e p í l o g o

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TRES AÑOS DESPUÉS.

- ¡Jen! ¡Jen! ¡Jen! -

- Mmm.

Solté un ligero gemido de disgusto cuando escuché esa hermosa, ronca pero en este momento fastidiosa voz llamándome. Recordaba haber cerrado los ojos hacía menos de cinco minutos y ya me despertaban como si fuera de mañana, merecía descansar al menos hasta el año tres mil cinco o yo que sé, alguno por ahí.

- ¡JEN!

- Ya, ya, estoy despierto. Mira. - Sonreí aún con los ojos cerrados, sabiendo muy bien que él se encontraba mirándome como si buscara alguna señal en mi rostro que confirmara mis palabras.

- No despierto.-

- ¿Sabes, Jaemin? Extraño cuando no podías hablar y te dormías en mi pecho hasta las doce del mediodía ¿No quieres volver a esos días, bebé?-

Reí apenas escuché un ligero gruñido por su parte y luego como la cama se movía, así que abrí mis ojos tan rápidamente como pude al verlo levantarse de esta, meneando su larga cola de lado a lado, removiendo cada uno de sus rizos perfectamente despeinados.

Desapareció al doblar fuera de la habitación y solté un suspiro, sentándome al fin en mi cama, estiré mis músculos para admirar a los rayos de sol dejarme en claro que no había dormido tan poco como me imaginaba. Quizás era el medio día o algo más.

No tuve que esperar ni cinco minutos cuando Jaemin volvió a entrar a la habitación, él no había cambiado nada o casi nada. Mi pequeño continuó igual de adorable que siempre, con esa sonrisa deslumbrante que dejaba admirar sus preciosos dientecillos y las orejitas felpudas moviéndose ante cualquier corriente. Sus ojos avellanas brillaban y por si alguna vez tuve miedo de que sucediera, no, aún sigo siendo unos cuantos centímetros más alto que él, para la suerte de mi hombría y orgullo. Aunque él creció, sí, él pasaba por su metro con sesenta mientras yo medía metro con setenta y cinco. También dejó crecer su cabello, llegando hasta la altura de sus hombros ahora.

Otra diferencia del antes y el ahora, era que esta vez Jaemin cargaba a un precioso pequeño en sus brazos, Sun estiró sus manos hacía mí, moviendo sus casi rubias orejas mientras se intentaba lanzar desde los brazos de su papá a la cama.

Jaemin no lo permitió hasta que estuvo lo suficientemente cerca y entonces recibí gustoso a nuestro pequeño de ojos oscuros. Sun se me acercó hasta que rozamos nuestras narices como saludo y después de menear su larga cola, se frotó contra mi pecho, abrazándome con todas las fuerzas que poseían sus pequeños y gorditos bracitos.

- ¡Papá Jen! - dijo con un muy alegre tono, comprendí mejor el plan de Jaemin al traer a nuestro hijo, él siempre lograba despertarnos. No era por presumir pero tenía baterías incorporadas y completamente interminables. No dudaba que Sun se corriera todo el largo de la playa y aún deseara jugar a las luchas conmigo.

- ¿Dormiste bien, campeón?-

- Nop. - Me respondió casi al instante, haciendo un gesto lleno de disgusto.- Ruiro (ruido). - La forma en la que el pequeño minino no sabía pronunciar la "erre" y que la nombrara como una "ere" era también muy tierna, aunque debía admitir que de no ser por eso, hasta diría que podía hablar mejor que su padre.

- ¿Ruido? ¿Fue mi culpa, entonces? -

- Síp.

La sonrisa orgullosa en el rostro de mi hijo me hizo sentir más que feliz. Lo escuché atentamente contarme y quejarse sobre su falta de sueño mientras Jaemin se acercaba y me permitía robarle un largo beso, oyendo a Sun llamarnos la atención con el pasar de los segundos. Era normal, él odiaba cuando lo ignorábamos.

Neko Corporation - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora