10. Cuando conectaron la piel.

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Cuando llega octubre, Lali arranca como la maestra particular de Victoria. En la escuela recibe todo el material que vieron durante el año y después viaja hasta la casa de ella para alcanzárselo y otorgarle una clase de alrededor de cuatro horas –con recreo incluído en el que se cuentan secretos mientras toman chocolatada y comen galletitas caseras que siempre cocina Nora–. Vicky y sus papás viven en Tolhuin, un pueblo que queda a una hora y media de la capital de Tierra del Fuego. Ellos vivieron en Ushuaia hasta que Nora consiguió una oferta laboral en Tolhuin y tuvieron que trasladarse. Vicky todavía no se acostumbró al cambio y además no logró integrarse en ninguna escuela nueva porque todas tenían las vacantes ocupadas. Alejandro, el papá, le contó a Lali lo que discutió con varias directoras para que la integren, pero ninguna quiso modificar los planes y Vicky quedó fuera del sistema educativo. Sin conocer esa segunda parte de la historia, a Lali le alegró un poco haber intervenido para colaborar en que no pierda su tercer grado, pero de regreso a la residencia, también pensó en las casualidades de la vida que no la hicieron tomar la decisión de viajar al sur en vano.

−Hola, Lali –Gustavito la saluda cuando la ve salir de la sala de la directora. Ya sonó el timbre de salida y él está vestido con su delantal blanco y la mochila colgada a la espalda.

−Hola, Gusti –le sonríe y se inclina para darle un beso. Está abrazada a un montón de carpetas en donde hay nuevo material para trasladarle a Vicky– ¿Qué hacés acá? ¿No tendrías que haber salido? –porque el timbre sonó hace diez minutos.

−Cata está en el baño –y recién ahí se da cuenta que está apoyado a la puerta del baño de nenes– el de nenas está clausurado y se estaba haciendo mucho pis –y se acomoda los anteojos. Él siempre habla con seriedad y eso es lo que más causa gracia.

−Y la estás cuidando. Muy bien... chocame ésos cinco –deja su mano suspendida en el aire y Gustavito se la choca.

−Hoy la seño me felicitó porque hice todas las divisiones bien –le cuenta– pero no le dije que en realidad aprendí gracias a vos y no gracias a ella.

−Por las dudas no se lo menciones nunca –recomienda– pero qué bueno que hayas entendido. Mañana hacemos otro repaso un poco más complicado, ¿dale? –y él asiente con seguridad– hola, Cata –porque ella sale del baño acomodándose la calza por encima del delantal.

−¡Hola! –ella se pone muy contenta al verla y no solo que sonríe sino que también se acerca a darle un abrazo– ¿Viniste a buscar las cosas para llevarle a Vicky?

−Sí. En un ratito tengo que ir a la casa –y encara hacia la salida que está al final del pasillo. Ellos dos la siguen ubicándose a cada lado.

−¿Va a volver a nuestro colegio? –pregunta Gustavito.

−No lo sé... por ahora tiene que recuperar todo el año que perdió, pero es más seguro que empiece en un nuevo colegio el próximo año. Está muy lejos de éste.

−Pero ella es nuestra amiga –Cata se queja.

−Y lo va a seguir siendo –y esboza una sonrisa porque le genera ternura– estar en colegios distintos no significa que no puedan juntarse después. ¿Y Franco?

−Hoy no vino porque estuvo resfriado –cuenta Gustavito– hoy tengo que ir a la casa para llevarle la tarea y me voy a tener que poner un barbijo –y la hace reír.

−Hoy la voy a llamar a Vicky –dice Cata de repente, en un pensamiento en voz alta– porque hace muchos días que no hablo con ella. Le voy a preguntar si puedo ir a la casa.

−Está muy bien, pero hoy no porque tengo que ir a darle clases –Lali pincha el globo y Cata patalea porque a veces es más chiquita de lo que en realidad es– y mañana tampoco porque tengo que darle clases a ustedes.

MAMIHLAPINATAPAIHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin