#Ganadora: Ana_F31

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El pasado deja de ser pasado para convertirse en presente cada vez que estamos juntas, no leo el futuro pero sé que será siempre así

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El pasado deja de ser pasado para convertirse en presente cada vez que estamos juntas, no leo el futuro pero sé que será siempre así.

Mis amigas... Claro, primero está María Beatriz, Marucha para nosotras y luego Luisa, ella quiere que la llamemos Lu y es lindo pero no lo hacemos solo para ver la expresión de ardilla con rabieta que hace cuando no le hacemos caso.

¿Desde cuándo las conozco?

Toda la vida...

—¡Claudia! Para ya, siéntate ahí —ordena Luisa.

—Ehmm no lo sé —responde Marucha—, no creo que ese banco en situación de abandono nos aguante a las tres.

Luisa rueda los ojos e infla los cachetes, la expresión de ardilla enojada empieza a asomarse y yo contengo las ganas de reír, si me río la ira será incontenible.

—Bien —acepto muy fresca, de todos modos ya las hice sufrir bastante desde la noche anterior.

Luisa da pequeños saltos de felicidad, es como su danza de la victoria registrada con derechos de autor, se sienta muy emocionada en uno de los extremos del banco y palmea el lugar junto a ella.

Me siento a su lado y ambas le sonreímos a Marucha mientras ella camina derrotada a tomar su lugar en el banco que según ella terminará en tragedia en cuanto este se disponga a aguantar el peso de las tres.

Tomó su lugar apretando puños y dientes para según ella soportar la caída, si ya lo sé... El dramatismo es un deporte extremo para Marucha... En cuanto entendió que el banco estaba bien y que no moriríamos se relajó.

—¿Y bien? —insistió Luisa.

—Es una hermosa mañana, adoro los fines de semana relajantes en la playa con mis dos mejores amigas —respondí.

Si las miradas mataran yo ya estaría no solo muerta sino también muy bien enterrada.

Sonreí mi suficiencia sin poderlo evitar, era divertida la parte de alargar las historias que se suponía debían ser privadas.

Ajá...

Boletín de última hora, a las mejores amigas les importa poco y nada tu privacidad, es más la privacidad no existe cuando firmas un acuerdo de términos y condiciones con tus amigas, seguro si lees las letras pequeñas encontrarás un inciso que recalque que ya no tienes privacidad y que el chisme debe ser contado con todos los detalles pertinentes del caso en cuestión.

En fin... El caso en cuestión se llama Flavio, ojos verdes, piel bronceada, labios perfectos y un cabello que invita a ser acariciado... Es italiano y tiene cinco años menos que yo, está aquí al igual que nosotras buscando diversión.

Y si, digamos que nos hemos divertido juntos...

Sé que no será para siempre, pero es la dosis perfecta entre revancha y despecho cuando buscas dejar atrás un corazón roto.

Cuando supe que aquel sujeto el cual no se merece una mención me pensó tan tonta como para nunca descubrir que ahora éramos tres en la ecuación, obviamente recurrí al acuerdo de amistad... Aquello no resultó muy bien... Para el sujeto claro está.

Luisa vacío su costosa botella de vino tinto sobre su aún más costosa camisa blanca de estreno, eso estuvo bien, tal vez la fresca temperatura del vino lo ayudó con la calentura.

Marucha lloró y lloró haciendo una escena digna de escuela de melodrama mientras se quejaba del futuro de unos inexistentes hijos que se estaban quedando sin padre.

Al parecer la señorita amante creyó todo el show y pensó que mis amigas eran la amante #1 y la amante #2, obviamente lo dejó, porque supongo que ser la amante #1 está bien, pero la #3 ¡Impensable!

Cosas que hay que ver en esta vida...

Como sea el resultado es el mismo, he vuelto a la vida de soltera y a mis amigas no les gusta.

Así que ahora venimos a la casa de la playa cada fin de semana a "cazar" en lo salvaje algo que se vea apetecible y si es un espécimen pensante mucho mejor aún.

Aquí es donde entra Flavio a esta historia, este es el tercer fin de semana que lo veo, sé que el próximo será el último, él tiene que volver a su "vida real" el tiempo en el paraíso está por terminar.

—¡Le gustas mucho! —reclamó Marucha muy ofendida cuando me escuchó decir que no había nada serio entre nosotros.

—¡Y está divino! —increpó Luisa.

¡Genial ahora se unieron en mi contra! ¡Cómo se atreven a querer verme feliz!

—Yo nunca dije lo contrario, es un espectáculo visual y sé que le gusto.

—Pero —dijeron ambas al unísono.

—Volverá a Italia en unos días, tiene su vida y yo la mía.

Marucha suspiró.

—Solo imagina despertar en la amplitud de ese pecho cada mañana... En Italia.

—Tú en serio estás tonta —decía Luisa mientras negaba.

—Si tiene el pecho bastante amplio —acepté mientras el rostro me quemaba un poco—, en Flavio todo viene en talla caballero.

Antes de darnos cuenta las tres reíamos como veníamos haciéndolo toda la vida.

Y es que si aceptaba la inesperada propuesta de Flavio extrañaría una vida a mis amigas.

—Hey, los aviones existen —dijo Luisa como si leyera mi mente.

—Y los Flavios no crecen en los árboles —apoyó Marucha.

—No pierdes nada y puedes ganar mucho —insistió Luisa.

—¡Y está buenísimo! —contraatacó Marucha.

—Anoche fue increíble —acepté sonrojandome.

Las risas compartidas volvieron.

—Claudia, solo acepta que si te gusta y que incluso un poco más que eso.

—Estás lista amiga, toma el riesgo.

Sonreí agachando la mirada, tal vez a mi cabeza le estaba costando un poco más, pero mi corazón ya había tomado su decisión.

Estaba dispuesta, tomaría ese riesgo.

Muchas cosas podían salir mal, pero esas mismas cosas podían salir muy bien.

El tiempo lo diría y el que no arriesga no gana.

Era hora de volar y explorar nuevos caminos, encontrar nuevas historias, tomar nuevos desafíos y vivir con el corazón.

Ah y por supuesto... Despertar cada mañana en ese pecho amplio, bronceado y perfecto.

Ya les contaré lo que pasó...

Ya les contaré lo que pasó

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Desafíos de Chick LitWhere stories live. Discover now