Epílogo II: Olor a Manzana

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No se dio cuenta de cómo exactamente había acabado allí, no hasta que recuperó el aliento y se sintió cómodamente dejado sobre su deshecha y desastrosa cama. Solo vio a Rubius quitarse su ropa de rodillas sobre él, sin perderlo de vista, con una respiración tan agitada y una mirada tan cargada de hambre, que Willy volvió en sí.

-Necesito tomar agua -dijo apresurado, sentándose para levantarse.

Pero Vegetta lo detuvo subiéndose de rodillas al colchón y empujándolo de vuelta a la cama. Acercó su boca a la suya, invadiéndolo con su lengua y el jugo de la manzana que masticaba. El beso dominante y exigente, obligándolo a quedarse tumbado, devolviéndole el calor al cuerpo con la perfecta falta de oxígeno. Willy se agarraba a las colchas desesperado por todo el fuego que sentía, ardiendo al escuchar al oso resoplar como una bestia, excitado y muy cerca de ellos. Se sentía observado, apresado, solo podía rogar por más mientras su cuerpo temblaba a la espera, se derretía imaginando esos ojos sobre él, con la lengua de Vegetta jugando en su boca.

Rubius le abrió las piernas separando sus rodillas, dejándolo tan expuesto que soltó un ansioso gemido que Vegetta saboreó de sus labios y atacó aún más hambriento. Quería que su amor de toda la vida le ahogase, quería que el guardián de sus pecados, el de esos ojos que miraban su cuerpo expuesto lo lamiese, que su mano volviera a invadirlo dentro, que lo llenase de todas las formas posibles, sentirlos por todo su cuerpo, lo quería todo y ahora.

Un suave beso sobre sus labios, tierno, y adornado con una sonrisa de esos ojos morados, una caricia dulce levantando su barbilla hasta aquella mirada, fue como se despidió uno de los mejores besos de su vida. Y aunque por fin pudo respirar gruñó por necesitar más de ello, provocando que la sonrisa de Vegetta creciera, tanto como su ego, y sin embargo otra mano reemplazó la de Vegetta en su mandíbula, una que le sujetó con fuerza, clavando las uñas en la piel obligándolo a mirarlo antes de besarlo con la misma fuerza, dejándolo sin aire, cumpliendo sus sueños con caricias por todo su cuerpo.

Separaron sus bocas terminando el beso que los ahogaba, con los labios brillantes y sonrosados, y un fino hilo de saliva que seguía enlazándolos, recuperando el aire perdiéndose en la mirada cariñosa del oso y temblando por la mano que se deslizaba a lo largo de todo su cuerpo, amaba que lo mirase así, que lo acariciara con esa intención tan perversa. Vegetta se robó la atención del oso sosteniéndolo del cabello, robándole un beso delante de Willy, que él saboreó como si los labios que se rozaban delante suyo estuvieran recorriendo su propia piel, con esas lenguas por todo su cuerpo.

Un suspiro delató sus pensamientos, y los ojos amatistas a la vez que los marrones y verdes lo encontraron con la suavidad con la que se estaban besando. Vegetta alcanzó su cuello, acariciándole los labios con el pulgar antes de inclinarse y hacerlo con sus propios labios, tocándolo con su lengua y haciéndose a un lado un segundo antes de que Rubius lo repitiera, consiguiendo otra vez ese maravilloso sonido de la garganta del albino, para luego volverlo aún más loco cuando los dos lamieron sus labios y besaron su boca, juntos.

Ni siquiera en sus sueños tuvo algo como eso. Se agarró a ellos, tomando ese beso con todo de él, porque ahora sabía que era estar completo, y no quería dejarlos ir, no mientras su corazón palpitara de esa forma, mientras su piel los reclamará, mientras su cuerpo los necesitaba.

Rubius levantó sus piernas colocando las rodillas en sus hombros y Willy cerró los ojos, amando la fuerza de aquellas manos de duras uñas, su fuerte respiración, el calor que despedía, el olor del alfa entrando en él sometiéndolo, el olor del omega seduciéndolo. Sus manos apretaron aún más las sábanas cuando sintió los dedos de Rubius abriéndolo con un exigente deseo. Vegetta lo acomodaba sobre sus piernas, apartando con dulzura el pelo de su cara, cubriéndolo de besos, sonriendo cada vez más satisfecho con cada gemido que dejaba salir, con cada sacudida de su cuerpo.

Olor a manzanaWhere stories live. Discover now