Mi rubia

Te amo y siempre te amaré

9. Te amo y siempre te amaré

Brittany y Santana intentaron ser discretas con su oculta relación, nadie en la revista, a excepción de Sam supo de ella. En realidad, el rubio había atosigado a la rubia a preguntas sobre cuál era el motivo por el que le había pedido la dirección de la morena y Brittany terminó por confesarle la verdad. A fin de cuentas, más temprano que tarde todo se sabría, solo le rogó encarecidamente que no lo divulgase por ahí, Tina aún no sabía nada y sería muy cruel que se enterase la última.

La esposa de Brittany hacía ya casi una semana que había abandonado su hogar para dejarla pensar sobre su relación, aclarar sus dudas y aún no había dado señales. Prometió dejarla pensar y era lo que estaba haciendo, sin presiones. Lo que la joven ignoraba era que su esposa siempre, desde el primer día que volvió a besar a Santana, lo tuvo muy claro.

Santana rebosaba de felicidad por todos los poros, ni un ápice de culpabilidad se alojaba en su corazón. Ella siempre consideró suya a la rubia y Tina solo había sido una intrusa, alguien que nunca debió existir en la vida de su chica. Así que ahora que era tremendamente feliz, le importaba un comino si la esposa de Brittany iba a sufrir o no, 'Ya se acostumbrara' pensó egoístamente y volvía a concentrarse en la tranquilidad de saber que Brittany había vuelto a ella y esta vez sería para siempre.

La rubia prometió hablar con Tina cuando volviera, en su cabeza almacenaba frases que no parecieran crueles, para que la ruptura de su matrimonio fuese lo menos traumático posible para ella. Pensándolo bien, Tina siempre se había comportado ejemplarmente con ella. Pero Brittany ya había decidido y se iría con Santana a Toronto cuando ésta finalizara su contrato laboral con El Semanario. No le importaba dejar su puesto en la revista, ni su ciudad, ni a su familia y la seguiría allí donde ella fuese, no estaba dispuesta a perderla nunca más.

Así pues, la pareja mantenía oculto aquel amor, esperando solo a que Brittany recuperara su libertad. Marley, Sam y por supuesto Quinn eran los únicos que sabían lo que había entre ellos. La rubia lo adivinó sin que su prima tuviese que aclararle nada. La muchacha hacía muchos años que no veía a Brittany tan feliz y esa dicha no podía ser sino por el hecho de haber vuelto junto a Santana. Y como le dijo a su amiga, la esposa de Rachel estaba decidida a ayudar a que su prima fuese feliz, por ello no dijo nada en contra de aquella relación que pudiese enturbiar la sonrisa perpetua que Brittany mostraba en su rostro.

Santana repasaba los reportajes de su equipo sentada en su oficina. Faltaba poco menos de un mes para que llegaran las Navidades y con ella su irremediable partida de Lima, y lo haría de la única forma que nunca pensó marcharse... junto a Brittany. Aquella idea la hacía inmensamente feliz y por esa razón no podía evitar canturrear mientras revisaba el trabajo de Finn. Solo de vez en cuando, una duda ensombrecía su corazón, la posibilidad de que algo no saliera bien. Brittany aún no había hablado con Tina y eso la angustiaba de sobremanera. Pero ella confiaba en su rubia y estaba segura de que la amaba, solo era cuestión de aclarar las cosas con su esposa y Tina pasaría a la historia, no veía el momento de librarse de ella de una vez y para siempre.

Ensimismada en aquellos malévolos pensamientos estaba, cuando alguien llamó a la puerta y una cabeza de color rubio se asomó sonriendo. Santana arrugó la nariz y gesticulando con un dedo la invitó a entrar. Brittany desdibujó la sonrisa de sus labios y su rostro adquirió una fingida seriedad.

- Vengo a traerle mi reportaje jefa, espero que no le encuentre tantos fallos como al primero que le entregué.

Santana sonrió y dejó a un lado el trabajo de Finn añadiendo.

- Realmente has mejorado bastante desde el primer día que me entregaste uno.

Brittany alzó una ceja y Santana se mordió el labio, aquella chica la volvía loca hasta la extenuidad. La rubia se acercó a ella y se sentó en el borde de la mesa, Santana la contemplaba desde su sillón.