38. La bruja de Huinala.

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Dedicado a: flaquita4.


La carretera estaba desierta a esa hora, la humedad presente en el lugar daba a pie a una neblina espesa que no dejaba ver mucho por delante. Debido a esto; la velocidad a la que se circulaba era lenta y para colmo el teléfono móvil no recibía señal, era como las historias de terror que te cuentan para que te vayas a dormir temprano, pero esto estaba sucediendo, era una realidad.

Ramón Valverde un agente de ventas, acostumbraba salir muy temprano a trabajar a los poblados cercanos a la ciudad para regresar antes del oscurecer a su hogar. Esta vez era diferente; pues la avería en un neumático, había retardado y estropeado sus planes para regresar a casa.

De repente una clara silueta se interpuso en el camino, era una mujer de vestido blanco que le hacía la parada; pero enfrente del vehículo. Al conductor no le dio tiempo de frenar, el golpe seco se escuchó claramente por lo que a Ramón no le quedó otra cosa que parar. De inmediato bajó para auxiliar a la persona que segundos antes se le atravesara; pero al disponerse a hacerlo se dio cuenta que no había nada ni nadie atropellado, tan sólo una tenue sombra de algo que volaba a su alrededor.

De pronto la neblina y la luna llena dejaron ver la silueta del ente que debía ser claramente lo que había atropellado, ¿Pero cómo podía suceder eso? —Se preguntaba—, subiendo de prisa a su «troca» y manejando a toda velocidad, se retiró del lugar. Pensando que todo terminaba y que algo sobrenatural tenía que ser; aún sudoroso y pálido dirigió su mirada a su espejo retrovisor. Lo que miró lo hizo casi desfallecer, no podía creerlo; era la cara de una bruja que viajaba en la parte trasera de su camioneta que con una sonrisa burlona lo volteaba a ver.

El corazón se le quería salir, no sabía qué pecado había cometido para esa penitencia estar pagando, era como una historia de miedo y en ese instante le estaba sucediendo a él. De repente la bruja o lo que fuera intentó abrir la pequeña ventana trasera de la pickup; pero Ramón no lo permitió frenando bruscamente. Con esto la bruja terminó por caer al frente de la camioneta y el asustado vendedor aprovechó para atropellar ahora sí de forma premeditada porque para esas instancias él ya intuía que su vida peligraba y su vehículo pasó por arriba de ese maligno ser que lo perseguía sin dar cuartel.

Pensó que por fin al pasar sobre ella con las llantas todo terminaría; pero se dio cuenta que había sucedido todo lo contrario. La bruja más enfurecida después de ser atropellada se aferró a la defensa de la camioneta para no permitir que continuara su camino aquel aterrado hombre. Ahora ¿Qué haría? pensaba él, rezar era todo lo que le quedaba y con gran fe se decidió a hacerlo.

En ese momento un federal de caminos le tocó la ventanilla de la camioneta y le dijo: —Señor, no está permitido dormir a la orilla de la carretera, le pido que por favor siga su camino—. Todo fue un sueño, al momento de cambiar su llanta averiada, se cansó tanto que se quedó dormido toda la noche en la carretera. En ese momento su esposa llamó asustada y le cuestionó del porqué le había marcado por la madrugada. Ramón le comentó a su mujer que él no había sido el de la llamada y ella le dijo que en cuanto llegara le mostraría el mensaje de terror que horas antes le dejaron y la risa burlona que se escuchaba.

Al llegar a su casa miró unos rasguños y golpes en su camioneta, al ver la defensa de su vehículo comprobó que todo lo que él pensaba que era una pesadilla en realidad le sucedió y el mensaje que escuchó en el celular de su esposa así lo corroboraba, estaba seguro de haber sido objeto de las maldades de un ente maligno que se le había aparecido por la madrugada.

En eso se dio cuenta que algo en la espalda lo molestaba, se quitó la camisa y su esposa lo confirmaba, traía un signo de un pentagrama aparentemente sin terminar. Tal vez por la fe en su religión evitó que la bruja lo matara, la pareja se dirigió con el párroco de la iglesia que ellos visitaban y purificando el arañazo del pentagrama sanaron el alma y la fe de Ramón Valverde, misma que había sido probada por la maldita bruja que circula por la carretera a Huinala.

Relatos de TerrorWhere stories live. Discover now