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Hyunjae disparó sin pensárselo dos veces al hombre mayor que tenía frente a él, pero aún así, seguía sin llenarle.
Apretando la mandíbula sacó la daga de su funda y se la clavó a otro hombre, impregnandola de sangre.
Cuando la sacó observó las gotas que caían hasta sus manos, el pequeño cuchillo era de Yeongju y lo cuidaba con su propia vida.
Al volver a pensar en ella una simple y solitaria lágrima se escapó de su ojo, pero al segundo la limpió con el dorsal de su mano.
- En la siguiente salida tenéis al jefe - se oyó a Chanhee por el pinganillo.
El rubio se adelantó y corrió hacia la dirección que el chico de pelo rosa le había dicho.
Abrió la puerta y como era de esperar, el jefe estaba sentado en su silla, esperándole.
- Buenas ta- - comenzó hablando el hombre pero Jaehyun le interrumpió.
- No tengo tiempo para tonterías - le clavó la navaja en el lateral del cuello y la giró, para que la herida no cerrase, lo cual no iba a pasar.
El rubio recuperó su aliento y tocó su pinganillo.
- Listo - les advirtió con voz ronca.
Salió de la habitación y todos le observaban callados.
Hyunjae se dirigió fuera del efificio, sin ningún rumbo en mente siguió caminando.
Hasta que llegó al sitio que peores recuerdos le traía.
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