Capítulo 80. Mi dueña

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Alessio

Contemplar a Gina dormida era algo de lo que nunca me cansaría. Mirar su rostro tranquilo y despreocupado me regalaba la paz que tanto anhelé. El camino hasta aquí fue turbulento. Tuvimos que atravesar demasiados obstáculos para poder estar tranquilos, para poder disfrutar del amor que sentíamos el uno por el otro. Nunca imaginé que se podía amar con tanta intensidad.

Abrió los ojos despacio y me observó aún soñolienta. Acaricié su cabello y le di un corto beso. Era demasiado hermosa. No había nada que no pudiese amar de ella. No quería que estos días se terminaran. Volver a la rutina era algo que no anhelaba, pero sabía que era necesario y que aquello se convertiría en el verdadero reto de nuestra nueva vida.

—Buenos días, señora Lombardi. ¿Quiere bajar a desayunar?

Me miró con picardía, se metió aún más bajo las sábanas y sus manos acariciaron mi pene.

El desayuno tendría que esperar.

Mi mujer quería a su hombre y no había forma de posponerlo.

—Quiero esto antes del desayuno —comentó con voz rasposa.

Era imposible negarme ante semejante petición.

Sus dedos recorrieron cada centímetro de mi abdomen y luego agarró el frasco de aceite que descansaba sobre la mesa de noche. Lo derramó sobre mi pecho e hizo suaves movimientos con sus manos hasta que comenzó a masturbarme. Solté un gemido y aparté las sábanas de su cabeza para contemplar lo que hacía. Era demasiado erótico mirarla tocarme de aquella forma. Era realmente sensual observar su cuerpo desnudo mientras me daba placer. Era una locura estar tan enamorado de esta mujer.

Detuve sus movimientos y la coloqué boca abajo. Soltó un grito por la impresión mientras rozaba mi pene sobre su culo al mismo tiempo que derramaba aceite sobre él. Todavía no habíamos hablado del sexo anal y era demasiado tentador tenerla de aquella manera, aunque no haría nada que ella no quisiera y no la obligaría. Ella lo pediría cuando estuviese preparada.

—¿Cuándo me lo darás? —Rocé mi pene, siendo tentador, en la cavidad de su culo.

—Algún día —contestó con malicia.

Dejé una mordida sobre su nalga, cosa que le hizo mirarme, enfurecida.

—También haces que me enoje cuando me niegas algo que es mío. —Dejé una palmada sobre trasero y pude ver la lujuria en su mirada.

Le encantaba mi bestialidad, aunque muchas veces lo negaba.

Me encantaba ver cómo la excitaba.

—¿Hablarás o me cogerás?

Me apresuré a levantar sus caderas y entré en ella despacio. Derramé un poco más de aquel aceite e introduje un dedo en su culo con suavidad. Sentí cómo lo apretaba. Me miró por encima del hombro mientras yo entraba y salía de ella con ternura. Le gustaba. Esa sensación no le desagradaba, pero podía percibir cierta resistencia en su mirada.

Se sostuvo del respaldo de la cama con las dos manos.

Si seguía de aquella manera, iba a venirme y aún no lo quería. Hice un rápido movimiento, la coloqué boca arriba y me llevé sus senos a la boca. Movió sus caderas, llamándome, invitándome a entrar de nuevo en ella. No me pude contener y tuve que acceder a su silenciosa pero tentadora petición.

Gina ya me conocía y sabía cuándo estaba a punto de llegar al clímax.

Le encantaba saber que con un solo movimiento suyo me haría explotar.

—Eres mío. —Me hizo enloquecer con el movimiento de sus caderas y apretó mi pene con fuerza con su coño, provocando que me viniera.

—Sí —afirmé. Soltó un pequeño grito y llegó al clímax—. Por siempre tuyo.

Y era verdad, Gina era y sería por siempre mi dueña.

FIN

FIN

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La Oscura Obsesión de Alessio✔ (Libro #1 serie Oscura +18) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora