VII.

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seven;
ESCUELA DE JAMES PARA
RECLUTAS NOVATOS




White se derrumbó al suelo por séptima vez en media hora.

— Ten compasión de mí — jadeó con agitación, llevándose una mano al pecho y verificando que su corazón no sufriera un infarto por la cantidad de latidos que daba a milésimas de segundo — Cruza mi corazón y déjame morir.

— Llegué a pensar que no había persona más dramática que Sirius hasta que te conocí — opinó James, acercándose a su posición e hincándose en los pies con tal de asegurarse que respiraba correctamente. Una gota de sudor se deslizó por su frente, debajo del flequillo de su alborotado cabello negro, y se lamió los labios para darles algo de humedad.

White y James estaban entrenando desde comienzos de mes: levantarse a las 8 de la mañana, trotar por los bloques de Grimmauld Place una hora y media, regresar al número 12 para pasar las siguientes cuatro horas sometiéndose al infierno absoluto. Tenía la completa certeza de que su condición física había mejorado, o lo hizo lo suficiente. Al menos podía aguantar dos horas de duelo extremo con él. Aunque no lo pareciera, James tenía demasiados trucos bajo la manga y si no fuera una serpiente, White podría decir que no hubiera pasado nunca de quince minutos.

La intensidad que empleaba la magia de James desequilibraba la suya, y a White le dolía el orgullo admitirlo, lo que le obligó a tratar de no humillarse tanto. Él no fue compasivo sólo porque era su primera vez en duelos de entrenamiento: no, así no era como James trabajaba. Le destrozó el culo (no en el sentido que están pensando, pervertidos) y prosiguió a destrozarle los huesos también; de acuerdo con sus propias palabras, White le pidió que le enseñara a defenderse de las amenazas mortales. Eso involucraba conocimientos de peleas físicas; usar sus puños; olvidar la magia e ir a lo muggle.

Según James (y Sirius y Remus lo respaldaron), los mortifagos se volvían un desastre una vez que se vieran despojados de su varita, a menos que pudieran dominar la magia sin ella. Como las posibilidades de que ese fuera un resultado eran muy nulas, James aprovechó cada oportunidad que White le daba de quitarle la varita y esperar a que se defendiera a golpes de él. Salió mal. La última que vio a Atenea, ella le preguntó si debía tener unas palabras con Sirius para recordarle que el maltrato intrafamiliar era un delito. 

James se rio mucho cuando le contó, cosa que golpeó su orgullo tras darse cuenta que no mentía. El primer día, después de que él logró desarmarle, no duró cinco minutos en pie.

Lo que era muy patético para un Black, así que se esforzó aun más.

— ¿Atenea nunca te dijo que no debías acostarte en el suelo cuando estás tan agitada? — retó Tonks, pasándole a Remus unos galeones. White entrecerró los ojos, no sabía qué habían apostado esos dos, pero con Tonks en la ecuación no significaba algo bueno.

INFINITY ━━ james potterWhere stories live. Discover now