-ˋˏ 12 ˎˊ-

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Meneó las ojeras como por milésima vez. No, bueno, habían sido cinco, pero Jaemin no terminaba de comprender la razón por la cual Jeno caminaba de cuarto en cuarto por toda la casa, metiendo cosas en dos grandes maletas, mientras le decía al minino que se quede quieto en la cama y no diga nada. Soltó otro maullido estirando sus brazos hacía el mayor, queriendo abrazarlo, y es que Jaemin sabía que nada estaba bien después de que fue a abrazar a Jeno en la puerta, aquella mañana, pero no entendía lo que sucedía, y estaba seguro de que el mayor no lo comprendería si se lo preguntara.

Cuando Jeno alzó su mirada y vio que su bebé lo necesitaba, soltó todo lo que tenía en sus manos, corriendo a abrazarlo. Jaemin se acurrucó contra el cuerpo de Jeno, encajando su cabecita en su cuello mientras el mayor lo sostenía con firmeza por la cintura.

- Jen.- Maulló el pequeño, frotando su nariz contra la sensible piel del cuello del más alto, logrando que este se estremeciera y besara sutilmente la cien de Jaemin. -Jen..-Volvió a insistir, tratando de darle todo el apoyo moral que podía. -Te amo, Jen.-

Había pasado poco tiempo desde que Jaemin aprendió a decir eso, pero ambos estaban contentos de que fueran esas, dos de sus primeras palabras. Jaemin porque sabía que no había nada que le gustara más que decirle a Jeno cuanto lo amaba y Jeno porque, sin esas palabras, seguro en aquel momento seguiría hecho un manojo de nervios.

No era para menos, el padre de Jisung tenía sus trabajos buenos, así como sus trabajos malos. Como todo buen millonario, él conocía muchas industrias ilegales en el país y, de hecho, estaba seguro de que en el extranjero también. Sin embargo, era obvio que si le pedía ayuda para capturar a esas personas antes de que supieran donde estaba Jaemin, el señor se negaría ya que no le incumbía y siempre es mejor mantenerse lejos de cualquier cosa ilegal que no te trajera ningún beneficio.

Pero entonces ¿Por qué permitían que anuncios como ese aparezcan en el periódico? ¿Significaba que los diarios se vendían a tan poco que aceptaban que cualquier persona publique en estos? ¿Qué pasaba si los denunciaba? ¿Y si todo salía mal? ¿Perdería a Jaemin para siempre? No, no y no. Esas preguntas rondaban por su cabeza porque, ilegales o no, Jaemin les pertenecía y aquí quienes estaban secuestrándolo ellos, no él, ya que su pequeño Jaemin había nacido para estar a su lado; pero si Jeno no lograba demostrar que aquellos hombres aún seguían creando más de esos niños-gato, él quedaría como un gran mentiroso y estaba seguro de que con un buen dinero, aquellas personas rastrearían de donde fue la llamada de denuncia o cualquier tipo de queja anónima.

Sí, bien, quizás estaba siendo paranoico o había visto demasiadas películas ¡Pero eran mafiosos! Y con los mafiosos nadie se mete, porque siempre uno termina mal. Sin embargo ahí estaba, alistando todo para llevar a Jaemin a la casa de Jisung hasta que se le ocurra algo mejor que hacer.

No, corrección, ahí estaba, abrazando a su mundo como si su vida dependiera de ese pequeño con orejitas y cola de gato, y de hecho, así era. Jeno no entendía si era debido a la mutación o alguna cosa en el ambiente, pero desde que vio a Jaemin, se podía decir que se enamoró instantáneamente de él, y en el momento en que lo hizo suyo, sintió esas chispas y ese mar de emociones en el estómago. Jeno jamás se había enamorado, jamás había creído en esas cosas de las medias naranjas o en las parejas que dicen aquel: Yo moriría si no estás a mi lado; pero ahora él estaba seguro de que lo que sentía por el minino era mucho más fuerte que cualquier palabrería de un poema, desde el más conocido, hasta el más barato. Jaemin era su mundo, y no lo perdería por nada, ni nadie.

-Te amo tanto, bebé.- Estrechó mejor al minino, sentándolo sobre sus piernas mientras entrelazaba sus dedos con los de Jaemin y lo atraía en un beso, un suave beso en el que ambos se sumergieron por varios segundos. El ligero ronroneo del minino no tardó en hacerse presente, y tras una mordida, volvieron a besarse ahora de una forma más profunda. Jeno conocía de memoria cada rincón de la boca del gatito, él sabía hasta por cuales zonas pasar su lengua para recibir un estremecimiento, sabía también dónde tocar para ganarse un jadeo, al igual que sabía dónde besar para llevar al menor al borde de la excitación.

Neko Corporation - NominWhere stories live. Discover now