-ˋˏ 24 ˎˊ-

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- Con un demonio ¡Sí, Mark! Entiendo eso pero...-

Jeno dejó la oración a la mitad, acariciando con más cuidado la espalda de su minino, observándolo agarrar fuertemente su mano libre, mientras su otra manita se encontraba en el protector del asiento del inodoro, con Jaemin casi apoyando su barbilla en este, jadeando una vez Jeno jaló la palanca. Le gustaba ver el agua limpia llevarse eso asqueroso que salía de su boca, además de los dulces mimos de su amor.

- Él está mal, Mark, es la tercera vez que vomita y siempre es lo que come o cuando está en la cocina, también se queja de dolor de estómago y ¡Mierda! Te juro que no sé qué hacer.-

Al mayor se le partía el alma al escuchar a su amigo de esa forma, incluso a través de la línea. Mark observó a Haechan sentado a su lado, en la cama, su minino se movía, buscando una mejor forma de escuchar lo que Jeno decía, hasta que el pelinegro se compadeció de él y colocó el altavoz.

- Jeno ¿Cómo está Jaemin?- La voz preocupada del castaño sorprendió a ambos chicos, pero ninguno dijo nada al respecto, no era el momento.

- No está bien, Haechan. Tengo que llevarlo al médico.-

- Pero no puedes, sabes lo que pasaría si lo llevas al médico. Jeno, lo hemos visto, ese sujeto sigue buscando a Jaemin y hay mucho dinero en juego, cualquiera puede darle una pista si lo ven llegando al hospital, sea el que sea.-

- ¡Te dije que ya lo sé, Mark! Lo sé.-

Jaemin se alejó del retrete para acurrucarse con el mayor, quien al instante se levantó, junto con su pequeño, llevándolo al caño para ayudarle a cepillar sus dientes, y luego cargarlo con mucho cuidado, directo a la cama, mientras oía los preocupados maullidos del minino, acariciándole la mejilla a Jeno queriendo que se calme.

¿Cómo hacerlo si veía a su pequeño Jaemin pálido? No estaba bien, menos de un día así y ya sentía que su corazón se le saldría si no hacía algo para aliviar a Jaemin.

Sus planes de mudarse se vieron interrumpidos cuando su pequeño amor pasó una mala noche con dolores estomacales, por órdenes de su madre Jeno no hizo la mudanza respectiva. Al día siguiente empezaron las náuseas y vómitos, hasta la actual madrugada, con su cabeza estaba reventando sin saber qué hacer.

- Jeno, Jaemin dice que por favor te calmes, no le gusta verte así.- Jeno escuchó la voz de Haechan a través del auricular del celular y acarició los suaves rizos de su gatito, él lo sabía, nadie conocía a Jaemin como él.

Jeno podía reconocer esa mirada cargada de preocupación, pero si seguían así, podía perderlo. Jaemin era frágil, pequeño, delgado, quizás había engordado un poco después de todo, pero su cuerpo aún parecía hecho de trapo, como esos muñequitos que quieres cuidar y proteger hasta de la más mínima caída.

- Yo sé, es solo que... Tengo miedo.-

Mark y Haechan oyeron el quejido de Jeno, y Jaemin pudo ver esas pequeñas lágrimas escapar de los hermosos ojos, resbalando por sus mejillas. Jaemin se incorporó en la cama, sentándose para acurrucarse contra el cuerpo del mayor, sintiendo sus ojitos humedecerse ahora, él no quería ver a Jeno llorar, y verlo era más doloroso que cuando su pancita lo molestaba, mucho peor. Jaemin pediría mil dolores de pancita más fuertes, todo porque Jeno deje de llorar.

- Chicos... No quiero...-  Jeno abrió los ojos, ya rojos por las lágrimas que había contenida por horas y la presión que ejercía en estos por mantenerlos secos, admirando el preocupado rostro de Jaemin, sus preciosos ojos avellana brillando aún entre tanta oscuridad, oyendo los dulces "Meow" tan asustados, dejando que los labios del minino le dieran tiernos besos. - No puedo perderte, Jaemin.- Juntó su frente con la del gatito, disfrutando del roce de sus rizos con su piel. No podría vivir sin eso, no ahora que ya había experimentado lo que era tenerlo.

Neko Corporation - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora