IV

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—Creí que no te gustaban las fiestas— una chica de pequeña estatura observaba a Jade a través del espejo.

—¿Cuándo dije eso?— la ojiazul agregó arreglando su cabello.

—Nunca— contestó la joven de cabello oscuro y rizado que balanceaba sus pies estando sentada en la cama.

—¿Entonces porque lo creías?— Jade aplicó brillo en sus labios.

—Porque no pareces de esas personas que tu sabes…

—¿Qué?— Jade volteó y su mirada heló por un momento a su amiga— no se Cat, dime.

—De esas personas que se divierten— dijo— no me mates—agregó asustada.

—No seas dramática, no te mataría, eres la única persona no aburrida y no normal que conozco.

—¿Eso es bueno?— cuestionó con inocencia.

—Lo es— Jade aseguró tomando su cartera y llaves.

—¿Tu mamá te dejó llevar su auto?— Cat dio un salto de la cama al piso.

—Si.

—¿En serio?— salieron de la habitación.

—Lo hizo, pero ella no lo sabe y no se lo dirás ¿entendido?

—Entendido.

Bajaron las escaleras llegando a la sala de la casa donde Jade observó para todos lados, luego tomó otra llave que se encontraba en la mesita de centro, esas que eran del auto al que se refería Cat.

—¿Veras a algún chico?

—No, ¿porqué la pregunta?

—Porque no le dijiste a Beck que saldrías ¿Alguien te interesó en los intercolegiales?— la chica preguntó inocente pero perspicaz.

—Beck no tiene porque saber a dónde, con quien, cuando y porque voy cada que salgo.

—Lo sé, pero yo pensé que ustedes…

—Cat, somos amigos.

—Si tu dices—la pequeña se encogió de hombros.

—Te llevaré a tu casa— Jade anunció subiendo al auto— vamos.

—Sipí— la bonita chica entró asegurándose el cinturón.

El silencio dentro del auto solo duró unos cuantos minutos puesto que la chica sentada al lado del copiloto comenzó a cantar en un tono bajito.

—Cat— Jade la reprendió. No porque cantara mal de hecho la pequeña cantaba de manera excelsa sino porque la ojiazul quería permanecer en silencio.

—¿Qué?— contestó ajena la susodicha.

—Cállate.

—Okay— ella no alegó, conocía muy bien a su mejor amiga.

El silencio se extendió una calle más donde Cat veía pasar las luces de la gran ciudad de Los Ángeles y se divertía contando los autos.

—No me dijiste— murmuró alegre.

—¿Qué?— Jade contestó sin apartar la mirada del camino— ¿qué te callaras?

—No— Cat se recargó en su asiento riendo levemente— ¿Porqué sonríes?— observó inquisitiva a la de mechas ahora de color rubio.

—No estoy sonriendo.

—Si, lo estas haciendo— Cat rió un poco más fuerte— ¿Porqué?

—No importa— volvió a poner su pose de seria.

Antes de Hollywood Arts Where stories live. Discover now