LXXX. Entre líneas de lápiz

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—¿Ginevra? —repitió Emeline. La pelirroja parpadeó en su dirección y elevó ambas cejas, finalmente apartando la mirada de la ventana.

—Lo siento —murmuró—, ¿qué decías?

Emeline sonrió y suspiró sin dejar de mirarla.

—Pregunté cómo te has sentido, dime, ¿has tenido pesadillas? —preguntó con verdadero interés.

Ginevra agradece aquello, que Emeline siempre se ha mostrado interesada en su bienestar y no sólo en el rompecabezas que se ha vuelto su mente, como el resto de los doctores que la atendieron en el hospital.

—Mhm, sí, algo de ello —respondió mordiéndose los labios—. Nunca es lo mismo pero despierto igual de desesperada, igual de confundida. Igual, si.

Emeline asintió lentamente y garabateó sobre su libreta.

—¿Qué hay de las personas? ¿Has logrado ver algún rostro? ¿Identificas los nombres? ¿Puedes recordar...?

—No puedo recordar nada —gruñó entre dientes. Emeline asintió y la observó con ojos entrecerrados.

—¿Y los dibujos? —insistió.

—Son sólo eso. Dibujos —respondió cortante.

—Bien, ya son las cuatro. Te veré la próxima semana, ¿de acuerdo? —sonrió Emeline.Ginevra suspiró y asintió con cansancio.

Estaba agradecida del interés de Emeline, si, pero su interés no le estaba ayudando a descubrir nada. Sabía exactamente lo mismo que hace dos meses: que su padre y su hermano estaban muertos, que el hombre que se llevó el auto por el frente estaba en prisión, que se llama Ginevra Weasley y que no recuerda nada.

De no ser por las identificaciones que recuperaron del accidente, no conocería el aspecto de su padre y su hermano. No sabría ni su nombre. Vive simplemente por lo que siente.

Trabaja en una librería, de eso vive. Sabe que antes trabajaba en una revista deportiva, pero ahora que no logra ni siquiera recordar su puesto, R.H. ha tenido la gentileza de darle un puesto en una de sus librerías distribuidoras. Lo agradece, aunque hubiera preferido comenzar en otro sitio, de nuevo sin nada que estuviera relacionado a lo que tuvo. A lo que no recuerda.

—Seguro, te veré la próxima semana —respondió en un suspiro.

Salió del edificio con más cansancio del que tenía al inicio del día. Tenía permiso de llegar tarde a la librería, así que siguió el camino que acostumbraba después de ver a Emeline y se detuvo en el parque.

Era lo único que parecía tener sentido, se sentía tranquila ahí sentada rodeada de árboles, escuchando las voces de niños, el rechinar de los columpios y el soplido del viento. Se sentía todavía mejor dibujando todo aquello que alcanzaba a ver. Todo aquello que podía tocar y recordar.

Una parte de ella creía que dibujaba por si es que olvidaba todo de nuevo, al inicio eso le había dicho Emeline, casi lo cree, casi. Pero cambió los rostros por paisajes y todo parecía bien, le gusta deslizar el lápiz sobre la hoja, lo siente bien.

Sin embargo, si tuviera que elegir algo para dibujar por el resto de su vida, algo para no olvidar de nuevo, sería al hombre que cuida al niño pequeño todos los días.

—Anda, Teddy —llamaba el hombre.

A Ginevra le gusta trazar la línea de su mandíbula cuando baja la mirada y observa al niño, Teddy, a quien le Ginevra prefiere difuminar sus mechones por ser tan clarísimos. Incluso ha comenzado a cargar con un color azul en su bolso porque, desde que las vacaciones de verano iniciaron la semana pasada, Teddy lleva el cabello de un azul eléctrico que disminuye su intensidad día con día.

¡Ey! Ginevra (One-Shots) © [Harry&Ginny]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora