Siempre consigues que haga locuras

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8. Siempre consigues que haga locuras

La fiesta terminó y Tina despidió a sus invitados con una sonrisa forzada mientras miraba de forma acusadora a su esposa, que no levantaba la vista del suelo. Quinn y Rachel fueron las últimas en salir y antes de marcharse, la rubia besó a su prima en la mejilla y aprovechó para susurrarle al oído.

- Haz lo que sientas que debas hacer, yo siempre estaré a tu lado – y agarrando a su esposa del brazo salieron cerrando la puerta tras ellos.

Brittany se giró con intención de subir a su habitación.

- ¿Dónde crees que vas? – le inquirió su esposa – Te dije que íbamos a aclarar algunas cosas.

La rubia clavó en ella su mirada azul y dijo muy calmada.

- Está bien Tina, hablemos.

Ambas subieron al dormitorio, la joven oriental entró primera y comenzó a caminar de forma descontrolada por la habitación. Brittany lo hizo unos segundos después cerrando la puerta tras ella, aunque no había nadie más en la casa que pudiese oír la conversación. Su esposa se giró hacia ella con los ojos desorbitados.

- Explícate y espero que sea algo convincente.

Brittany tomó aire, se humedeció los labios secos por la tensión y añadió, igual o incluso más calmada que antes.

- Lo que viste es justamente lo que estaba pasando, no voy a engañarte – Tina abrió mucho los ojos impresionada por la sinceridad y la desfachatez de su esposa, pero decidió dejar que siguiera hablando – Conozco a Santana desde que tenía once años, a los catorce fuimos algo parecido a novias, pero ella se fue y la nuestra relación se rompió...

Tina abrió mucho más los ojos, si es que eso era posible. No podía creer lo que estaba oyendo, era una maldita e inoportuna coincidencia.

- Entonces es ella, la chica a la cual nunca querías nombrar... ¿Santana es esa chica, la que te rompió el corazón? – exclamó, Brittany asintió.

- Sí, siempre te dije que antes que tú llegaras a mi vida, hubo alguien a quien amé mucho, pues bien ya la conoces.

- ¿Has sido tan cínica de ocultarlo todo este tiempo? Me has dejado hacer el ridículo cuando la invité a cenar y luego dejando que viniera a mi fiesta... ¿Qué piensas hacer ahora, dejarme por ella? – le inquirió fulminándola con la mirada.

Brittany no contestó, estaba muy confundida. Su cerebro le decía que aquello era una locura, que Tina no se lo merecía, pero su corazón le gritaba incesantemente 'Sal de aquí, búscala, busca a Santana'. Se sentía mareada, la cabeza parecía que iba a estallarle y lo que menos le apetecía era tener que contestar las insistentes preguntas de su esposa, preguntas que a las que ni siquiera ella tenía respuestas. Lo único que deseaba era estar sola, sola y en silencio.

- ¿No vas a contestarme? – volvió a insistir Tina.

- No tengo la respuesta – afirmó la rubia.

Tina entrecerró los ojos mirándola con resentimiento y añadió en un tono tan frío que pareció que se helaba la habitación.

- Está bien Brittany Pierce, ¿Quieres pensar? Pues piensa, voy a dejarte sola para que lo hagas. Me iré unos días a casa de mis padres y cuando vuelva quiero una respuesta y espero que no me defraudes.

Después de aquella última frase que a Brittany le sonó a amenaza y sin decir una palabra más, se dirigió al armario, sacó una bolsa de viaje, metió en ella algunas cosas y salió del dormitorio sin dirigirle una sola mirada a su esposa. Brittany oyó el pisar de la joven al bajar la escalera y el fuerte golpe con el que cerró la puerta, dejando la casa bajo un silencio aterrador.

Mi rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora