Capítulo IX

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La mañana llegó y con ella una nueva oportunidad para Candy. Tras la charla con su hermano, durmió como un bebé; finalmente sus pensamientos estaban en orden. Lucharía por recuperar lo que por tonta había dejado ir dos años atrás; solo esperaba que no fuera tarde para ella.

A pesar de ser conocida como una persona que enfrentaba los desafíos que la vida le ponía al frente y los que ella también provocaba, no tenía el valor de llamarlo y pedirle una cita para hablar con él cuando días atrás ella aseguró que aquella cena seria la última vez que hablarían del pasado. Durante su hora de almuerzo, tomó su celular y le envió un mensaje a Terry.

Necesitamos hablar, dime cuando y donde podemos vernos —Candice Ardlay

El sonido de su celular anunciándole la entrada de un nuevo mensaje, la sacó de sus cavilaciones. Su corazón se desbocó al leer el nombre del remitente

Te espero hoy en mi departamento a las 7 de la noche. Por favor, sé puntual, tengo un compromiso —Terrence G. Grantchester

Estaré allí sin falta —Candice Ardlay

Esa tarde, Candy salió mas temprano de lo usual, necesitaba llegar a su casa, tomar una ducha para tranquilizar la ansiedad que sentía.

Abrió el closet y buscó entre sus pertenencias algo apropiado para la ocasión. Aunque así fuera, no quería verse como una desesperada ex-esposa que deseaba recuperar el tiempo perdido. Se decidió por una falda negra y una blusa azul turquesa; cuidadosamente colocó uno a uno los accesorios, recogió su cabello en un moño y colocó seis horquilla para sostenerlo. Salió de su habitación tras echar un último vistazo a su aspecto.

***************

En su departamento, Terry aguardaba por su llegada. Si era honesto, le pareció extraño que ella lo contactara después de la última vez que se habían visto; las cosas se habían salido de control luego que ella lo llamara mentiroso una vez más. Maldijo el haber perdido el control frente a ella. Si seguía por ese camino, el propósito por el cual había regresado, se iría al mismísimo infierno y terminaría perdiéndola para siempre en cuanto ella se enterara de la verdad.

El sonido del timbre lo obligó a salir de sus cavilaciones. Aspiró profundamente y se preparó mentalmente para lo que fuera que Candy viniera a decirle. Todo cuanto había planeado en su mente se fue al diablo en cuanto la vio frente a la puerta. Sin poder evitarlo, sus ojos la escanearon de pies a cabeza. Se le secó la garganta. Sus curvas se marcaban a través de aquella falda negra.

Candy se sonrojó al ver la manera como Terry la observaba; se sintió literalmente desnuda frente a él.

—¿Me invitas a pasar, o piensas dejarme en la puerta toda la noche?

La sola mención de sus últimas palabras, hizo que Terry sonriera con un travieso brillo en sus ojos. Pasar toda la noche con ella, sería la gloria para él.

—Disculpa —respondió concediéndole el paso. Costándole más de lo que imaginó, se obligó a recuperar el autocontrol que había perdido, una parte reservada de su anatomía había reaccionado de manera automática sin que él pudiera evitarlo. La presencia de Candy lo abrumaba al punto que se sentía como un cavernícola a punto de saltarle encima.

—Terry yo... —Candy se mordió los labios, había olvidado todo, absolutamente todo cuanto había planeado decir.

—¿Deseas beber algo? —le preguntó Terry al notar su nerviosismo; se dirigió al bar, él también estaba nervioso, esperaba que poner un poco de distancia entre ellos, ayudara a bajar el bulto que se marcaba debajo de sus pantalones. —¿Un Whisky? —le preguntó.

Una Eternidad ContigoWhere stories live. Discover now