9. Cuando interrumpió la ley.

1.6K 179 53
                                    

El cuartel está silencioso cuando Peter llega. Se cruza con quienes lo acompañarán durante la jornada y también se despide de aquellos que regresan a sus casas luego de completar el turno vespertino. En la cocina se reencuentra con el capitán de los bomberos y lo saluda con un choque de puños. Después se prepara un té y de la alacena saca una bolsa con galletas que les regaló una anciana luego de haberle salvado la vida a su gato. En el reloj de pared marcan las dos menos cuarto de la tarde cuando se sienta en la otra esquina de la mesa y calcula que Lali ya estará en la residencia con Romeo porque las clases matutinas terminaron hace más de una hora. Vía mensaje, su mamá le avisa que está organizando una cena el viernes y quiere saber si ellos estarán disponibles para sumarlos a la lista. Después de responder, silencia el móvil y ve que Andrés cruza arrastrando los pies. Peter esboza una risa porque Andrés abre la heladera con una mano y la otra la mete en la parte trasera del pantalón.

–Me gustaría comer sin tener que ver cómo te rascas –esboza. Andrés saca una jarra de agua y carga un vaso de vidrio que está al lado de la bacha– ¿Te sentís bien? –pero Andrés no responde. Toma un poco de agua y se sienta al costado de Peter. También levanta las piernas y las cruza por encima de la mesa– ¿Hace cuánto no dormís?

–Dos noches.

–Pero no tuviste guardia.

–No fue por eso –y toma un sorbo más. Peter entrecierra los ojos porque intenta analizar.

–¿Qué estuviste haciendo?

–No sé si querés saberlo... –con una mano saluda a dos mujeres que corresponden al equipo de bomberos.

–Lo estoy preguntando, así que quiero –por encima de la mesa le desliza el paquete de galletas– ¿Saliste con Carla?

–Mitad y mitad –ladea la cabeza. Mira hacia los costados corroborando que nadie lo vaya a escuchar y baja las piernas de la mesa– sí, salí... pero no con Carla.

–¿Con qui-? –se interrumpe así mismo porque se da cuenta– no me digas que con Candela –Andrés asiente una vez y deja la cabeza colgada mirando hacia abajo. Como quien siente un peso muy grande y no puede controlarlo– quiero imaginar que fueron a tomar algo o la invitaste al cine, no se tocaron y te limitaste a alcanzarla hasta la residencia.

–Esa podría haber sido una buena salida –piensa. Peter niega con la cabeza, sonríe y revolea los ojos, todo al mismo tiempo– no me hagas aclarar lo obvio, hermano.

–¿Carla sabe?

–No.

–¿Candela sabe que Carla no sabe?

–Sí.

–¿Y Bartolo sabe?

–¿Para qué seguir preguntando? –se vence– los dos reconocemos que estamos cometiendo un error porque nos convertimos en amantes, pero ninguno quiso llegar a esa situación.

–No, lo que les pasó es que dejaron ir la situación cuando tuvieron la oportunidad de estar juntos –agrega Peter– si los dos quieren estar juntos, sepárense de sus parejas y hagan lo que tendrían que haber hecho en un primer momento.

–Pero Candela me rechazó.

–Ahora no te está rechazando –dice con obviedad, casi riendo– ella no quiso estar con vos porque no la considerabas para una relación, pero quizás ahora eso cambió. ¿Vos querés quedarte con ella? –pero antes de que él responda, suena la sirena– nunca te salvó tan bien la campana –y le da una palmada en el hombro cuando se levanta.

En el Hard Rock, Delfina atiende las mesas de los clientes, le pasa las zapatillas a los grupos de amigos que compran el ticket para jugar al bowling y también se queja de la ausencia de su compañero que la dejó haciéndose cargo de todo el trabajo. Sabe que siempre escapa de los clientes para fumar uno o dos cigarrillos en la calle, pero cuando Delfina se asoma a la puerta, no lo encuentra. Después recuerda que lo vio entrar a la despensa y toca la puerta varias veces. No puede entrar, entonces lo llama. Pero del otro lado no le responde nadie, hasta que escucha un golpe seco y un sollozo que la desespera. El camión de bomberos y la camioneta de los paramédicos estacionan en la puerta del local diez minutos después de que Delfina da aviso. Tres bomberos entran con sus equipos y escoltados de Peter y Andrés que cargan los bolsos de primeros auxilios.

MAMIHLAPINATAPAIWhere stories live. Discover now