaría saber es si puedes llevarnos con la Skullgirl —ironizó el ofidio— ¿No sería práctico, evitar encontrarnos con más enemigos, en particular lo que describió el "amigo"? tengo un muy mal presentimiento sobre ello.

—¿De verdad? ¿Quién crees que pueda ser? —preguntó Squigly.

—Llámame suspicaz, pero si no todo ha cambiado, entonces hay alguien que sigue por aquí. ¡Maldición! Debí preguntarle al informante que nos lo aclarara. sólo cabe esperar que Samson sea la única molestia del pasado que veamos.

¿Tendría razón el dragón? No perdías nada con intentarlo. Ignorando por un instante la charla sostenida con su ama, repetiste todo el procedimiento anterior. Volvías al infinito espacio, alejado de todo. Intentando encontrar más de aquellos destellos lejanos.

No tuviste gran éxito. No distinguías nada. Lo más raro de todo es que no veías realmente nada: toda percepción era más parecida a impresiones mentales, como imaginaciones vívidas.

Regresaste al sitio de inicio, frustrado y mareado. Era harto evidente que aquella habilidad tenía severas restricciones. Tendrías que recurrir a todo tu ingenio —también muy limitado— para hacerla útil en la búsqueda. ¿Y por qué tenías que repetirte que no sentías nada por alguien especial? De acuerdo, no escribiste tú las reglas ni deseaste en momento alguno poder hacer ello.

¿En verdad no habías visto nada en aquél lapso? Tenías recuerdos vagos de haber estado en presencia de alguien. Era inalcanzable saber de quién, si es que fue así. Debió ser alguien que te esperaba; a tenor de que recordabas tres palabras: "¿Tú de nuevo?".

Lo más raro de todo fue recordar sentir algo al estar cerca de aquella supuesta presencia. ¿O habrá sido tu imaginación? La misma mente humana resultaba frágil cuando se perdía en el yermo negro. Sin duda esta circunstancia estaba fuera del alcance de los humanos normales, por una buena razón. Incluso un anfitrión con un parásito tendría dificultades de ir a ese sitio y permanecer por tiempo indefinido, si cabía hablar de tiempo.

Pero no había tiempo para perderse en cavilaciones, porque aquella de la que renegabas se mostraba alegre y curiosa cuando mencionó un nombre: "Eliza".

Siete Veranos (Squigly X Lector)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant