Cap. 30

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Capítulo Treinta: Distancia.

Corriendo por las calles de este pequeño pueblo, tropecé un par de veces debido a los tirones del pequeño que chillaba cada vez con más temor debido a nuestra demora. 

— Vamos, vamos —soltaba apenas en suaves palabras, él me guía sin una pisca de temor en sus pasos, pero mi pecho se agitaba cada vez más a medida que notaba la distancia que iba creciendo y creciendo entre Yoriichi y yo.

El viejo puesto de aquella mujer quedó perdido entre la lejanía a medida que daba otro paso. 

— ¿Aún queda mucho? —pregunté agitada.

— No mucho —respondió rápido sin perder el ritmo—. Vamos, es por aquí.

Atravesamos un par de calles doblado una y otra vez a medida que llegábamos al final de ella, ya no lograba calcular al menos la cantidad de tiempo que hemos estado corriendo de un lado a otro. Pero, mi falta de capacidad física comenzaba a dejarse notar. 

Cuando estaba a punto de pedir un breve descanso para tomar aire y calmar mi respiración, el niño se detuvo con pasos temblorosos frente a un hogar humilde. 

— ¿Es aquí? —pregunté al ver como el color de su piel comenzaba a cambiar dejando atrás todo rastro de sudor y calor por haber corrido por tantas calles, ahora el blanco como papel tomaba lugar en su rostro. 

Él asintió despacio, sin quitar sus ojos de la entrada al hogar. 

Dio un paso queriendo acercarse más a la puerta, pero inesperadamente un grito desgarrador se escuchó desde el interior derrumbando sus pequeñas y delgadas rodillas. El muchacho cayó aterrado al suelo llevando sus manos a la altura de su cabeza cubriendo sus oídos con ella, como si quisiera esconderse del mundo y desear que solo se tratara de una pesadilla. 

Supe inmediatamente por su reacción de quién se podría tratar, al verlo así sería aún más difícil para mí entrar a ayudar. No sabría de qué forma este chico podría reaccionar una vez dentro. 

Me puse de cuclillas y quité sus manos tratando de estabilizar su nerviosismo y horror, sus pupilas estaban recogidas en dos pequeños puntos negros, su mandíbula temblaba con fuerza dejando escapar débiles sollozos. 

— Escucha —susurré —. Vuelve hasta aquel puesto en donde me encontraste, allí encontraras a un muchacho de largo cabello rojo. Él usa unos aretes largos; son unas cartas de hanafuda. Ve y dile que Kimi te envía...yo, entrare sola ahora. Debo asegurarme de encontrar a tu madre. 

Le di unos suaves golpes en su cabeza queriendo transmitirle toda la calma que me quedaba, levantó la mirada clavando sus ojos en los míos y asintió rápido para luego ponerse de pie y correr de regreso por las calles que poco antes atravesamos.  

Volví la mirada a la puerta de entrada, tomé aire alejando el miedo que queda en mí para luego dar un paso y acercarme al hogar. Pensaba en alguna manera de entrar sin hacerlo tan obvio cuando la puerta de material ligero se abrió despacio ante mí invitándome a pasar. 

Un aire frío recorrió mi espalda ante aquello. 

A pesar de que he tenido una mala sensación desde que aquel niño llegó llorando a mi lado, no puedo seguir ignorando los sollozos femeninos que provienen del interior de este lugar. Alejé las últimas dudas para dar un paso firme y entrar al hogar, apenas atravesé el umbral, la puerta vieja se cerró tras de mí de un solo movimiento. 

Lo primero que me recibió fue una pesada oscuridad, extendí mis manos queriendo encontrar algún muro o algo firme que me sirviese de apoyo y guía. Choqué un par de veces hasta que logre sentir unas frías y deterioradas tablas frente a mis dedos. 

Me apoyé en ellas y seguí el camino que trazaban por la casa, aunque tenía una apariencia muy humilde y vieja desde el exterior, una vez dentro es sorprendente que no es tan pequeña como pensaba. 

A medida que avanzaba, los sollozos femeninos se hacían cada vez más fuertes, los use como señal para ir marcando mis pasos. La oscuridad empeoraba todo, en especial el aire incluso se sentía más pesado, mi corazón se agitaba a ratos cuando escuchaba un ruido extraño, pero cada vez que eso sucedía, recordaba que el niño fue en búsqueda de Yoriichi. 

Pensar en su llegada calmaba mi temeroso corazón.

Tras haber caminado un buen tiempo rodeada de oscuridad, logre llegar hasta una puerta larga. El material de esta no era muy distinta de las paredes por las que he estado pasando. Pero, se sentían más firmes que ellas, lo que convertía todo en algo aún más sospechoso y peligroso.

El suave llamado de una mujer me sacó de aquel pensamiento, abrí la puerta y entre casi a pasos apresurados, es crucial asegurarme primero que ella estuviese sola. 

— Ayuda...por favor...

Sus palabras salieron con suma dificultad de su garganta, me acerqué a su delgado cuerpo que yacía tirado en el suelo como sí de un viejo bulto se tratara. 

— ¿Está sola? —pregunté despacio.

Antes de que pudiese recibir una respuesta, cientos de pequeñas velas se encendieron en orden por toda la habitación aclarando la vista de la escena frente a mis ojos. 

El cuerpo de esta mujer sangraba por todos lados, sus brazos cubrían su cabeza, todo su cuerpo temblaba con fuertes espasmos. Traté de tocarla para asegurarme de su estado, pero ella al sentir apenas el calor de mis dedos, se movió de forma brusca alejando lo más que pudo su cuerpo de mi contacto.

— ¿Ves lo que sucede cuando haces lo que quieres? ¿Cuántas personas inocentes tendrán que seguir pagando por tu frialdad? Las cosas serían muy distintas sí tan solo te hubieses quedado a mi lado, Kimi. 

Mis ojos se abrieron con terror al escuchar su voz, todos los vellos de mi piel se erizaron por el miedo, incluso mi respiración se cortó en el aire dejando un frío helado en mi pecho.

Sus pasos llegaron a mis oídos como dos golpes fuertes anunciando el fin de mi corta vida. 

Antes de que pudiese reaccionar, sus dedos acariciaron despacio una de mis mejillas.

— Ya no volveremos a separarnos—susurró. 

Perdón por la demora!!

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Perdón por la demora!!

Es solo que, esta segunda mitad de año ha sido agotador ><

Espero les haya gustado♡♡ gracias por leer!!

Nos leemos pronto♡~

Eres mi Sol - YoriichixTú *TERMINADA*Where stories live. Discover now