#Ganadora: Wannagofuture

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La chica vio oscurecer la pantalla de su teléfono y simplemente se dejó caer en la cama

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La chica vio oscurecer la pantalla de su teléfono y simplemente se dejó caer en la cama. Le habían roto el corazón. Su primer desamor. Su primer amor.

Un torbellino de emociones la obligaba a soltar sollozos a cada segundo, dejando que sus lágrimas impregnasen sus mejillas del rastro de estas mismas. Cerró los ojos con fuerza y deseó que todo aquello no fuese más de un mal sueño.

Pero la realidad no era así. Lo había intentado con todas sus fuerzas, Dios sabía que era así. Había intentado hacer que la olvidase y que la llegase a amar como la amó a ella, y aunque él le tenía cariño, jamás podría asemejarse a la relación que tuvo con su mejor amiga.

De nuevo abrió los ojos y miró el techo vacío, blanco y sereno. Justo como sus palabras habían sonado en el móvil; vacías, secas, frías. Le había dicho que no la quería del todo, que no podía olvidar a su antiguo amor. Que jamás sería ella. Ambos lo habían intentado, pero eso no era suficiente.

Con los labios temblorosos, susurró un "lo siento" dirigido a ella misma, porque aún lo amaba y sabía que no podría olvidarlo en mucho tiempo.

DOS AÑOS DESPUÉS

Denice caminaba con sus caderas contoneándose al ritmo de sus pies, mientras notaba encima de ella todas las miradas masculinas del grupo de su mejor amiga.

—¿Dónde te habías metido?—. Preguntó su amiga y ella se bajó las gafas de sol para dirigirle un travieso guiño.

Se sentó en la mesa con los demás y entonces y sólo entonces lo vio.

A su primer amor. A él. A la razón de todo lo que había sacrificado años atrás.

Pero ni él tenía 20 años ni ella 17. Ahora eran más maduros y habían pasado página.

Aún así ella volvió a ver el brillo en sus ojos y él la sonrisa estúpida en los labios de ella. Ambos se alejaron de la mesa yendo a un rincón más apartado. Solamente necesitaban una mirada para comunicarse.

—Te he echado de menos—. Soltó ella sin pensarlo dos veces, aunque luego se arrepintió.

—Te he buscado Den, lo hice. Porque te quería. Te amé y no lo supe ver hasta que te marchaste. Te quiero.

Sus palabras la dejaron muda.

¿Después de todo ese tiempo tenía que decírselo ahora? ¿Ahora que tenía novio y un anillo de compromiso en la mano?

¿Ahora que había pasado página y ya no pensaba en él a cada segundo?

Augusto, o Gus para los amigos, miró los labios de su viejo amor y se detuvo allí.

Ella dudó. Volvía a ser la niña de 17 años enamorada de un problemático extranjero. Se sentía bien, claro, pero tampoco podía asegurar que él hubiese cambiado.

Aún así quería besarlo, de verdad que quería.

Sin embargo otra parte de ella pedía arrojarlo por un puente.

—Di algo—. Rogó el sin apartar la mirada de su boca.

Denice no sabía responder, pero su cuerpo lo hizo por ella. Alzó una mano y la estampó en la cara de él sonoramente. Todos los de la pandilla se giraron a verlos, sorprendidos por aquello, aunque después de ver la escena no se sorprendieron; él había sido un cretino con ella y su carácter no era muy pacífico cuando llegaba al límite.

Una lágrima resbaló por la mejilla de la joven al igual que cuando escuchó el "adiós" con el que no volvió a verlo más.

Una parte de ella necesitaba recuperarlo, lo necesitaba. Lo echaba de menos y tenía tanto que decirle...

Sin embargo su subconsciente y su orgullo le impedían improrale que volviera con ella. Pero una vez más su cuerpo se adelantó a sus palabras.

Denice apartó la mano del chico de su propia mejilla que ahora era roja y con otra lo tomó de la nuca para atraerlo hacia ella. Juntó sus labios en un beso desesperado que no tardó en ser correspondido.

Gus sintió que por fin podía respirar con claridad. No podía permitirse perder a la segunda chica que había amado. No podía cometer el mismo error de nuevo.

Ambos se fundieron en un beso apasionado y dulce que rompió con todos los esquemas que habían planeado para su futuro. Habían sanado todas las heridas de su corazón al fin y ya no importó qué pasaba a su alrededor.

Se habían recuperado y eso era lo que importaba.

Y ninguno estaba dispuesto a volver a perderse.

Entonces la chica abrió los ojos aún llenos de lágrimas y deseó con todas sus fuerzas que aquello pudiese llegar a suceder, aunque él le había dicho claramente que no volvería a verla por su bien. Que no quería hacerle daño y que en su boda no sería el novio.

Aquello fue lo que más le dolió.

"Iré a tu boda si quieres. Pero no como el novio."

Poco a poco, se quedó profundamente dormida, entre un lecho de dolor y sufrimiento que sólo con el tiempo podría sanar.

Y con el amor propio que llegaría a aprender.

Y con el amor propio que llegaría a aprender

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Desafíos de Chick LitWhere stories live. Discover now