mngkr_ NO PODÍA DURAR PARA SIEMPRE

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— Di algo.

Hagakure le dirige una mirada afligida desde el otro lado de la mesa. Sus ojos, cansados, la recorren con un leve estremecimiento de sus pestañas, hasta detenerse en la grabadora que sujeta suplicantemente. Resbalan hasta la mesa y las copas vacías. Vuelven a encontrarse con ella.

— Mina... ¿Es necesario todo esto?

Quizás no. Pero es todo lo que le queda.

— Sólo... — su voz se rompe, por centésima vez esa semana. Ah... cuesta tanto pretender ser fuerte —. Dime algo. Lo que sea. No hace falta que sea una despedida.

Quién le iba a decir, la noche que se subió a la barra pegajosa de una discoteca para gritarle su amor a una adolescente enfundada en ropa fosforescente, que las cosas acabarían cambiando tanto.

Asintiendo imperceptiblemente, Hagakure extiende lentamente una mano hacia ella, rozando la suya cuando le quita la grabadora, y tal vez por la neblina que la fatiga acumula en su mente, o porque sabe que esta será una de las últimas veces que experimente su tacto, los dedos de Tooru parecen casi transparentes.

Como si ya hubiesen empezado a irse.

No podía durar para siempre. Dicen que las despedidas son amargas. Los reencuentros dulces. Las lágrimas saladas. Sea lo que sea esto, a Mina sólo le sabe ácido.

Hagakure se ha cansado. Se lo dijo como una broma, hace años. "Me he cansado, Ash." Pero ella rio y la tomó en brazos. Agradeció las horas de gimnasio, susurró "tranquila, yo te llevo" y cargó con ella por la calle hasta que llegaron a la puerta de su estrecho apartamento y la depositó sobre la cama. En realidad, con gimnasio o sin él, podría haber aguantado mucho más. Porque en ocasiones parece que Hagakure no pese nada. Su risa es etérea y el color de sus pestañas tan claro que parecen de cristal.

En cualquier caso, Hagakure se ha cansado. Sólo que ahora se ha cansado de verdad. No tiene la energía de antes, no salta sobre ella para despertarla por las mañanas, no bailan de madrugada hasta que la casera amenaza con echarlas si no apagan la música. En algún momento se preguntó – fue una inseguridad pasajera, un instante de duda que le atenazó la garganta – si Hagakure se había cansado o si era de ella de quien se había cansado. Pero ese es un pensamiento de los que te corroen poco a poco por dentro, avanzan por los huesos desintegrando cada cosa a su paso, te reducen a nada como un trozo de metal en una bañera de ácido. Así que lo apartó de su mente.

Además, Tooru ya se lo ha dejado claro. Repitiéndoselo en la cama, antes de dormir. Paseando una mano por su pelo y susurrando un "no es culpa tuya" con la entonación de un "buenas noches". Hagakure se ha cansado, no lo podría describir más sencillamente.

Y como se ha cansado, quiere hacerse invisible. Era tan obvio que a Ashido le duele no haberse dado cuenta antes.

A los demás les pareció estúpido pero a ella no, porque después de todo, tras diez años compartidos, una empieza a entender a su novia. Y Mina ha saboreado tantos besos de "ya estoy en casa", ha correspondido a tantos abrazos y se ha perdido tantas veces en su piel, que la decisión no la sorprende nada.

Hagakure quiere ser invisible. No un invisible de los de quitar la foto de perfil, cambiar de círculo de amigos, pasar una semana en la montaña, sino invisible de verdad. De verdad y durante un largo rato. Quiere irse. Del trabajo, sus padres, su casa. Abandonar cada palmo de su existencia. Porque es asquerosamente doloroso saber que a cada paso se encierra más en la jaula que son su nombre y su persona. Eso le ha dicho.

Ashido no es así, pero puede entenderlo. A las dos les gusta bailar. Deshacerse, si es necesario, en saltos y alaridos. Pero ella disfruta de la mirada de los otros mientras que Tooru sólo quiere bailar a dos. Sufre al pensar que un reflejo de su existencia está quedando grabado – y por ende siendo robado – en los ojos de alguien más. Dice que esas cosas se acumulan y poco a poco hay tanta Hagakure en los rastros involuntarios que ha ido dejando que ya apenas le queda para ella. Si las cosas siguen así, un día querrá cambiar de barrio, de trabajo, o de vida, y ya no podrá. Los lazos entre su nombre y la rutina serán tan fuertes que con la frágil voluntad de la Tooru que queda dentro de ella (todavía íntima, protegida de las miradas) no bastará para moverla hacia delante.

Lo que sea | bnha one-shotsWhere stories live. Discover now