¿Despertando con el enemigo?

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Sintió pánico al darse cuenta de que estaba sola en aquel colchón. Se levantó bruscamente, ¿dónde estaba Nayeon? En su mente se empezaron a formar imágenes precipitadas de una posible venganza por parte de la pelinegra en la que le concedía una noche mágica para luego arrebatársela fugándose de allí y dejándola encerrada y humillada. En su mente. Sus latidos se pausaron al darse cuenta de que Nayeon estaba sentada en una esquina mirándola con una mueca burlona. Tenía el libro abierto en sus manos. Había estado leyendo. Suspiró aliviada.

— Buenos días – la pelinegra intentó reprimir la risa al ver a Mina tan asustada. Se imaginaba el motivo de su pánico.

Mina le contestó con un gesto y se acercó a ella, cubriéndose con la sábana y sentándose a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.

Nayeon fingió leer pero lo cierto es que estaba oliendo el aroma que emitía el cabello de la chica. Se le ponía la piel de gallina solo de pensar en lo que había pasado la noche anterior. Había estado tan convencida de que no la perdonaría nunca pero... no pudo resistirse al ver su intento desesperado. Después de todas estas semanas siendo su prisionera la conocía lo suficiente para saber que contestarle todas aquellas preguntas sin sentido aparente había supuesto un enorme esfuerzo para ella. Ja, nunca digas nunca...

Salió de sus pensamientos al ver como su grácil mano le pasaba la página del libro. Claro, no podía fingir que leía si llevaba media hora en la misma página... Mina se había dado cuenta, normal.

— ¿Tú ya lo has leído?

Mina se separó ligeramente de Nayeon, y le negó con la cabeza.

— ¿Y entonces por qué me lo diste? Debes estar igual de desesperada que yo por saber cómo continua. Se encogió de hombros como respuesta. Nayeon la miró con curiosidad.

— No eres mujer de muchas palabras, ¿eh?

Mina sonrío. Bajó la mirada y se puso a dibujar círculos con el dedo en el suelo.

— Desde hace tiempo tengo problemas para entender las relaciones sociales.

Se sorprendió a sí misma con aquella revelación. Las palabras habían salido de su boca sin que se diese cuenta.

La pelinegra empezó a dibujar círculos en el suelo con ella, chocando y rozando su dedo índice con el de Mina. Acariciándolo levemente cada vez que éstos se encontraban. Encuentros que se sucedían cada vez con más frecuencia hasta que finalmente atrapó en su mano el dedo de la japonesa.

La pelirroja emitió una suave risa. El tacto de Nayeon le daba fuerzas para continuar.

— Irónicamente no parece que tenga problemas para fingir que las entiendo.

El rostro de Nayeon cambió a una expresión graciosa. Parecía que la pelinegra estaba intentando encajar el significado de esas últimas palabras.

— ¿Eres espía?

Mina asintió.

— Y yo que pensabas que eras la niñera –sonrío al ver el rostro molesto de la chica – ¡Es broma! No te ofendas. Aunque... No debes ser muy buena espía –y con dos movimientos atrapó a Mina contra la pared, con ternura, dejándola de espaldas a ella.

— ¿Y eso por qué, oh increíble gánster que se dejó capturar?

Golpe bajo. Por lo visto la chica también sabía jugar. Eso le gustaba. Le susurró al oído la respuesta.

— Porque nunca debes revelar tu profesión – le mordisqueó el lóbulo – Ni tu identidad- los mordiscos eran pequeños y pausados, arrastrando entre ellos sus labios para no separarse ni un solo momento – y por encima de todo...nunca, pero nunca, debes decírselo a una gánster del bando rival.

Con sus manos bajó suavemente la sábana que portaba y descubrió el cuerpo de Mina para recorrer con las yemas de sus dedos su abdomen, rozándolo simplemente, logrando que el cuerpo de su guardiana se estremeciera y comenzase a emitir respiraciones más fuertes, hasta bajar a su zona más íntima, acompañando el movimiento de sus manos con besos cada vez más acelerados en el cuello de la chica de cabellos rojizos.

