tgchkcm_ NIEBLA DULCE Y PISADAS DE GATO

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(Toga x Uraraka x Camie, personajes adultos, ProHero!Uraraka)


— Di algo.

La sonrisa de la rubia que está aprisionando contra la pared se estira, lenta, orgullosa, exquisita, pero sus labios siguen sellados. Tras sus pestañas, el tono marrón de sus ojos entrecerrados parece más oscuro que nunca, como si bajara una octava y adoptara un matiz casi mate.

Uraraka, murmurando insatisfecha, deja caer al fin el casco de un traje de heroína que no ha tenido tiempo de quitarse. La suave moqueta del suelo absorbe el golpe sin perturbar el silencio, y ahora ella tiene las manos libres.

La izquierda llevaba ya un rato apoyada en la pared, junto a la cabeza de Camie. Los dedos de la derecha pueden ahora enredarse en las puntas de sus mechones rubios, ascender por ellos hasta donde la luz de la habitación les arranca reflejos acaramelados.

Acerca el rostro, casi imperceptiblemente. Lleva un mechón a sus labios, antes de soltarlo. Es la delicadeza de siempre. El aroma de siempre – champú con fragancia de miel, y cierto toque del olor al hogar que comparten. Como a madera ardiendo en la chimenea y té caliente.

En el pelo, sus suaves ondas, la raya perfectamente al medio, Camie es la Camie de siempre.

— ¿No vas a decir nada?

La otra responde con un brillo reavivado en sus ojos, y una sonrisa ligeramente más ladeada.

En su mirada, sus labios firmes y sus pestañas largas, Camie es la Camie de siempre.

Los dedos de Uraraka descienden hasta su barbilla, recorriendo en su caída el contorno de sus pómulos y la forma de sus mejillas.

En su cabeza siempre alta, su secreta diversión y la vanidad silenciosa con la que la oculta, Camie es la Camie de siempre.

Y eso no supondría ningún problema, de no ser porque otra Utsushimi Camie la está abrazando por la espalda, recorriendo en un masaje las largas líneas fluorescentes que decoran su traje.


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Tendría que haberlo esperado. Hoy era un día de esos, al fin y al cabo. Un fin de semana eterno, las horas de sol se alargan con la llegada del verano. El aire por la tarde se vuelve pesado. Sus novias se aburren.

En días como este, Himiko es lo más parecido a un puma tendido en el sofá esperando a que alguien le proponga un juego. Camie se sienta a sus pies, estirando sus piernas sobre la mesa baja de té que ya sólo sirve de soporte para informes y libros. Observa el salón con sus enormes ojos pardos, expectante ante cualquier posible espectáculo.

Cuando Uraraka ha salido un par de horas antes de casa, con el traje ya puesto y la ruta de su próxima patrulla en la mano, tendría que haberlo sospechado. Debería haberse dado cuenta de ello, en el instante en que les ha dado un beso y un hasta luego: esas dos ya estaban preparando algo. Maquinando para crear por sí solas un entretenimiento.

No es la primera vez, pero probablemente sí la que mejor les ha salido. Al volver, tras dejar las llaves en la entrada y perder un calcetín mientras luchaba para quitarse las altas botas de combate, ya no la esperaban una Toga y una Utsushimi. Ahora Ochako tiene dos Camies.

Dos Camies, todo sea dicho, impresionantemente iguales.

Pero hay un truco; siempre hay trampa. Por mucho que Himiko perfeccione su quirk, cambiar la voz sigue siendo algo fuera de su alcance.

Lo que sea | bnha one-shotsWo Geschichten leben. Entdecke jetzt