Capítulo 7

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Cuando comencé a caminar, no usaba calcetines porque temía caer al resbalar, pero mis regordetes y delicados dedos me dejaron hipnotizada, ya había crecido a través de este proceso antes, aunque no tenía la inteligencia para reconocerlo.

Miré mis pies en lugar de ir hacia el emperador quien parecía enfermo temblando de rodillas y rogando a fuera rápidamente. Volví a enfocarme y al acercarme, me dio un fuerte abrazo.

—Ah, nuestra encantadora Steana. —Puso su rostro en mi mejilla.

Preocupado de que una barba áspera pudiera lastimarme la cara, volvió con el peluquero para que le afeitara cada vez que pudiera verme.

Acaricié su suave barbilla y parecía que tenía el mundo en mis manos. Hubo momentos en los que hicimos contacto visual, mis ojos parecían abrir algún secreto, al reír mucho él sonreía feliz e indefenso, como si su corazón se hubiera derretido ante mis brillantes encías rojas.

Ser un bebé que sacude la razón del hombre que hace temblar al continente, han pasado meses pero todavía no me he acostumbrado.



—¿Viste a Steana comiendo fresas? Tiene dos dientes y realmente mastica mucho con ellos —dijo Karhil con muchas de estas frutas en sus manos.

Pensé que estaba tratando de dármelas, pero agarraste demasiadas a la vez y no le quedó ningún dedo extra para hacerlo, entonces Lio las tomó y me las dió, pero eso molesto a su hermano.

—También quiero darle fresas a ella.

—Steana, no lo sueltes. ¡Ay! ¡Esos son mis dedos! No puedes comerte mis dedos. Ja, ja, ja —dijo el niño contento.

—Es divertido cuando te muerde los dedos, ¿verdad?

—Que gracioso, pensé que se me iba a romper.

—Así es. Da miedo, me duele incluso cuando me muerde con fuerza solo con sus encías.

Los gemelos hablaron sin parar, me preguntaba si eran los niños más locuaces del mundo. Las voces en sí mismas son tan lindas y las palabras que dicen son hermosas, así que escucharlos me hizo sentir a gusto.

Al principio en mi boca estaba ocupada mordiendo, luego me dieron unas palmaditas en el estómago diciendo que comía bien. Miré el jugo de fresa en mi mano buscando a mi alrededor y termine limpiándolas en mis pantalones. Al verme agarró mi mejilla regordeta con su mano pegajosa y lo besó a un lado.

—Su Alteza Real, es hora de que tome su lección de historia.

Ambos escucharon las palabras y se pusieron realmente tristes.

Alguien pensaría que fueron ellos los que perdieron su país. Algún día aprenderé algo así y estoy deseando que llegue el día ya que había tan poco que podía hacer ahora.

Fue una suerte que pudiera pensar en el manejo de la espada. Era una tarea muy difícil pasar la mayor parte del tiempo acostado sin hacer nada, mientras se tenía inteligencia adulta.

LUHDTWhere stories live. Discover now