Mina tenía la piel totalmente erizada. Estaba de espaldas a Nayeon por lo que no podía ver el rostro de la causante del placer que experimentaba. Al notar como Nayeon se introdujo en ella se agarró con fuerza al pelo de la pelinegra, pero eso no fue suficiente cuando ésta aceleró el ritmo, precipitándola poco a poco a lo que sabía que estaba a punto de ocurrir. Para cuando llegó al orgasmo Mina estaba arañando con fuerza la pared. Una vez más le había otorgado el control de su cuerpo a Nayeon.

Al terminar se dejó caer exhausta en el cuerpo de la pelinegra, quien la rodeo con sus brazos y la dio un último beso en una de sus sonrojadas mejillas, dejándola reposar en su pecho.

— ¿Te apetece leer?

— Sí...

La voz de Mina aún tenía un deje de los gemidos que había emitido hacia tan solo unos instantes. La pelinegra no pudo evitar esbozar una sonrisilla.

Se levantó a por el libro dejando a Mina de rodillas en el suelo. Volvió a su lado y se sentó apoyándose en la pared. Mina se colocó entre sus piernas y se recostó nuevamente en su busto.

Nayeon comenzó a leer en voz alta mientras Mina se alimentaba de sus palabras y acariciaba tiernamente las piernas que le rodeaban, las piernas de su pelinegra.

La desnudez de ambas era una prueba de que el frío no existía para ellas en aquel instante.

                                          👥👥

Estaba tirado en el sofá viendo un western en la televisión cuando escuchó la puerta de fuera abrirse. Somin había vuelto de su reunión con el jefe. Genial, le vendría bien escuchar novedades.

La castaña le informó de todo lo hablado con el jefe en aquel encuentro. Matthew ya sabía todo aquello de antemano por lo que eso no le aportó nueva información, pero tenía que ser cortés para que Somin cogiese la costumbre de contarle absolutamente todo...

— Ah, y me ha pedido que vaya mañana al almacén a ver qué tal va la cosa.

Esta última frase llamó su atención. Bien. Por fin podría empezar a obtener lo que buscaba.

                                      👥👥

— Creo que ya es suficiente por ahora o me quedaré afónica.

— Anda, un capítulo más, por favor... Está tan interesante...

Nayeon estaba a punto de consentir a la pelirroja cuando el sonido de un teléfono interrumpió el momento.

— Salvada por la campana...

¿Eso había sido una burla? ¿Mina sabía burlarse? Vaya, parecía que la misteriosa chica aún podía enseñarle más cosas de sí misma.

El teléfono seguía sonando, Mina no encontraba las llaves. Parecía rebuscar entre todas las ropas sin acertar. Nayeon la observaba divertida.

— ¿Necesitas ayuda? – le preguntó con sorna – Mira debajo de tu pie izquierdo.

Mina se sonrojó. Ahí estaban. Abrió la puerta y salió corriendo por el teléfono sin preocuparse de seguir desnuda. Cuando descolgó y escucho la voz imponente de su jefe sí que se dio cuenta de su ausencia de ropas, y eso le llevo a recordar el motivo de su desnudez...

— Mina, ¿me estás escuchando?

Mierda, tenía que prestar más atención.

— S-sí, se-señor.

El jefe dudó ¿La impenetrable Myoui Mina tartamudeando? Sonrío. Eso significaba que quizás las cosas habían mejorado.

— ¿Qué tal va la prisionera? ¿Y tú? ¿Te encuentras cómoda con Im?

— Sí, este no, n-normal, eh, todo bien, señor – "¿pero por qué mi boca se adelanta a mi cerebro?" pensó - todo bajo control.

— Eso está bien, Mina – el tono de su jefe parecía querer tranquilizarla – Es bueno que te lleves bien con ella.

— Ah... ¿sí? - ¿a dónde quería ir su jefe?

— Sí, porque esa va a ser precisamente tu nueva misión.

— ¿Qué? – no pudo disimular su sorpresa.

— Quiero que te ganes su confianza, que descubras todo sobre ella. Quiero que sienta que contigo no corre ningún peligro. Quiero que ella te desvele la información que buscamos. Y cuando lo haga quiero que me llames y limpiemos el asunto como es debido.

Mina no quería escuchar aquello.

— Pe-pero señor, no creo que... no creo que vaya a confiar, la prisionera me odia y...

— Somin no me ha contado eso precisamente – le interrumpió con tono autoritario.

Maldita soplona.

