the blower's daughter

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vii

Diciembre 2013

Damien Rice me mantiene con los ojos cerrados con el volumen al nivel máximo. Me intento concentrar en la música y no en lo negro que veo en mis ojos.

No lo consigo, por lo que abro los ojos y los clavo en el techo de mi habitación. De madera.

Suspiro.

Hasta las vigas parecen tener más vida que yo.

Llaman a la puerta, lo que me obliga a bajar el volumen hasta que vuelvo a escuchar mis propios pensamientos. Me doy la vuelta y le doy la espalda a la puerta, arropándome con mi colcha.

Realmente han sido capaces.

El colchón se hunde bajo el peso de mi madre.

-Estoy mala -digo. Y toso.

Casi la escucho frunciendo los labios.

-La madre de Paula me ha invitado a un café hoy. También estaba Erika.

Realmente han sido capaces.

-Creo que sabes de lo que estoy hablando.

Me incorporo y me apoyo en la pared.

-¿Qué te han contado?

-Paula no dejaba de llorar.

Pongo los ojos en blanco.

-Mamá, no me pasa nada.

-¿Sabes lo que es? ¿Sabes lo que es que una de las madres te tenga que contar que tu hija puede tener un desorden? ¿Sabes la cara que se me ha quedado? -Hace una pausa-. Siempre he pensado que si eso le ocurriese a una de mis hijas me daría cuenta en seguida...Y lo trataría de arreglar como pudiese. Y no lo he hecho.

-Mamá, ellas tampoco lo notaron. Nadie lo ha hecho.

-¿Y ahora qué hago yo? ¿Te mando a un psicólogo o a un psiquiatra?

-Sé que no quieres hacer eso y que eso es cosa suya. Ya sabes cómo son las pastillas: se toman una hasta para las yagas de la boca. 

-Yo haré lo que sea lo mejor para ti.

-No soy bulímica. Ni tengo ningún tipo de desorden. Ni nada de lo que te han dicho. Estoy bien. Sólo estoy un poco... decaída. Eso es todo. Se me pasará.

Suspira y no dice nada durante unos minutos. Me mira con esos grandes ojos azules que yo no he tenido el privilegio de heredar. Mi hermana sí.

-Prométeme que si vuelves a tener ganas de hacerlo me llames. Y lo hablamos.

-Vale.

-Y por favor no malgastes tus mejores años. Los dieciséis hay que disfrutarlos.

Le sonrío.

-Tampoco digas que ellas no te quieren. Realmente se preocupan por ti.

Sigo pensando de la misma manera de ellas. Pero asiento.

Me da un beso en la frente y me hunde en sus brazos. Mi madre es una de las mejores personas del mundo. Y una de las que más se preocupan por mí. La quiero más que a mí misma.

Antes de cerrar la puerta, me dice:

-¿Por qué no escribes una historia de esto?  


Roller Coaster (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora