11. Cuando tuvo pesadillas.

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Peter está entretenido leyendo una novela policial, sentado en una esquina de la mesa de acero del comedor del cuartel y con las piernas cruzadas por encima de otra silla. De fondo se oyen los gritos de festejo y cánticos de cancha de quienes compiten en un torneo de metegol. Andrés es el invicto porque gana todos los partidos y los demás se quejan y aseguran que está haciendo trampa. Como si eso fuese posible en un metegol. Entonces, una de las chicas llama a Peter y le pide que participe porque quiere que alguien le gane y capaz él, que lo conoce hace tanto tiempo, tiene las herramientas necesarias para que quiebre. Peter no quiere sumarse porque le falta poco para llegar al final de la novela, pero un minuto de insistencia intensa le bastan para cerrar el libro y sumarse. Durante el partido, Andrés cancherea y hace preguntas para incomodar a su contrincante, así que Peter se da cuenta que esa es su arma para desconcentrar al otro, entonces le responde con soltura sin apartar de vista la pelota y se anima a repreguntarle hundiendo el dedo en los puntos que él prefiere no hacer públicos. Así que cuando le pregunta si es verdad que tiene una amante, Andrés se olvida de mover al arquero y Peter le hace un gol.

–¿Otro más? –Peter baja los hombros agotado cuando Andrés vuelve a buscar la pelota y la tira en el centro de la cancha. Los demás del equipo se desparramaron porque solo querían verlo perder un partido, las revanchas no cuentan.

–Si voy a perder, quiero que sea dignamente –y mueve rápido los palos de sus jugadores pasándose la pelota de fila en fila.

–¿Y no fue así como perdiste? –le cuestiona. Andrés lo mira de reojo y Peter esboza una risa– no tengo ganas de jugar otro partido, quiero ir a terminar mi libro.

–¡Gol! –grita después de girar bruscamente el palo de los delanteros.

–Ni siquiera estoy jugando, Andrés –es que Peter está quieto con los brazos cruzados del otro lado esperando a que lo libere– y lo que hiciste antes tampoco fue ganar dignamente.

–Yo hacía preguntas para molestar, vos me mandaste al frente contando intimidades –baja la voz y lo apunta con un dedo.

–Ninguno se sorprendió mucho de saber que tenés una amante –comenta y mira a algunos de sus compañeros que deambulan– ¡Gabi! –Gabriela está sentada en un puf limándose las uñas y gira la cabeza cuando escucha su nombre– ¿A vos te sorprendió saber que Andy tiene una amante?

–¿Quién no tuvo uno alguna vez? –Gabriela levanta un hombro y vuelve la vista a sus dedos.

–Igual tendrías que haberme pedido permiso –Andrés se sigue quejando.

–¿Así cómo vos me pediste permiso cuando le contaste a tu amante que Romeo me dijo que no me case dando vuelta toda la información?

–Me lo contaste justo cuando estaban pasando los avances de la serie –se defiende muy mal y Peter pone los ojos en blanco– ¿Cómo viene eso? ¿Romeo ya se soltó con Lali?

–Más o menos... no es fácil para ninguno de los tres, pero cada uno trata de hacer lo mejor que puede –y se tilda unos segundos mirando los palos del metegol que Andrés sigue moviendo.

–¿El equipo sabe que te apareció un crío? –consulta y Peter niega– ¡Gabi! –vuelve a llamarla y ella vuelve a girar la cabeza, aunque ahora no lo mira porque está luchando con la lima– ¿Sabías que a Peter le cayó un nene de la nada?

–¿A quién no le cayó uno alguna vez?

–¿A todo va a responder igual? –pregunta y la risa de Peter se yuxtapone a la sirena del cuartel que le avisa al equipo que deben abandonar su ocio para atender a la ciudad.

Ésta vez se trata de un incendio que ataca a un edificio. Los dos equipos de bomberos de la zona se aúnan para trabajar en conjunto. Los paramédicos se dividen en cortar la calle para que los autos y las personas no se aglomeren. Mientras algunos bomberos entran al edificio para salvar a quienes están encerrados adentro, otros se quedan en el exterior intentando mitigar el fuego, acompañados de los paramédicos que preparan las camillas y alistan la colchoneta inflable cerca de las ventanas en el caso hipotético que haya alguien que tenga la necesidad de saltar. El capitán de bomberos se comunica a través del handy y pide que se sumen al rescate algunos paramédicos porque necesitan refuerzos. Peter y Andrés se visten adecuadamente y entran al edificio. El ascensor tiene las puertas abiertas en la planta baja y Andrés se queda atendiendo a una mujer que está desplomada en un rincón. Peter continúa subiendo por la escalera, esquiva los trozos de pared y techo que se derrumban y se suma a sus compañeros. Gabriela le indica que traslade el cuerpo de un hombre que acaban de sacar del interior de un baño, y él lo carga en un hombro para sacarlo del edificio antes que inicie una asfixia. Pero antes de llegar a la salida, escucha una explosión, un grito agudo y ve a una niña escondida debajo de un sillón que está en el hall del otro extremo de la planta baja. Peter lleva al hombre hasta una de las camillas de la calle y vuelve a entrar al edificio, al mismo tiempo que otros bomberos salen y le exigen que no entre porque las paredes se están desplomando. Peter no obedece y busca a la niña que sigue debajo del sillón y se cubre la cabeza con los brazos porque no quiere seguir viendo o escuchando. La saluda y no le da tiempo a responder que la saca rápido porque hay que salir del edificio, pero el fuego empieza a crecer y algunas vigas se desarman y caen. Peter rompe el vidrio de la ventana que da a la calle y tira el cuerpo de la menor sobre la colchoneta del lado exterior, pero un nuevo derrumbe a él le impide salir.

MAMIHLAPINATAPAIWhere stories live. Discover now