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Aquella charla con Ryan me ayudó a darme cuenta de aquello, pero también y gracias a eso sentí que no debía cambiar. Me sentía totalmente a gusto estando como estaba y si la gente no lo quería ver, era su jodido problema. Al parecer, la bicicleta que usaba para ir al instituto estaba más que rota, por lo que mi amado hermano mayor Gustave se decidió a llevarme cada día ya que le pillaba de paso hacia el camino a la universidad.

-Si pasa algo, lo que sea, avísame, recuerda que ya no estoy allí para salvarte el trasero- me habla. Me pongo de puntillas y apoyo mis dos brazos en la ventana de la camioneta.

-¿Acaso me has tenido que salvar el culo tú a mi alguna vez en el instituto?- pregunto enarcando una ceja y el ríe.

-Las personas cambian, ya te darás cuenta con el tiempo ahí dentro- oigo la campana y veo como la gente se arremolina hacia la puerta.

-Debo irme, gracias por traerme hermano- choco el puño con él y me marcho trotando hacia el placentero instituto.

Un año sin pisar estos pasillos y aquí estoy de vuelta. Aspiro el aire y observo como, poco a poco, la gente se va percatando de que es Iris Parker la que está atravesando el pasillo, y no otra chica nueva corriente más.

-¿Iris?- oigo una voz que se me hace familiar. Me giro y descubro a una Maria más alta que nunca, y debo decir que tan guapa como siempre.

-¡María!- digo y ella viene hacia mí, me estrecha entre sus brazos y nos fundimos en un pequeño abrazo amistoso -Oh dios mío ¡Mírate, estás preciosa!- y es en estas situaciones cuando no sé qué decir o cómo cojones actuar.

-Gracias- sonrío tímidamente.

-En serio, chica, estás guapísima- ríe ella mientras toquetea mi cabello -Londres te ha sentado fenomenal- río con ella y ambas caminamos hacia el aula.

Me siento frente a ella y la gente, tras descubrir que sí, que soy yo, me saludan uno por uno y me preguntan qué tal me ha ido todo, que qué me he hecho en el pelo, y que dónde me he dejado el pantalón de baloncesto. Río por sus comentarios y entran por la puerta tres chicas que desconozco. Conozco a absolutamente todos, excepto a esas tres chicas.

-María- se alza una sobre el resto, sus dos acompañantes la siguen hasta quedar frente a nosotras dos.

María eleva la vista con lo que interpreto como cansancio y clava los ojos en los de la pelirroja de rizos que tenemos en frente. También es una chica muy guapa y realmente me siento pequeña al estar rodeadas por chicas que parecen tanto y yo ser tan poco.

-¿Te crees muy lista?- habla la pelirroja -¿En serio creías que no me enteraría?- la furia es notable en su voz.

-No se de qué coño estás hablando, pero sea lo que sea, no me importa- dice María. Oh, como he echado de menos este lenguaje, si señor.

-No quiero que te vuelvas a acercar a Blake o...- hablaba en susurros.

-¿O qué? ¿Acaso me vas a pegar?- ríe María con superioridad. El timbre suena de nuevo y el profesor entra en la clase.

-Estás avisada- susurra, y dicho esto vuelve a su asiento en primera fila.

Miro a María y esta chasquea la lengua. El profesor empieza con la típica charla del primer día de los alumnos de último curso y lo mucho que tenemos que esforzarnos si queremos graduarnos y que una buena universidad nos acepte.

-¿De que iba todo eso?- le pregunto mirándola.

-Te has perdido muchas cosas en este último año Iris- dice ella con una sonrisa.

María es algo así como la "conocida casi amiga" más cercana que tengo en el instituto, y tampoco es que haya muchas chicas. La mayoría en Cave Creek son barones y pues, María y yo pasamos el resto del día juntas. Como con ella y con Carlena y Aubree, otras chicas que también conozco y se juntan mucho con María, no tienen problema en que coma con ellas. Mis hermanos y todos sus amigos ya no están en el instituto, por lo que debo buscar otras alternativas sino quiero acabar comiendo con Harvey y con sus amigos raros poco habladores.

-¿En serio te ha dicho eso?- pregunta Carlena soltando una carcajada -Esa no sabe dónde se está metiendo- farfulla.

-Sí, ahora más que nunca que tenemos a Iris de vuelta- dice Aubree y pasa uno de sus brazos por mis hombros.

-Sí, chica- ríe Carlena -Tus derechazos se han echado de menos por aquí- murmura y sonrío. He dejado mi temperamento y violencia en un segundo plano desde que estuve por Inglaterra.

-¿Pero quién cojones es esa chica?- observo su mesa de reojo, yace allí sentada con sus dos amigas, mirando por encima del hombro a todo aquel que se atreva a acercarse más de dos metros a ella.

-Se llama Tara, llegó el año pasado- dice María -Y se juntó con esas dos brujas- señala con la cabeza a las acompañantes de la tal Tara.

-Tiene nombre de perro- y las cuatro estallamos en carcajadas.

-¡Vaya punto!- choco las manos con ellas cinco y casi toda la cafetería nos mira por el griterío armado, hemos logrado llamar la atención de ellas.

-La cuestión es, que ha ido a amenazara a María porque cree que su novio y ella tienen algo- María ríe.

-¿Y eso es así?- pregunto a María.

-¡Qué va!- dice ella -Solo nos cruzamos el viernes en una fiesta, pero ni si quiera le saludé, creo que el no sabe si quiera que existo, además, esa loca es una posesiva de mierda- finiquita.

-Lo único innegable aquí, es que el novio de Tara está buenísimo- y en eso estaban de acuerdo las tres.

Salimos después de comer las tres a fuera y decsubrí un corro de gente arremolinado mientras veían, o más bien, escuchaban algo. Me colé como pude entre la gente mientras sostenía con fuerza mi carpeta contra mi pecho y observé a Ence peligrosamente cerca de un chico, en posición amenazante. Ni si quiera tuve tiempo de ver de quién se trataba ese chico.

-Ence- dije acercándome a él y logrando que se separase un poco del alto pelo ceniza que tenía frente a él -¿Qué coño pasa?- pregunto en un susurro mirándolo.

-Vamos Ence, déjalo- la voz Tyler se pronuncia y lo agarra por el brazo. Los ojos de Ence queman hacia el chico. Lo miro de reojo y veo que las miradas de odio son mútuas, y, oh vaya, él es guapísimo. Meneo mi cabeza y devuelvo la vista a mi hermano.

-Soltadme, joder- se queja él y me pega un leve empujón para quedar fuera de alcance y de golpes, por si pasa algo. Ruedo los ojos y me acerco de nuevo.

-Vas a desear no haber nacido Parker- dice el chico casi rubio, lo alejan de mi hermano mientras lo agarran por los brazos -Tú y toda tu estirpe de maricones- mi hermano se encabrona y me acerco a él, mientras entre Tyler, Gus y yo lo retenemos.

Le miro preguntándole con los ojos y él evita mi mirada. Me giro a mirar al chico y sus ojos mieles conectan con los míos, instintivamente aparto la mirada y la llevo a la de las chicas.

-Nos vemos mañana chicas- les digo, ellas asienten y se marchan en silencio mientras yo me siento en el asiento del copiloto y en silencio vamos a dejar a Tyler. Después de eso llegamos a casa.

Los gemelos suben directamente a su cuarto sin decir nada, yo me paseo por el salón y encuentro a mi madre. Ella me sonríe y me dirijo a ella, le doy un beso en la mejilla y me sonríe de nuevo.

-¿Qué tal el día?- me pregunta. Sé que está encantada de este pequeño cambio en mí, y yo, por mi parte, también lo estoy.

-Genial, he estado con María, Carlena y Aubree- ella sonríe.

-Es genial eso de que no sólo estés con los chicos- río por su comentario.

-Sí, me hace falta compañía femenina ahora que sé lo que es- me excuso, le robo una de las galletas recién hechas y subo escaleras arriba mientras escucho los murmullos de los gemelos en sus respectivas habitaciones, y descubro que me tengo que enterar ién de que se trata, de qué va todo esto.

Seis hermanosWhere stories live. Discover now