CAPÍTULO XIX "MOMENTO DE SER SINCERO"

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Llegamos a la mansión Prince y mientras yo quería perder el conocimiento, el dolor lo evitaba, entramos a la cochera y después Michael y Harry me bajaron del auto

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Llegamos a la mansión Prince y mientras yo quería perder el conocimiento, el dolor lo evitaba, entramos a la cochera y después Michael y Harry me bajaron del auto.

—¡Emma necesito todo mi equipo médico ya! —ambas parecían confundidas, pero su confusión se volvió terror cuando vieron mi camisa blanca con una enorme mancha de sangre por el costado izquierdo.

—¡Will! ¡Harry, qué pasó!

—Deja de hacer preguntas estúpidas, Emma, trae lo que te pedí ¡Ahora! —Harry me miró—, oye amigo, tranquilo, saldremos de ésta —la rojita me miraba no se qué queriendo averiguar, estaba nerviosa—, Rachel, trae una toalla, tenemos que parar la hemorragia ya ¡Rápido! Michael, ven conmigo, necesitamos encontrar un lugar para atenderlo sin que mi madre se entere, ven, ven, Rachel, quédate con él unos segundos y presiona fuerte ¿Okay?

Siguió la orden de Harry y no sé si era mi visión o ella de verdad estaba temblando.

—No cierres los ojos por favor, no me hagas pasar un susto como el día del accidente, por favor quédate consciente.

—No estés tan seria —respondí entre jadeos— ¿Éste es el momento en el que bromeo y te digo que de no tener la pierna jodida pude haber corrido más rápido?

—No, no es el momento porque me haces sentir mal, Dios no quiero pensar en eso —ahora puedo afirmar que si está temblando—, no dejes de hablar, dime las cosas que te molestan, tu mejor recuerdo con tu mamá o simplemente di cosas sin sentido, pero no me dejes de hablar por favor.

—Me resbalé, los gitanos son malos tirando, de haber seguido corriendo ese tiro hubiera perforado mi pulmón y, estaría, muy, muy jodido.

—No puedo decir que prefiero una cosa sobre la otra, no me gusta verte sangrar.

—A mí tampoco —sonreí—, qué malos tiradores son —tosí, apreté los dientes, entre más presionaba, más me dolía.

—¡Will! ¡Will!

— Tenemos que moverte, amigo, vamos a esconderte en la habitación del pánico.

—Qué apropiado.

—Deja de bromear, no estamos para eso, Corey —dijo Mickey, me levantaron y puedo asegurar que me dolió cada pulgada de músculo que me conforma, llegamos a la maldita habitación del pánico y Harry comenzó a prepararse. Lo vi alistar anestesia, le detuve la mano.

—Sin anestesia.

—¡Corey! ¡No vas a soportar! ¡La herida es enorme!

—Tendrás que hacerlo sin anestesia, amigo.

—Corey no te hagas eso, si Harry cree que es necesario usar la anestesia, deja que la use —escuche la voz de Rachel un tanto lejos.

—Sin anestesia.

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