Un nuevo amigo

505 45 10
                                    


5. Un nuevo amigo

La felicidad de Santana duró muy poco, porque en los días posteriores a aquel maravilloso beso, Brittany se había vuelto más fría con ella, si eso era posible. Definitivamente, aquel arrebato amoroso había sido totalmente contraproducente. Corría ya finales del mes de Octubre, hacía un mes que había regresado a Lima y desde su vuelta nada parecía haberle salido bien. Encontrarse con Brittany después de tantos años sin saber de ella y enterarse de golpe a porrazo que se había casado... ¡Casado!... ¡Cielos, aun le costaba creer que fuera cierto!

Santana se encontraba sentada en su despacho con los codos apoyados en la mesa y la cabeza entre sus manos... El remordimiento no la dejaba vivir... Había besado a Brittany sin pensar en las consecuencias... No podía creer que su locura llegase a tal extremo... ¿Que pretendía? ¿Robarle la esposa a otra?... Se sintió como una basura... '¡Olvídala Santana!', gritaba una voz en su interior, '¡Resígnate, la perdiste... ¡Ya no te ama! ¡Pertenece a otra mujer!

- Soy una mala persona – dijo en voz baja y comenzó a golpearse la cabeza con la mesa.

Kitty entró en ese momento cargada con fotocopias. La miró, pero no se sorprendió lo más mínimo. Se había acostumbrado a que su jefa pasase de la euforia de la alegría, a la más grande de las tristezas. Podía entrar en el despacho y verla dar brincos incontrolados por toda la habitación o como en ese instante, auto castigarse por algo, que a ser sinceros no iba a preguntar que era, para no tener que comerse el marrón. Depositó las fotocopias sobre la mesa de Santana y salió de nuevo tropezando con Sam que parecía querer entrar. El rubio observó a la morena, que seguía golpeándose incansablemente y luego miró a Kitty intrigado, ésta se encogió de hombros y se alejó sin hacer ningún comentario.

- Santana... - dijo muy bajito para no sobresaltarla.

La muchacha seguía en su afán de romperse la cabeza y Sam volvió a probar suerte.

- ¡Santana!

La joven reaccionó al fin y mirándolo añadió mientras intentaba recomponerse el peinado.

- No te oí llegar.

- Por supuesto que no, era imposible que me oyeras... ¿Por qué intentabas abrirte la cabeza? – preguntó luciendo una encantadora sonrisa.

- Cosas mías... ¿Qué quieres?

- Mi entrevista, supongo que entre cabezazo y cabezazo la habrás revisado ¿No?

Santana hizo una mueca, haciéndole ver que no le agradaba el comentario. Pero Sam lo ignoró y siguió con la misma expresión cautivadora en su rostro.

- Aquí está – dijo ella sacando unos folios de la carpeta de su escritorio – Está realmente bien Sam, no cambies nada. Me alegro que hayas hecho caso de mis indicaciones y bajases el tono presuntuoso de tus preguntas.

El rubio no hizo ningún comentario, seguía clavándole su mirada como si tratase de desnudarla. La muchacha comenzó a ponerse un poco nerviosa.

- Estas tensa y estresada.

- Mi vuelta a Lima no ha sido tan buena como esperaba.

- Necesitas relajarte y divertirte, y yo sé cómo hacerlo – convino sonriendo más ampliamente, dejando al descubierto sus perfectos y blanquísimos dientes.

- ¿Ah sí? – añadió Santana torciendo el gesto ante el atrevimiento del joven.

Sam asintió, sin dejar de mirarla. Se acercó a ella peligrosamente, Santana recordó todo lo que le habían contado sobre él y sonrió, aquello comenzaba a parecerle divertido.

Mi rubiaWhere stories live. Discover now