~Capítulo 12~

51 11 8
                                    

—¡Barton, suelta eso!

Mi hermanito se asusta por mi grito y suelta sin querer la caja de los recuerdos de boda que compró Klein. Escucho como el impacto con el suelo hace que se quiebren.

Mierda.

Llego corriendo al lugar a la vez que mi hermano huye de mi antes de que lo siga retando por lo que acaba de hacer. Reviso los recuerdos uno por uno en busca de los daños, pero no, todos están en perfectas condiciones.

Recojo la caja y la dejo en un lugar más alto donde mis hermanos no puedan alcanzarla para sus travesuras.

Al siguiente día de que me embriagué con un vino ¡Con un vino! El idiota de Klein no me supo decir que ese vino era letal para embriagarse.

En fin, a la mañana siguiente de ese suceso, desperté con un horrible dolor de cabeza, después de todo ya había perdido la poca tolerancia que tenía con el alcohol.

Después de eso, Miguel se apareció en mi casa para burlarse de mi estado. Mamá se enteró de que él estaba en casa y decidió hacer de mediadora entre nosotros para que habláramos y resolver nuestros problemas, pero todo aburrido; él me pidió disculpas y yo a él.

Me rehusaba a darle un abrazo, pero como es más necio que una mula —creo que insulto a las mulas —, de todos modos, me estrechó entre sus brazos. Más tarde, pasamos la tarde viendo películas en mi habitación como dos seres humanos normales y me pidió que continuáramos ayudando a Klein con lo de la boda porque ya faltaban menos de veinticuatro horas para eso.

Por eso hoy estoy aquí con Klein, Miguel, Rose y mis hermanos —porque la condición que puse es que esta vez hagamos todo en mi casa, eso reduce la posibilidad de otra discusión —además mi madre tuvo que salir a una reunión de su trabajo porque ya se terminaron sus vacaciones. Ella trabaja de secretaria en una empresa de ensamblaje de autos y por eso me ha dejado a cargo a los chiquillos.

En esta ocasión, Daria no está aquí. Le pedí una explicación a Miguel, pero su única respuesta fue: "No seas tan preguntona, pequeña Grinch". No me quedaron ganas de preguntar después de eso porque sé que cuando de verdad quiera contarme lo que está pasando entre ellos, él mismo me buscará.

Salgo de mi habitación y regreso a la sala donde escucho a mis hermanos hablando.

—¿Ya está listo Miguel?

Todos me prestan atención.

—No, aún no sale del cuarto de baño.

Me los quedo mirando detenidamente por un momento. Es que... Barton y Theo están en pañales sentados uno a cada lado de Klein. Mis tres hermanas están haciéndole no se que peinado en la cabellera rubia de Rose.

Al parecer prefieren a todo el mundo menos a mí. En mi defensa, no soy mala con ellos, tal vez un poco... a veces.

—Ya es hora de que salga o se nos hará tarde.

Saco a Karen de donde estaba para poder sentarme a lado de Rose. Pude haber sacado a Barton o Theo de aquí y llevarlos a la habitación, pero se ven tan bien ahí sentados.

—¿Con quién los dejaras? —pregunta Klein, echándole una ojeada a mis dos hermanitos menores.

—¿Te importan? Si quieres quédate tú.

—Sabes que no puedo.

—Sabes que no te necesitamos.

Lo desafío con la mirada. Él quita el contacto visual y me autoproclamo vencedora. ¡Ja!

—Podría quedarme cuidando a tus hermanos, pero sé que me extrañarías —Esboza una sonrisa —. No puedo permitir eso.

—¡Uy! —Se burla Rose. La miro seria y ella me sonríe.

¿Y si nos casamos?Where stories live. Discover now