EPÍLOGO: Un año después...

782 56 16
                                    

EPÍLOGO: Un año después...

Susan Pierce se afanaba en la cocina de su casa. Tenía la puerta cerrada, pero aun así, podía oír todo el alboroto que su familia organizaba desde el salón. Era feliz, era la mujer más feliz del mundo. Siempre lo era cuando llegaba Navidad y reunía a toda su familia frente a un delicioso pavo asado y a una cálida chimenea. Se sacudió las manos manchadas de harina en el delantal, tomó una bandeja de canapés y salió al salón. Al segundo, todas las voces se hicieron mucho mas intensas. Frannie mantenía una conversación bastante animada con Quinn, que no podía evitar mirar de soslayo a Rachel que le daba el biberón a James, su hijo de cuatro meses. La morena mantenía una ardua batalla para que el bebé no se durmiera durante la toma de la leche. La rubia sonreía al ver tan apurada a su esposa. Susan sonrió y recorrió con la mirada a toda su familia... ¿A toda? No, faltaba alguien, su hija... Brittany. Solo había recibido noticias suyas en un par de ocasiones, sabía que se fue a Toronto a buscar a Santana (se llevó un disgusto enorme cuando supo lo del falso embarazo de Tina). También era conocedora de que la joven viajó luego a Francia, donde vivió durante algunos meses junto a la muchacha en la ciudad de París y que finalmente se mudaron a España. Pero de lo que sí estaba absolutamente segura, es que aquella muchacha rubia, de sonrisa sincera y los ojos azules más inocentes era la mujer más feliz de la tierra y eso era lo más importante de todo. Suspiró y se giró para volver a la cocina, cuando oyó que llamaban a la puerta. Susan sintió un vuelco en el corazón y todos los miembros de su familia enmudecieron y se miraron los unos a los otros expectantes. 

Quinn se levantó despacio y sonriendo dijo.

- Debe ser ella.

Se acercó a la puerta y abrió con tranquilidad. Brittany se apoyaba en el umbral con una mano y en la otra sujetaba varias bolsas con regalos. La rubia sonrió ampliamente y Brittany soltó sus bolsas y corrió a abrazarla elevándola del suelo. La joven dejó que los pies de su prima volvieran a apoyarse en el suelo y desapareció de pronto tras la puerta. Toda su familia se quedó extrañada con su reacción, pero comprendieron porqué lo hizo cuando volvió a entrar, pero esta vez alguien lo acompañaba cogida de su mano. Santana Lopez sintió como todas la miradas de los Pierce y Fabray se clavaban en ella. Susan se acercó a su hija y la abrazó con fuerza, luego tomó a Santana de la mano y añadió.

- Bienvenida a casa cariño, éste siempre fue tu hogar.

Santana la miró con los ojos húmedos por la emoción y la mujer la abrazó con la mayor de las ternuras. Uno a uno todos se fueron acercando a la feliz pareja para saludarlas y éstas respondieron a la bienvenida con efusividad. Al poco rato de su llegada, ya nadie les prestaba demasiada atención y todos volvían a sus cosas. Santana aprovechó que ya no se sentía tan observada y tomó de la mano a Quinn apartándola un poco, mientras Brittany estaba distraída sosteniendo en brazos a su nuevo sobrino, bajo la protectora mirada de Rachel

- ¿Qué sabes de los chicos del Semanario? – Preguntó.

- ¡Uf! En un año han pasado muchas cosas – añadió la rubia – Sam y Sugar viven juntos prácticamente desde que ustedes se fueron. Esa chica ha sabido cazar bien a ese rubio mujeriego.

- ¿Y Kitty?

- ¿La secretaria? – Santana asintió – Bueno parece ser que tiene novio.

- ¡Ah, sí!... Ese chico... Ryley.

- ¿Quién es Ryley? – Inquirió Quinn extrañada – No, yo me refería a Finn.

- ¿Hudson? – Quinn asintió - ¿Cómo pasó eso?

- Cariño, nosotros aún nos lo estamos preguntando.

Ambas jóvenes rieron, a fin que la pareja no dejaba de ser algo peculiar. Cuando acabaron las risas, enmudecieron de pronto. Santana necesitaba saber algo para conseguir ser completamente feliz, pero no se atrevía a cuestionarlo a su cuñada. Quinn le adivinó el pensamiento.

Mi rubiaWhere stories live. Discover now