Capítulo 7

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Cuando Alec se levantó, se preguntó por la extraña sensación en su cuerpo y el cuerpo cálido a su lado. un segundo después recordó la noche pasada y sonrió. Magnus estaba a su lado, besándole desde su pecho hasta su cuello.

– Buenos días, guapo, – Magnus ronroneó, y Alec se estiró, abrazándose al cuerpo a su lado.

Dios, se sentía tan bien. La luz que entraba por la ventana le dejaba apreciar al hermoso hombre entre sus brazos.

Magnus se sentó sobre su cadera, sus ojos recorriendo todo su cuerpo, y sus manos acariciando su pecho, como si intentara memorizarlo.

– No tienes idea de lo mucho que quería tenerte así para mi. Ni siquiera estaba seguro de que te gustaran los hombres. Pero es que eres tan perfecto, – Magnus le dijo, con voz llena de deseo que hiso temblar a Alec.

Alec solo se dejó hacer, disfrutando las manos de Magnus sobre su cuerpo. La mirada de Magnus estaba oscura de deseo, mientras jugaba con el vello de su pecho.

– Dios, te sientes tan bien. Me encanta, sentir tu pecho contra el mío, – Magnus suspiró, antes de inclinarse y tomar su boca entre la suya

El beso despertó el fuego en Alec. Nunca se había besado así. Hasta ahorita siempre habían sido besos suaves y gentiles. Pero este era lleno de deseo y pasión.

– Dios, te deseo demasiado. Te he deseado desde que entraste a mi casa por primera vez, – Magnus susurró sobre sus labios. Alec sintió su pulso acelerarse, tanto por miedo como por deseo.

Su miembro comenzó a gotear. Dios, esto no podía estar pasando. ¿Debería decirle que esta sería su primera vez? ¿Le haría cambiar de opinión? Aun con sus nervios al mil, quería que eso pasara.

Magnus seguía profundizando el beso, y Alec brincó al sentir la suave lengua de Magnus contra sus labios. Se sentía morir. Alec abrió sus labios y permitió que su lengua entrara, haciéndole jadear. Las manos de Magnus jalaban su cabello y soltó un gemido necesitado al restregarse contra el miembro duro de Alec.

Alec comenzó a hiperventilar cuando sintió las manos de Magnus bajar hasta su ropa interior. Alec quería más, mucho más.

Pero un toque en la puerta les detuvo.

Al principio lo ignoraron, demasiado perdidos en las sensaciones. Pero la segunda vez vino acompañado de una voz.

– ¿Magnus, estas despierto? –

Magnus se alejó, y Alec pudo ver sus ojos llenos de deseo, y su respiración ajetreada.

– Debo contestarle o entrara, – le susurró a Alec. Alec solo asintió, sin poder encontrar su voz. – Estoy bien, Raphael. Salgo en un minuto, – le gritó.

– Estás seguro. Suenas algo extraño. –

Magnus giró los ojos y Alec se ruborizo. Excitado, sonaba excitado. Maldición, Raphael. – Te digo que me des un minuto. –

Por suerte, Raphael desistió. – Uf, – Magnus gruñó, inclinándose para morder uno de los pezones de Alec. – Ese hombre es el equivalente a una cubeta de agua fría. No se a donde iba esto, pero no quiero parar. – Magnus le besó con suavidad

– Yo tampoco, pero creo que lo mejor es levantarnos. No queremos que entre, – Alec le contestó.

Magnus suspiró exasperado y le miró dolido. – ¿Estás intentando deshacerte de mi? –

– No, podría quedarme todo el día aquí contigo, pero ambos sabemos que no podemos, tenemos trabajo, – Alec le miró con seriedad.

Magnus refunfuño, haciendo un puchero. – Y ha vuelto. El guardaespaldas Alec. No te extrañaba, sabes. –

Entre Humo y Espejos (Malec AU)Where stories live. Discover now