XXXI.

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thirty one;
LA CASA REAL DE
PENDRAGON








White estaba mordiéndose las uñas de los nervios.

Aquella mañana se había despertado sudando, gritando de terror tras una pesadilla y con un mareo enorme que no sentía desde el primer mes de embarazo. El extraño paisaje por el que estuvo corriendo a través de sus sueños no se desvaneció de su mente hasta que notó, la sensación de la soledad enviando escalofríos a su columna vertebral, que nadie le acompañaba en la cama esa mañana. 

— ¿Dónde está James? — preguntó a Roselyn cuando entró a la cocina.

Su hijastra había estado llorando, fue lo primero que notó White al darle un vistazo más detallado. El cabello le caía despeinado a cada lado del rostro y sonaba su nariz, tratando de detener la moquera. No se cambió la pijama y tampoco tenía muchas ganas de comer, si el plato intacto frente a la pelirroja era un buen indicio de su estado de ánimo. 

— Misión — susurró, estremeciéndose como cada vez que recordaba que estaban en guerra — Se fue en la madrugada, me pidió que no te despertara.

White sintió que se le erizaban todos los vellos del cuerpo.

— ¿¡Por qué!?

— No lo sé — Roselyn alzó el rostro, una mueca cruzando toda su expresión al notar el estado colérico de White — Era muy importante y peligroso, algo acerca del Ministerio. Tienen hijos de muggles encarcelados, mi padrino vino a buscarlo y hablaron un poco antes de irse. 

— Y no me dijo — repitió White, la indignación volviéndose volátil. 

Tal vez estaba sobre reaccionando, probablemente todo el revoltijo de sentimientos era un efecto secundario de estar cargando una vida en su vientre desde hacia cuatro meses. Sin embargo, James se había ido y le dejó en la solitaria habitación para que se despertara y se imaginara lo peor. Le prometió que no lo haría de nuevo, que le hablaría primero. 

Naturalmente, White refunfuñó el resto del día.

Tonks le encontró a mitad de la alfombra, con los pies descalzos y aún usando la pijama, maldiciendo el nombre de James. Roselyn decidió horas antes que no estaba de humor para aguantar las hormonas de White sin querer arrancarle la cabeza, así que se había encerrado en su habitación, permitiéndole destruir por pura rabia la casa a sus anchas. 

— ¿Qué diablos sucedió contigo? — preguntó Tonks, colocándose las manos en la cadera.

La expresión de su rostro le recordó tanto a la señora Tonks, su prima Andromeda, que White casi se rio. 

INFINITY ━━ james potterWhere stories live. Discover now