Él... Ian Robinson.

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Ian.

Ian Robinson, para ser exactos.

Estaba cansado, muy exahusto , para ser sincero. Eso de cuidar un bebé, no era para mi.

A mis veinte años, debería estar con mis amigos y una que otra chica divirtiéndome y pasando el rato.

Pero no, justo ahora, a mi padre se le ocurría andar de promiscuo y tener un hijo al que no quiere cuidar.

Era un hermoso bebé, de unos tres meses. Al que había cuidado desde que nació.

Yo estuve con su madre todo el embarazo, la llevé a las consultas, porque mi padre no le interesaba y me daba pesar que mi hermano se fuera a una institución.

Lastimosamente su madre tampoco lo quería, es más lo odiaba. Ella era una modelo, que por azares del destino, cayó en la cama de mi padre y después quedó embarazada y para cuando se enteró, el aborto ya no era una opción.

Sin importarle el bebé, ella consumió drogas y alcohol, sin mesura.

Eso hizo mella en ella y en mi hermano.

En ella porque murió a la hora del parto por una hemorragia y en mi hermano, porque tiene problemas del corazón y es muy enfermiso.

Cabe destacar, que yo no lo veo como mi hermano, más bien, para mi es como mi hijo.

Mi padre, seguía con su vida alegre y no se preocupaba por nosotros.

Yo tenía mi apartamento que contaba con tres recámaras y una de ellas, era mi habitación, la otra era la de mi hermano y la que quedaba era el estudio.

Pero igual me sentía bien, porque prefería una vida apretada, que saber que mi hermano estaba en una institución pública.

Ahora mismo estaba cambiándole el pañal.

Sonreí.

Amaba a ese bebé.

-Vamos a ver...- le coloqué un pantalón cómodo corto y una camiseta blanca-. Ahora si.

Lo tomé en brazos y lo llevé hasta la sala.

Una vez allí, lo dejé en la alfombra, mientra el jugaba, yo tomaba los contratos que debía revisar para mañana.

Mañana.

Mañana empezaba la Universidad y también tenía que trabajar.

No sabía que hacer por las tardes, ya que en la mañana yo trabajaba en la empresa de mi madre, para poder mantenernos a mi hermano y a mi.

Él, no nos daba ni un céntimo, pero ese era muy su problema.

-Creo que debo dejar la carrera - susurré.

Pero luego me vino a la mente la imagen de mi nana.

Sarah.

Me puse de pie y fui por el teléfono.

-Mi niño - habló mi nana.

-Hola nana- contesté -. Necesito me ayudes con Matt, por favor - ella sabía todo lo que tuve que pasar.

-Claro amor, ¿cuándo?- respondió con esa voz maternal suya. La que me ayudó todo este tiempo cuando me hizo falta mi madre.

Ella murió cuando yo nací.

Mi padre la amaba con locura y ellos tuvieron dos hijas antes que yo.

Todos me culpaban de la muerte de mamá.

-Mañana, solo sería en las tardes. Es un bebé tranquilo, no te dará problemas...- hablé rápidamente.

-Esta bien, estaré allí al medio día.

Luego de esa conversación, me permití respirar tranquilo.

Yo manejaba la empresa de mi mamá, y poco a poco, estaba subiendo. Pero necesitaba conocimientos para poder mejorar. Me hacía falta una asistente.

Ya había puesto el anuncio en el periódico.

Robinson S. A., era el nombre y era reconocida nacionalmente, pero quería expandirme.

Robinson, era el apellido de mi madre y era el que había adoptado cuando me hice mayor.

Mi madre me había dejado la empresa, porque presentía que mi padre nunca me querría.

Y acertó.

Acorralada©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang