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Al principio, te odié.

La primera vez que Shoyo escuchó a su vecino gritar fue cuando estaba haciendo su tarea en el comedor

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La primera vez que Shoyo escuchó a su vecino gritar fue cuando estaba haciendo su tarea en el comedor.

El comedor estaba cerca del patio, y para entrar ahí tenías que abrir la puerta de vidrio que era deslizante. El patio era mediano, lo suficiente para que la mamá de Shoyo pudiera poner macetas con plantas y flores, el suelo cubierto con pasto. A veces iba a practicar voleibol, pero la mayoría del tiempo la pasaba en el parque que quedaba a una cuadra, siendo acompañado por Natsu, su hermana menor de seis años de edad.

Si bien a Shoyo le costaba estudiar y poner atención, no quería imaginarse ahora con el ruido que le acompañaría por los siguientes años.

— ¡Si serás baboso! ¡No era por ahí, era para la izquierda!

Shoyo quitó la vista de su cuaderno de historia, volteó a la ventana y enarcó su ceja derecha con duda.

— ¡No idiota, tienes que darle a esa torreta o vamos a perder!

Shoyo se levantó de la silla con curiosidad hacia el ruido, abrió la puerta con calma y salió al patio, buscando con su vista si sería algún tipo gritando por la calle. Pero descartó esa idea al escuchar un grito de frustración que venía desde la casa de enfrente de su patio, lo que causó que pegara un pequeño brinco.

— ¡¿Qué fue lo primero que te dije?! ¡¿Qué?! ¡No es cierto Tsukishima, fue tu culpa!

La voz del chico parecía grave, pero casi rota, como si todo el día se la pasara hablando y su garganta le estuviera rogando por agua. La casa donde ese tipo vivía era en la otra cuadra donde estaba el parque, sólo que la ventana de la habitación daba para el patio. Y lamentablemente, estaba al mismo nivel que su habitación. Técnicamente, lo único que los separaba era eso.

— ¡Hoshiumi, dile algo! — Risas se escucharon de él.

Shoyo se paró con las puntas de sus pies para tratar de verlo, pero no vio nada. Así que recorrió a lo más efectivo que tenía. Saltó lo más sigiloso que pudo y lo único que alcanzó a ver fue cabello negro. Suspiró al no ver nada más, se sintió satisfecho con tan sólo saber eso y volvió a entrar a su casa, pensando que quizás sólo sería por ese día el ruido.

Estaba equivocado.

Su vecino, que ahora llamaría como "el tipo gritón",  siguió molestando por los siguientes tres años. No, nunca lo ha visto en persona y no tenía el mas mínimo interés, pero ya conocía sus estúpidos horarios de juego y hasta los nombres de sus amigos de internet porque no paraba de gritarlos a todo pulmón. No dejaba de regañarlos o tan sólo decirles de ofensas, para después echarse a reír.

Mi molesto vecino | KageHina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora