~Capítulo 2~

140 37 90
                                    

── ✦ ──

Miguel abre la puerta y se queda apoyado en el umbral con una pose que a cualquier chica le podría parecer sexy, menos para mí que he convivido con el troglodita casi toda mi vida.

Ha tenido muchas novias y cómo no, si es alto, destila carisma y sarcasmo, piel bronceada y fornido; cabello negro un poco crespo y una sonrisa coqueta como la que me esta dando en este momento mientras me da un repaso con sus ojos verdes.

Muchos han creído que somos hermanos, pero esa teoría queda disuelta por el color de ojos, los míos con color caca.

—Veamos, recién bañada y con cara de amargada —dice Miguel llevándose un dedo a la barbilla como si estuviera haciendo un esfuerzo por pensar —¿Te dejaron a medias?

Quiero golpearlo.

—No digas estupideces, hazte a un lado.

—Que grosera —dice entre risas.

Me paso por su lado empujándolo con mis caderas, lo que ocasiona que se pegue contra la puerta y emita un sonido de queja que me da cierta satisfacción. Camino hasta la mesa del comedor, arrastro una silla, y me siento abriendo la agenda en la mesa.

—¿Estamos enojadas por...? —pregunta tomando asiento frente a mi al otro lado de la mesa.

—Mis hermanos —contesto —son como tomar un té caliente con llagas en la lengua.

—¿Tienes llagas en la lengua? —Se inclina en la mesa para poder ver más de cerca mi boca.

Lo empujo con todas mis fuerzas, el se ríe y lo miro mal.

—Además un idiota riquillo con su Jeep, casi me manda al otro mundo.

—Mira el lado bueno. Si te chocaba, tu madre y yo le cobrábamos tu indemnización. Negocios querida —se burla, abanica sus largas pestañas tratando de parecer inocente.

En ocasiones no lo aguanto, aunque reconozco que me hace reír. Siempre he creído que nuestra cercanía se debe al contraste de muestras personalidades.

—Dime pequeña Grinch, ¿Qué tenemos para esta semana? —pregunta, se va a su habitación y regresa con una laptop.

Odio que me diga pequeña Grinch, se aprovecha de que soy más baja. Con él no se puede negociar, si dejo que note que me molesta lo dirá con más ganas y en frente de más personas, así que mejor lo dejo pasar.

Le paso la agenda y empieza a leer.

—¿Una boda? Eso es nuevo —se sorprende

Asiento.

—El hombre dijo que amaba a otra —informo —Buscaré la dirección.

Empiezo a teclear la dirección de donde se llevará a cabo el evento mañana. Me llevo una gran sorpresa al darme cuenta que no será nada sencillo.

—Tienes que ver esto -le pido.

No hace falta más que eso para que levante como si le estuvieran quemando el trasero, para chismes es el número uno. Se planta a mi lado y entre los dos vemos la maravilla que tenemos en la web.

La dirección marca una pequeña capilla que por fuera se nota al extremo lujosa, piso de mármol, desde las escalinatas hasta el gran portón.

Mi amigo y yo nos damos una mirada, él está que no se cabe del asombro. Hemos visto muchos edificios lujosos antes pero nada se compara con esa belleza de capilla.

Hasta a mí me dio ganas de casarme.

Ahondo más en la web buscando imágenes de la capilla en su interior. Encuentro varias y las abro.

Resulta ser mucho más preciosa por dentro.

Tiene una cúpula de cristal que ilumina todo el interior de la misma, las paredes pintadas de color blanco ayudan a intensificar la luz. Tiene barras en el techo del mismo color que se entrecruzan causando un efecto decorativo. Lo más impresionante de todo es el altar una gran cruz blanca sobresale en el centro, rodeada de cristales azules.

—Estos si que están forrados. Tendremos que comprar ropa de gala. ¿No les dijiste el precio aun verdad? —inquiere.

—No, recuerda que eso es al final del servicio. Mañana iremos por los vestuarios.

Al principio perdimos clientes cuando buscaban nuestros servicios y preguntaban el precio. Le decíamos cuanto costaría y se iban porque estaba muy caro.

Ahora esperamos a que el servicio esté consumido para cobrar, eso evita que los clientes no paguen. Muchos quedan tan satisfechos que no hacen más que pagar sin cuestionamientos e incluso dejan propina.

Uno de los detalles que hacen el servicio más costoso es que nos disfrazamos o vestimos según el evento.

—Nunca me había percatado de esa parte de la ciudad —dice con asombrado.

—Queda a cinco kilómetros de aquí. Es una urbanización privada —explico. —Tendremos que hacerlo bien para exigir una buena paga. No se te ocurra llegar ebrio o con resaca.

El fin de semana pasado tuvimos que sabotear una quinceañera a media noche. Al muy pendejo se le ocurre llegar ebrio. Armó un show con la hermana de la cumpleañera y por poco pasamos la noche en la estación de policía.

Gracias a mi logramos huir, no salió tan mal después de todo, la quinceañera terminó llorando y todos enojados. La paga ni se diga, fue jugosa.

—Pequeña Grinch, mañana es sábado y sabes que tengo karaoke con mis amigos —se excusa.

—Tienes que estar cuerdo, fin de la discusión.

—De todos modos será fácil, llegamos, nos hacemos pasar por familiares de la novia, tomamos asiento, esperamos a que el padre recite las palabras mágicas para oponerse, me levanto y suelto "secretos" que terminen con ese martirio —explica —¿Qué podría salir mal?

—Cada que alguien dice eso, algo malo pasa.

—Tranquila —Me abraza de lado —Son riquillos, a parte ni se aman. Lo más probable es que se casen por conveniencia.

—Tal vez tienes razón.

—No tal vez. Tengo razón, cariño.

Su seguridad me causa más angustia. Es que, él no se preocupa por nada, todo lo lleva a la ligera. Es un buen amigo y excelente novio cuando tiene pareja, pero su aire despreocupado siempre me hace cuestionarme sus decisiones.

En otras palabras soy la que se preocupa por los dos. Muchas veces he actuado como madre, cosa que me agradece y en otras me reprocha con la excusa de que solo soy su mejor amiga. Discutimos pero aquí estamos como siempre, el dúo dinámico.

Lo miro y me ofrece una amplia sonrisa, me palmea la espalda y se va a la nevera por un jugo de naranja. Le digo que tenemos que animar una matiné en dos horas, asiente y se va a su habitación a cambiar.

Creo que tiene razón, no debería preocuparme por algo así. Como dijo él: ¿Qué podría salir mal?

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora