Epílogo

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El llanto de un bebé que lleva alrededor de diez minutos gritando, me despierta. Segundos después la azafata nos indica que ubiquemos nuestros cinturones de seguridad porque en quince minutos estaremos aterrizando.

Menos mal que me ha tocado el asiento junto a la ventana del avión y a mi lado no hay nadie más.

El celeste cielo mañanero cubierto con algunas nubes en las que se reflejan los primeros rayos del sol, representa un paisaje digno de contemplar.

No puedo creer que después de haber pasado un año fuera de casa, hoy por fin veré a mi familia.

Dos días después de la boda de mi madre terminé mi proyecto en el que estuve trabajando varios meses como medida de prevención por si algo ocurría y la semana antes de Navidad recibí una oferta de empleo en Berlín, Alemania.

El proyecto en el que había desarrollado consistía en un sistema de vigilancia a través de drones que tengan la posibilidad de usar inteligencia artificial para escanear el rostro de los criminales y de esa forma ayudar a las autoridades a identificarlos. Mi bajo presupuesto solo me dio para adquirir un dron y con ayuda de mis colegas, ejecutar el proyecto.

No sé de qué forma llegó a conocerse tan deprisa en tan solo cuestión de horas, supongo que se debió a que lo publiqué en varios lugares donde se dan a conocer los nuevos proyectos que muchas personas desarrollan con el fin de hacerse reconocidos, sin embargo, mi propósito no era hacerme reconocida, sino que alguien descubriera mi proyecto, decida comprarlo e invertir el dinero de la ganancia en otra cosa.

Pero todo me resultó mucho mejor.

Luego de que una empresa alemana que se encuentra en constante búsqueda de talento para implementar a su empresa tecnológica me encontrara, me ofrecieron una vacante para trabajar en Alemania junto con ellos para que les hablara sobre mi proyecto con más detalles y poder mejorarlo de ser necesario.

Como es de suponer, al principio estaba impactada con la noticia que no lo pude creer e incluso pedí consejo sobre eso a David, ¡a David!

Lo bueno es que el esposo de mi madre se mostró muy dispuesto para ayudarme a comprobar si la información y la oferta que me habían hecho era cierta. Aquello me fue de mucha ayuda ya que ese mismo día David me avisó de que todo era cierto, la empresa alemana había encontrado mi proyecto en una de esas páginas en las que lo había promocionado y quedaron encantados con esa idea.

Después de eso todo pasó tan de prisa. Vino el trámite de mi visa, el pasaporte y todo eso que, además, fue costeado por la misma empresa. Gracias a eso todo se obtuvo sin demoras y el veinticuatro de diciembre a las cinco de la tarde ya estaba en un vuelo comercial con destino a la capital alemana. La única condición que me pusieron fue que terminado el primer año de contrato, debía regresar a mi país por seis meses, luego volver a Alemania y ahí si puedo quedarme el tiempo que quisiera allá porque el contrato está para cinco años.

Una vez que estuve allá seguía sin creerme que todo era cierto, me sentía como si estuviese viviendo un sueño.

Pero luego caí en la realidad de que estaba en Alemania sin saber hablar alemán.

Al principio estuve muy nerviosa en ese aspecto, pero la empresa fue tan gentil que cuando me recibieron en sus instalaciones, los ejecutivos que me contactaron me hablaban en inglés, cosa que fue de ayuda porque con el inglés si me defendía un poco, aunque a veces era un poco difícil seguir lo que decían debido a su marcado acento.

Lo bueno de eso fue que me apuntaron a un curso de alemán de seis meses. Durante todo ese tiempo ellos me pagaban el hospedaje, el curso y una parte proporcional del sueldo por ayudarles a desarrollar mi proyecto que gracias a mis conocimientos y las instrucciones de David antes de viajar, no lo vendí así que todo salió a mi nombre como la creadora que soy y no a nombre de la empresa como si fuera exclusivo de ella.

¿Y si nos casamos?Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