— Pero Matthew me obligó a... y desde entonces pues...

— Estoy seguro de que podrás arreglarlo ¿O es que prefieres que deje que Matthew emplee sus juguetitos para sacarle la información?

— No, señor – lo dijo casi con desesperación – es solo que... Bueno, eh, necesito tiempo yo...

— El tiempo empieza ya. Gánatela. Sedúcela. Haz lo que siempre has hecho. Eres una espía, Myoui, la mayor tentación que ningún hombre o mujer ha podido evitar. Tu red es insaciable. Quiero que Im caiga en ella lo antes posible. Ya conoces el procedimiento, Mina, informes todas las mañanas.

Y tras estas palabras colgó, dejando a Mina petrificada con el teléfono en la mano. Habría seguido así durante horas de no ser por la voz de Nayeon.

— ¿Señor? ¿Hablabas con tu jefe? Qué pena que no supiese que al otro lado de la línea le esperaba su espía más sexy sin nada que cubriese sus curvas – la pelinegra atacó con un tono juguetón.

Mina no cambió de gesto. Seguía aturdida. No sabía qué hacer. Nayeon se acercó hasta situarse a un metro escaso de ella.

— Hey, no te vayas, por favor. Vuelve conmigo. No me dejes sola.

Esas palabras hicieron que por fin reaccionara.

— Vayamos a la bañera.

La pelinegra se dejó guiar hacia el baño. Estaba claro que aún iba a requerir de mucho trabajo por parte de ambas para lograr derribar ese muro emocional que Mina se empeñaba en construir a su alrededor.

Se metió en la bañera como ya había hecho las anteriores veces en las que había estado en ese baño, pero esta vez había una pequeña diferencia. Mina se metió con ella y se dejó acurrucar por su cuerpo. Le gustaba el cambio.

Mina no paraba de darle vueltas a lo que su jefe le había dicho, ¿qué podía hacer? Sabía que la estarían vigilando para 'garantizar una protección extra' a la espía...En este caso a ella... "Mierda, yo no necesito esa maldita protección" pensó molesta. ¿Cómo iba a salir de esa? No quería hacerlo... Pero no podía decírselo a Nayeon, ¿y si no le creía y pensaba que todo había sido un plan desde el principio y que la había utilizado? ¿Y si se iba sin ella? o peor, ¿y si le hacían algo por su culpa? No había salida... Su única forma de protegerla era también la forma de destruirla. Debía quedarse a su lado para asegurarse al menos de que no le pasará nada a la pelinegra.

El tiempo hizo que sus cuerpos empezaran a mostrar las primeras arrugas por haber pasado tanto rato en el agua. No habían hablado desde entonces, simplemente habían permanecido ahí, con sus cuerpos en contacto. Nayeon había cerrado los ojos para sentir los latidos de Mina. Sabía que algo la preocupaba, pero ¿qué? ¿Cuándo empezaría a abrirse con ella? ¿Sería siempre así? ¿Siempre? ¿Quería estar para siempre con Mina? No hacía falta que se lo preguntara, ya conocía la respuesta de antemano.

— ¿Por qué no te escapaste?

— ¿Eh? – la pregunta pilló a la pelinegra desprevenida.

— Anoche, cuando hicimos el amor, ¿por qué no te marchaste? ¿Por qué no lo hiciste esta mañana? ¿Por qué sigues sin hacerlo? – su voz reflejaba miedo.

Nayeon quiso tranquilizarla.

— Porque no quiero escaparme. El cuarto, este sitio...Sólo es una prisión física. La única celda que me preocupa es la que me aparta de ti. Sólo puedo escapar estando a tu lado.

Mina se apretó más aún contra el cuerpo de Nayeon. Ocultó su rostro en el pecho de la pelinegra para que ésta no le viese como sus ojos se humedecían poco a poco. Ahora, más que nunca, deseaba no haber sido tan egoísta y haberla liberado. Deseaba que Nayeon le odiara para que se hubiera escapado sin mirar atrás. Deseaba cualquier cosa antes que tener que traicionarla y romperle el corazón, pero al mismo tiempo no podía evitar desear con toda su alma estar con ella.

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Me dio flojera editar el capítulo, cualquier error una disculpa. Ten lindo día.

Something I need | ♡ MINAYEON ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora