Un chico llamado Mauricio Valle.

25 6 0
                                    

Mᴀᴜʀɪᴄɪo

Despierto a las 6:21 de la mañana, el sol me da a la cara.
De nuevo llegaré temprano, supongo. - pienso mientras me siento en la cama frotandome los ojos. -
Me levanto y hago lo de costumbre cuando voy a la escuela; me baño, me cambio, cepillo mis dientes y el cabello. Me dirijo hacia la sala y siento que falta algo... Miro hacia la mesita y si, ahí está el maldito diccionario de inglés, si lo olvido estoy muerto.
Tomo el diccionario y lo meto a mi mochila, en eso, mi celular vibra desde el fondo de mi bolsillo.

– Estoy en la calle #126, casi llego. ¿Puedes esperarme en la puerta de tu casa?.

Bien, Carl llegará en poco tiempo, así que salgo de mi casa y volteo hacia la izquierda. Un coche negro viene hacia acá, es Carlos, mi Uber.
- Hola Carlos. - digo mientras subo al auto. -
- Hola Mau, ¿Vamos a la escuela? - voltea desde su asiento sonriéndome. -
- Claro, pero antes pasemos a la tienda de Jenny por fa.
- Está bien. - pisa el acelerador y prende la radio, cambia de estación y pone música clásica. -

Carl tiene cabello lacio castaño que le cubre un poco la frente, sus ojos marrón son bastante pequeños, parece asiático. Nos llevamos 7 años, bastantes, pero nos conocemos desde hace tiempo.
Trabaja de Uber desde hace 1 año aproximadamente. Es un conocido del vecindario, y sus padres son "famosos" en el, por así decirlo. Se meten en problemas por las fiestas que hacen. Tuvieron a Carl bastante jóvenes; supongo que tratan de disfrutar la vida que no tuvieron.
Eso hizo que Carl no pudiera tener una vida "normal"; entrando a tercero de universidad, decidió que no quería seguir estudiando y comenzó a trabajar. Por un tiempo trabajó con Jenny, en su tienda, pero luego lo vi en otros lugares, como en la construcción del edificio de enfrente, o en el restaurante al que voy usualmente con Josh. Con sus ahorros compro un auto, y decidió comenzar en lo que está ahora. Casualmente su ruta pasa por mi casa y por la preparatoria a la que iba, así que desde que salí de ahí, hasta ahora que voy a la universidad me lleva.
Somos amigos, así que cuando me contó su historia, me pareció muy raro, ¿qué pensaron sus padres acerca de la decisión que tomó?. Ningún padre en su sano juicio pensaría que dejar la universidad para trabajar de Uber sería lo mejor. Así que se lo comenté. Me respondió que en realidad no les importó, por lo mismo de que ellos ya lo habían hecho antes. Pero de todas formas estaba feliz, por lo menos más que cuando estaba estudiando, dijo que se sentía muy presionado, y no tenía ese tipo de sueños, estudiar, convertirse en "alguien". No era lo suyo.
Todos tenemos diferentes puntos de vista al parecer.

Miro mi celular, 6:44. La entrada es a las 7:15, así puedo tardarme un poco más con Jenny.
- Bien Mau, llegamos. - Carlos frena, se estaciona y apaga el motor, parece leer mi mente. -
- Bueno, compraré algo, no me tardo mucho. - salgo del auto y me dirijo hacia la tienda. -
Camino y entro, no hay nadie, es día de escuela y Jenny no tiene gente en la mañana, salvo yo.
- ¡Ey Mau! ¿Cómo estás? Hace mucho no te veo. - Jenny ríe y le respondo con una sonrisa. -
- Lo sé, en las vacaciones no vine a comprar, estaba aburrido y no quería salir.
- Bueno, ¿Pasaste a segundo no?
- Sí.
- Cada día más grande. - Jenny me mira complacida - ¿Y bien? ¿Lo de siempre?
- Por favor Jenny.
Jennifer es genial, una señora bastante agradable de 46 años con una tienda de abarrotes y café. Me encanta que ella no se sorprende cuando le pido dos cucharadas más de azúcar a mi mokachino. Tengo una extraña obsesión con lo azucarado.
- Bueno, se está preparando tu moka, ya sabía que vendrías hoy y me adelante con el agua caliente. - Jenny me sonríe -
- Eso es bueno, tomare algunas cosas Jenny. - Ella asiente con la cabeza. -
Me dirijo hacia el mostrador de frituras. Mhm..., ¿Que será mejor? ¿Papitas con chile o Rufles o Cheetos? No me decido, tomo las Sabritas Adobadas y los Rufles.
Los pongo en el mostrador y voy hacia el refrigerador de refrescos.
Me llevaré una Fanta de naranja - pienso abriendo el refri y tomando mi refresco. -
Pongo en el mostrador la Fanta y veo que Jenny trae mi mokachino en sus manos.
- Bien, aquí tienes - extiende sus manos dándome el moka. - ¿Carlos te trajo?
- Sí, está afuera esperándome.
- Hace tiempo no hablo con él, su compañía hacía de ésta tienda más alegre... - Jenny suspira sacando una calculadora y anotando cantidades. - Serían $70, por favor.
- Bueno, le diré que venga a darte su teléfono él mismo cuando pueda. - digo sacando de mi bolsillo un billete de cien pesos. Se lo entrego.
Bajo mi mochila y meto las papas y el refresco
- Hasta entonces, mándale mis saludos Mau. - dice entregándome mi cambio. -
- Así lo haré, gracias.
- No es nada, ten un feliz día! - alza un poco más la voz mientras me alejo. -
Solo alcanzo a voltear y asentir con la cabeza antes de salir.
Bebo un poco de mi mokachino, está muy bueno. Antes de entrar al coche guardo el cambio en mi bolsillo.
- Bueno, ¿Ahora sí a la escuela? - Carlos prende el coche. -
- Si por fa. Y Jenny te envía saludos. - digo entrando al auto. -
- ¿En serio? Hace mucho no hablamos.
- Por eso mismo debes venir a darle tu número. Te extraña.
Carlos enciende el auto - Pronto vendré. -

El coche de Carlos tiene un porta vasos, así que pongo mi moka ahí para pasar el cambio que me dio Jenny a mi cartera. Casi nunca traigo dinero en el bolsillo, la última vez perdí doscientos pesos por traerlos ahí metidos.
Me quito mi mochila y tomo mi café. Empiezo a pensar lo que siempre pienso: ¿De verdad soy tan extraño?
En la escuela soy al que se le da el apodo de "nerd", no me considero el típico chico nerd. Mi cabello largo hasta los hombros de un color negro, mis ojos marrón oscuro siempre bien abiertos, y la ropa que traigo puesta, no dan la impresión de ser un nerd; algunos también creen que soy el chico antisocial, pero sí le hablo a la gente y tengo algunos amigos. ¿Es necesario tener esas etiquetas?. Agh! No entiendo a la gente, ni me entiendo a mi. Siempre es lo mismo, todos los días pensar en mi personalidad... Es raro, además... ¿Por qué le doy tanta importancia? No es como si fuera el centro del universo.
- Mau, ¡Mau! - Carlos interrumpe mis pensamientos, me doy cuenta que ya paro el coche, llegamos. -
- Perdón Carl, estaba pensando.
- No te preocupes, solo que ya estamos aquí.
Le entrego a Carlos el pago, $48, al parecer me tarde un poco más con Jenny.
Salgo del auto despidiéndome y miro de reojo que Carlos se va.
Observo la escuela, es aburrido verla igual todos los días.
Prendo mi celular, 7:03 A.M. ¿Por qué hay tantos chicos en la entrada? Parece que todos llegaron temprano.
A veces me pregunto, ¿por qué mierda se quedan platicando en la mera entrada, cargando su pesada mochila?. ¿No sería mejor entrar al salón y sentarse? Me quedo ahí un poco más, observando. Siento algunas miradas sobre mi, y veo que son de las chicas, me miran con extrañeza. Cómo si no fuera un estudiante. Da igual, entro a la escuela y me dirijo a mi antiguo salón, es el primero que vez cuando entras. Entro y saludo a la maestra de civismo, no me responde. Siempre está enojada.

Justo en las bancas del centro está el grupo de pasivas, les di ese nombre porque siempre hablan de cosas muy tiernas y eso. No es por ser chismoso, a pesar de tener buen oído, no lo necesito, simplemente sus conversaciones se oyen a 10 kilómetros de aquí. La mayoría tiene 18 y otras 19, son 5 chicas hablando de chicos lindos, dulces, chocolates y unicornios. O al parecer la mayor parte del tiempo hablan de eso.

Me dirijo a mi lugar favorito, aprovechando que no han puesto lugares; elijo siempre uno que esté cerca de la ventana. En clases aburridas puedes entretenerte mirando a otros grupos que están en el patio, o mirar el cielo. Hay cuatro filas con tres asientos cada uno. Rápidamente me doy cuenta que son mesas compartidas, para dos personas. ¡Genial! Pienso sarcásticamente. No logro comprender por qué se usan ese tipo de bancas. No me importa, me dirijo hacia la primera fila en el tercer y último asiento. Tomo mas mokachino, realmente es delicioso.
- Jóvenes, salgan al patio, el director hará la ceremonia y dirá algunas palabras, este no será su salón más.
Y justo cuando comenzaba a relajarme.
Vuelvo a tomar mi mochila y salgo del salón hacia el medio del patio, solo hay dos salones más afuera: tercero D, segundo C y nosotros, segundo A.

¡No Soy Predecible!Where stories live. Discover now