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¿Dije 7100? Bien, me equivoqué, quería decir... nada más y nada menos que, ¡7500!. Y de verdad, esto me empieza a parecer algo loco... es que, wow. De verdad que estoy sin palabras. Hoy mismo he vuelto a mi rutina de universidad, cosa que significa trabajo hasta el jueves. Escriví este capítulo ayer y pensé dejarlo reservado para subirlo junto con el reglamentario de cada semanas (es decir, los dos capítulos obligatorios que os subo cada semana). Últimamente, os he tenido acostumbrados a más por el simple hecho que llevo de vacaciones desde el día 18 de Septiembre (¡Bendita universidad!), pero lo bueno solo ha durado hasta hoy. Hoy mismo retomo el horario de subida al que os tenía acostumbrada. Pero, ¿cuál ha sido mi sorpresa al mirar la app? Todo este montón de visitas, por lo que no os quiero hacer esperar, y aquí tenéis un capitulito para empezar a liar las cosas, que ya es hora de ver algo de movimiento en esta historia.

¡Muchísimas gracias a todos y cada uno de los lectores, gracias a las chicas que comentan y mil millones de besos a todos aquellos que votáis la historia!

Pd: no seáis tímidos, comentad sin vergüenza, estoy abierta a todo tipo de críticas tanto buenas como malas, y los comentarios con vuestras opiniones solo me van a ayudar a ganar calidad.

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Dos semanas. Han transcurrido dos semanas exactas desde mis encuentros furtivos con Joyce. Cada vez nos vemos más, y a plena luz del día, nos escondemos menos, pero seguimos teniendo el mismo cuidado si se trata de mis hermanos, sobretodo de Ence, ya que él ya se huele algo, no se acaba de creer que esté todo el día fuera con mis amigas. En realidad, yo, si fuese él, tampoco lo creería.

Estamos en el centro comercial, mirando por aquí y por allá algún que otro disfraz para la fiesta de Halloween de el viernes.

-¿Tienes algo en mente?- me pregunta Joyce.

-Las chicas quieren que vayamos de enfermeras- bufo y él estalla en carcajadas.

-¿Qué tipo de enfermeras?- me pregunta mientras, acaricia mi mano con su pulgar.

-Ese tipo de enfermeras que se está pasando por la mente- de nuevo ríe y no puedo evitar reír yo también con él. Pego un trago a su bebida poniéndome de puntillas.

-Eso no me lo quiero perder- me sonríe.

-No es gracioso- le pego un golpe en el hombro.

-En realidad, no va a ser nada fácil lidiar con eso esa noche- me sisea.

-¿Por qué?- le pregunto.

-Tu hermano va a estar allí presente, y no va a haber forma humana de lidiar con eso, no voy a poder marcar mi territorio- le miro mal y le suelto la mano.

-¿Que acabas de decir?- él me mira divertido, pero a mi no me hace ningún tipo de gracia -¿Acaso ves que me esté riendo?- le pregunto seria.

-¿Qué? ¿Te has enfadado en serio?- me cuestiona, aún con su estúpida sonrisa en la cara. Haciendo eso solo me entran más ganas de romperle el brazo.

-No soy de nadie, no soy tu jodida posesión, no tienes que ponerme una jodida etiqueta, ¿entiendes?- le pregunto, enfadada.

-Oh, vamos Iris, no seas cría- me dice.

-No me llames cría cuándo eres tú el que me trata como si fuese un objeto- me cruzo de brazos frente a él.

-Sólo digo lo que siento- se encoje de hombros.

Ruedo los ojos y me dirijo a la tienda más cercana, y al parecer, es un Starbucks. Me meto en un Starbucks cuando ni si quiera me gusta el café, genial idea Iris, eres una genia. Aunque si es la única manera de perder de vista a Joyce, es la única opción que me queda.

Seis hermanosWhere stories live. Discover now